/ martes 21 de junio de 2022

Legado del padre Mora, un hombre dedicado a su comunidad en Tampico

Es uno de los sacerdotes asesinados en una iglesia de la comunidad Cerocahui en Chihuahua; tampiqueños lo recuerdan con afecto.

Un hombre que transmitía espiritualidad, amor, paz, humildad y fe, ese fue el Padre Joaquín César Mora Salazar, mejor conocido como el Padre Mora, quien durante los 30 años que estuvo en Tampico dejó un legado y ejemplo en quienes lo conocieron.

Lamentablemente, a sus 81 años, forma parte de las estadísticas dolorosas de la violencia que aqueja al país, al ser asesinado en una iglesia del municipio de Urique, en la sierra Tarahumara de Chihuahua donde desarrollaba actividades de su misterio de fe como miembro de la Compañía de Jesús.

Lee también: Delincuentes se llevaron los cuerpos de los sacerdotes jesuitas tras asesinarlos en Chihuahua

Mora, junto al también sacerdote jesuita Javier Campos Morales de 80 años, fueron asesinados dentro del sitio de oración, cuanto intentaban proteger en la iglesia a un hombre que huía de un grupo de hombres armados, quien también fue asesinado en el sitio.

Los tres cadáveres se los llevaron los atacantes, por lo que la Compañía de Jesús exigió justicia y la recuperación de los cuerpos

El padre Mora, dedicado a las obras

Los días en el salón de clase en las instalaciones del Instituto Cultural Tampico, las convivencias, las obras de caridad y más, quedaron en el corazón de alumnos, maestros y personal administrativo que se unieron a las oraciones por su eterno descanso.

El Padre Joaquín Mora -segundo de derecha a izquierda- en el Instituto Cultural Tampico | Cortesía: Guadalupe González

En cada uno de los relatos todos recordaron a Mora Salazar como un hombre dedicado a las obras de misericordia, humano, sencillo, humilde y sobre todo que trasmitía paz.

“Fuimos compañeros muchos años yo entré en el 66 al Cultural, entonces el padre llegó poquito después, era muy sencillo, humilde, era una persona en la que no le veías ni malicia, ni soberbia, un hombre muy dedicado a las obras de misericordia”, relata Guadalupe González.

Al darse a conocer la funesta noticia, ex alumnos no han perdido la oportunidad de hacer un recuento de las experiencias y lecciones que dejó el padre en sus vidas.

“Los que tuvimos clases con él conocimos a una persona muy agradable, era muy pacifico, sus consejos siempre eran mesurados, positivos. Era un hombre poco ruidoso, que disfrutaba de hacer ejercicio, le gustaba mucho caminar y era una persona muy dedicada al servicio de la comunidad, siempre procurando llevar consuelo y apoyo”, expresa Carlos Domínguez, columnista de esta casa editora.

Brindaron sus condolencias al Padre Mora | Cortesía: Instituto Cultural Tampico

El libro "Mi pié izquierdo"

En muchas de las condolencias y recuerdos que la sociedad ha tenido la oportunidad de expresar no han perdido la oportunidad de revivir las lecciones que el Padre Mora dejó a través de la lectura de la autobiografía “Mi pie izquierdo” de Christy Brown.

“Era un libro que en cada clase al final nos compartía una página, él leía muy lento, era un libro que a él le gustaba mucho y en un tiempo se volvió un clásico, incluso es un libro que fue llevado al cine. A él le gustaba mucho y nos leía un pedacito, muchos recordamos que como leía muy despacio a veces no lograba avanzar casi nada” recuerda Carlos Rodríguez,.

De igual forma, puntualiza que el Capítulo 3, que lleva por nombre “La llave de Tony”, fue un fragmento que tardó mucho en leer.

“Todos recordaremos su voz al leer, fue un libro que leyó a todas sus generaciones", dijo.

El padre se preocupaba por la colonia pescadores

Tras casi 25 años de convivencia, Guadalupe recuerda que el jesuita sentía una enorme preocupación por los habitantes de la colonia Pescadores, a quienes además de llevar la evangelización, apoyó para su desarrollo.

“Cuando lo jubilaron, él dedicó su monto de jubilación para ayudar a la colonia Pescadores, era una colonia de personas muy necesitada, ofrecía misas, hacía actividades y más. Yo vivía en una calle que daba a la colonia algunas veces pasaba por mi casa y se quedaba a merendar”.

Pero el trabajo que el Padre Joaquín realizaba en la zona conurbada no se limitaba a solo las aulas del ICT, sino que también acudía al llamado que los enfermos hacían y Guadalupe González relata una experiencia que sin duda marcó su vida.

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“Un día a las 21:00 horas estaba muy desesperada porque yo veía a mi mamá muy grave, era muy tarde y los doctores decían que todavía duraría, yo buscaba un sacerdote, le pedía a Dios con toda mi alma que me mandara uno para que mi mamá estuviera más tranquila y en eso tocan el timbre y era el padre Mora; lo especial fue que cuando yo le digo padre suba y él no preguntó nada, solo subió y cuando llegó ahí le dio los santos oleos y la bendición papal, eso me impresionó mucho porque yo no esperaba eso, cuando acabo de dar la bendición dijo amén y mi mamá solo ladeo la cabecita y falleció”.



