Lo que ya se conoce como la “tregua de miércoles de ceniza” donde intervino el obispo emérito Salvador Rangel Mendoza, evitó lo que parecía ser un duro enfrentamiento entre Ardillos y Tlacos por el control de placas de autotransporte urbano que, en últimas fechas, ha paralizado a los municipios de Taxco y de Heliodoro Castillo, lo mismo que en la capital, Chilpancingo, donde eso grupos asesinaron a taxistas; crucial fue la participación del padre Filiberto Velázquez, director del Centro de Derechos de las víctimas de la violencia “Minerva Bello”, señaló el Centro Católico Multimedial.
Al resaltar la intervención de los obispos para buscar la paz y detener la violencia que azota al Estado de Guerrero, el organismo católico afirmó que ante el fracaso y corrupción en Guerrero, alguien asumió lo que Francisco de Asís hizo… ¡Paz, hermano narco, paz!
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En Guerrero, los obispos católicos, Leopoldo González, arzobispo de Acapulco; Joel Ocampo Gorostieta, de Ciudad Altamirano; Dagoberto Sosa Arriaga, de Tlapa y de Chilpancingo-Chilapa, los franciscanos José de Jesús González Hernández y el emérito, Salvador Rangel Mendoza, intentaron diversos acuerdos de pacificación y tregua para dar estabilidad a ese convulsionado Estado ante la tremenda ausencia del Estado y la corrupción de la autoridad.
Y no es nuevo porque en anteriores situaciones, el entonces obispo titular de Chilpancingo-Chilapa, ya tenía encuentros con el narco y los líderes de grupos criminales, incluso le valió una amonestación de la CEM y del mismo secretario de Gobernación del gobierno de Enrique Peña Nieto, Alfonso Navarrete Prida.
En el editorial titulado “Los motivos del lobo…” remarcó: “la semana que termina, en medio de la polarización política, los señalamientos de intervención del narco para financiamiento de las campañas de AMLO y de violencia incesante, tuvo una nota nada nueva, pero crucial en los momentos en los que México ve cómo diversas regiones y territorios son tomados por los líderes del crimen organizado y controlados en todo.
El CCM dijo que las particularidades de los acercamientos con los hacedores del mal se han ido conociendo y, generalmente, han entrado en contacto gracias a los enlaces que se han hecho con los sacerdotes de confianza.
Empero, los esfuerzos, en ocasiones, resultaron inútiles. Como afirmó el obispo Rangel, ambición desmedida, poderes ilimitados, avaricia, son el resultado de cómo se han ido repartiendo poblaciones y regiones enteras de Guerrero.
En tanto, un golpeadísimo presidente Andrés Manuel López Obrador, moralmente hablando, trata de salvar su reputación e inocencia. El jueves 15 de febrero manifestó su inútil respaldo a las conversaciones de los obispos para frenar la violencia, “Creo que todos tenemos que contribuir a conseguir la paz.
“Desde luego, la responsabilidad de garantizar la paz y la seguridad es del Estado, eso debe quedar muy claro”, dijo un vapuleado AMLO en medio de la más profunda crisis que ha pasado su mandato desde el Covid-19.
En alguna ocasión, se le preguntó al obispo Rangel Mendoza cuáles eran sus razones para salir en búsqueda de los hacedores del mal. Aceptó que, al principio, tuvo miedo y temía por su integridad. Ahora, reconoce que se sienta con ellos a la mesa para negociar. Pero hay un motivo tan simple como profundo.
El Centro Católico Multimedial, recordó que en “Los motivos del Lobo” de 1913, el poeta Rubén Darío expone la maldad humana y la posibilidad de redención. “El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal…”
Nadie podía capturar el animal que había devastado la región hasta que Francisco buscó al lobo en su madriguera: “¡Paz, hermano lobo!...
¿Es la ley que tú vivas de horror y muerte?” Los motivos del lobo son distintos, pero una cosa es cierta. Debido al fracaso y corrupción en Guerrero, alguien asumió lo que Francisco de Asís hizo… ¡Paz, hermano narco, paz!, concluyó.
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