Publicado originalmente en El Sol de Tampico

Un hombre que transmitía espiritualidad, amor, paz, humildad y fe, ese fue el Padre Joaquín César Mora Salazar, mejor conocido como el Padre Mora, quien durante los 30 años que estuvo en Tampico dejó un legado y ejemplo en quienes lo conocieron.

Lamentablemente, a sus 81 años, forma parte de las estadísticas dolorosas de la violencia que aqueja al país, al ser asesinado en una iglesia del municipio de Urique, en la sierra Tarahumara de Chihuahua donde desarrollaba actividades de su misterio de fe como miembro de la Compañía de Jesús.

Lee también: Delincuentes se llevaron los cuerpos de los sacerdotes jesuitas tras asesinarlos en Chihuahua

Mora, junto al también sacerdote jesuita Javier Campos Morales de 80 años, fueron asesinados dentro del sitio de oración, cuanto intentaban proteger en la iglesia a un hombre que huía de un grupo de hombres armados, quien también fue asesinado en el sitio.

Los tres cadáveres se los llevaron los atacantes, por lo que la Compañía de Jesús exigió justicia y la recuperación de los cuerpos

El padre Mora, dedicado a las obras

Los días en el salón de clase en las instalaciones del Instituto Cultural Tampico, las convivencias, las obras de caridad y más, quedaron en el corazón de alumnos, maestros y personal administrativo que se unieron a las oraciones por su eterno descanso.

El Padre Joaquín Mora -segundo de derecha a izquierda- en el Instituto Cultural Tampico | Cortesía: Guadalupe González

En cada uno de los relatos todos recordaron a Mora Salazar como un hombre dedicado a las obras de misericordia, humano, sencillo, humilde y sobre todo que trasmitía paz.

“Fuimos compañeros muchos años yo entré en el 66 al Cultural, entonces el padre llegó poquito después, era muy sencillo, humilde, era una persona en la que no le veías ni malicia, ni soberbia, un hombre muy dedicado a las obras de misericordia”, relata Guadalupe González.

Al darse a conocer la funesta noticia, ex alumnos no han perdido la oportunidad de hacer un recuento de las experiencias y lecciones que dejó el padre en sus vidas.

“Los que tuvimos clases con él conocimos a una persona muy agradable, era muy pacifico, sus consejos siempre eran mesurados, positivos. Era un hombre poco ruidoso, que disfrutaba de hacer ejercicio, le gustaba mucho caminar y era una persona muy dedicada al servicio de la comunidad, siempre procurando llevar consuelo y apoyo”, expresa Carlos Domínguez, columnista de esta casa editora.

Brindaron sus condolencias al Padre Mora | Cortesía: Instituto Cultural Tampico

El libro "Mi pié izquierdo"

En muchas de las condolencias y recuerdos que la sociedad ha tenido la oportunidad de expresar no han perdido la oportunidad de revivir las lecciones que el Padre Mora dejó a través de la lectura de la autobiografía “Mi pie izquierdo” de Christy Brown.

“Era un libro que en cada clase al final nos compartía una página, él leía muy lento, era un libro que a él le gustaba mucho y en un tiempo se volvió un clásico, incluso es un libro que fue llevado al cine. A él le gustaba mucho y nos leía un pedacito, muchos recordamos que como leía muy despacio a veces no lograba avanzar casi nada” recuerda Carlos Rodríguez,.

De igual forma, puntualiza que el Capítulo 3, que lleva por nombre “La llave de Tony”, fue un fragmento que tardó mucho en leer.

“Todos recordaremos su voz al leer, fue un libro que leyó a todas sus generaciones", dijo.

El padre se preocupaba por la colonia pescadores

Tras casi 25 años de convivencia, Guadalupe recuerda que el jesuita sentía una enorme preocupación por los habitantes de la colonia Pescadores, a quienes además de llevar la evangelización, apoyó para su desarrollo.

“Cuando lo jubilaron, él dedicó su monto de jubilación para ayudar a la colonia Pescadores, era una colonia de personas muy necesitada, ofrecía misas, hacía actividades y más. Yo vivía en una calle que daba a la colonia algunas veces pasaba por mi casa y se quedaba a merendar”.

Pero el trabajo que el Padre Joaquín realizaba en la zona conurbada no se limitaba a solo las aulas del ICT, sino que también acudía al llamado que los enfermos hacían y Guadalupe González relata una experiencia que sin duda marcó su vida.

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“Un día a las 21:00 horas estaba muy desesperada porque yo veía a mi mamá muy grave, era muy tarde y los doctores decían que todavía duraría, yo buscaba un sacerdote, le pedía a Dios con toda mi alma que me mandara uno para que mi mamá estuviera más tranquila y en eso tocan el timbre y era el padre Mora; lo especial fue que cuando yo le digo padre suba y él no preguntó nada, solo subió y cuando llegó ahí le dio los santos oleos y la bendición papal, eso me impresionó mucho porque yo no esperaba eso, cuando acabo de dar la bendición dijo amén y mi mamá solo ladeo la cabecita y falleció”.



Publicado originalmente en El Sol de Tampico