/ domingo 29 de mayo de 2022

A un año del socavón en Puebla: de la euforia al olvido

Ya no hay más venta de pan, tazas y otros recuerdos que comerciantes dedicaron al gran foso

JUAN CRISÓSTOMO BONILLA. Lejos de la euforia que en su momento causó, hoy, a un año de la aparición del socavón de Santa María Zacatepec, en el municipio de Juan Crisóstomo Bonilla, Puebla, éste se encuentra fuera de la lista de atractivos del estado y en el olvido.

Ya no hay más venta de pan, tazas y otros recuerdos que comerciantes informales dedicaron al gran foso. Tampoco se escucha la cumbia que un grupo musical de esa comunidad, adscrita al municipio de Juan Crisóstomo Bonilla, compuso en su honor, pudo constatar El Sol de Puebla.

En los miradores que eran las azoteas de varias viviendas a la redonda, ya no hay personas haciendo filas para ver el gran agujero a detalle.

La mañana del 29 de mayo del año pasado, pobladores de Zacatepec pidieron la presencia de autoridades y medios de comunicación para informar de ese fenómeno natural, uno sin precedentes.

Hasta la zona de cultivos donde nació, localizada a unos metros de la carretera federal a la Ciudad de México, no sólo llegaron reporteros, camarógrafos, fotógrafos, sino también especialistas, youtubers, vendedores, músicos y visitantes para atestiguar lo ocurrido.

En sus inicios, el socavón era un orificio con un diámetro menor a 15 metros, pero luego empezó a crecer hasta estabilizarse en los 126 metros en su eje mayor y 123 en su eje menor, así como 50 metros de profundidad.

Aunque autoridades estatales afirmaron que su diámetro no se ha extendido, pese a la época de lluvia de este año, varios pobladores de la zona no coinciden con ello y aseguraron que siguen los desprendimientos.

Hoy, el socavón luce sin visitantes ni comerciantes. Su área está cercada y es vigilada por autoridades de la Dirección de Protección Civil, así como de la Policía

Estatal, pero en sus primeros seis meses hasta elementos del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional apoyaron la tarea.

En una visita a su polígono, El Sol de Puebla constató que personal del Sistema Nacional de Protección Civil realizaba una inspección al foso.

SE “DEVORÓ” UNA CASA

Unos días después de su aparición, el socavón acaparó las noticias de los medios de comunicación estatales, nacionales e internacionales por lo que protagonizó.

El 7 de junio fue reportada la caída de dos perros en su interior, lo que movilizó a las autoridades y varios protectores de animales para garantizar su salvamento, mismos que tres días después fueron rescatados con vida.

Para el día 12, el socavón nuevamente atrajo miradas ya que al crecer su diámetro “devoró” la vivienda de la familia Sánchez Xalamihua, la cual había edificado su patrimonio en esta área, que luego fue declarada como riesgosa. Fue a mediados de este mes que el Gobierno del estado entregó la casa prometida a los afectados.

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Sin embargo, a un año, varios vecinos de la zona acusaron que autoridades no respondieron a los daños, principalmente grietas que, indicaron, aparecieron en sus muros por el socavón.

“Era una locura”, dijeron, mientras recordaban el corredor de venta que justo en su calle fue instalado por decenas de comerciantes que ofertaron artículos de todo tipo, antojitos mexicanos y bebidas.

JUAN CRISÓSTOMO BONILLA. Lejos de la euforia que en su momento causó, hoy, a un año de la aparición del socavón de Santa María Zacatepec, en el municipio de Juan Crisóstomo Bonilla, Puebla, éste se encuentra fuera de la lista de atractivos del estado y en el olvido.

Ya no hay más venta de pan, tazas y otros recuerdos que comerciantes informales dedicaron al gran foso. Tampoco se escucha la cumbia que un grupo musical de esa comunidad, adscrita al municipio de Juan Crisóstomo Bonilla, compuso en su honor, pudo constatar El Sol de Puebla.

En los miradores que eran las azoteas de varias viviendas a la redonda, ya no hay personas haciendo filas para ver el gran agujero a detalle.

La mañana del 29 de mayo del año pasado, pobladores de Zacatepec pidieron la presencia de autoridades y medios de comunicación para informar de ese fenómeno natural, uno sin precedentes.

Hasta la zona de cultivos donde nació, localizada a unos metros de la carretera federal a la Ciudad de México, no sólo llegaron reporteros, camarógrafos, fotógrafos, sino también especialistas, youtubers, vendedores, músicos y visitantes para atestiguar lo ocurrido.

En sus inicios, el socavón era un orificio con un diámetro menor a 15 metros, pero luego empezó a crecer hasta estabilizarse en los 126 metros en su eje mayor y 123 en su eje menor, así como 50 metros de profundidad.

Aunque autoridades estatales afirmaron que su diámetro no se ha extendido, pese a la época de lluvia de este año, varios pobladores de la zona no coinciden con ello y aseguraron que siguen los desprendimientos.

Hoy, el socavón luce sin visitantes ni comerciantes. Su área está cercada y es vigilada por autoridades de la Dirección de Protección Civil, así como de la Policía

Estatal, pero en sus primeros seis meses hasta elementos del Ejército Mexicano y de la Guardia Nacional apoyaron la tarea.

En una visita a su polígono, El Sol de Puebla constató que personal del Sistema Nacional de Protección Civil realizaba una inspección al foso.

SE “DEVORÓ” UNA CASA

Unos días después de su aparición, el socavón acaparó las noticias de los medios de comunicación estatales, nacionales e internacionales por lo que protagonizó.

El 7 de junio fue reportada la caída de dos perros en su interior, lo que movilizó a las autoridades y varios protectores de animales para garantizar su salvamento, mismos que tres días después fueron rescatados con vida.

Para el día 12, el socavón nuevamente atrajo miradas ya que al crecer su diámetro “devoró” la vivienda de la familia Sánchez Xalamihua, la cual había edificado su patrimonio en esta área, que luego fue declarada como riesgosa. Fue a mediados de este mes que el Gobierno del estado entregó la casa prometida a los afectados.

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Sin embargo, a un año, varios vecinos de la zona acusaron que autoridades no respondieron a los daños, principalmente grietas que, indicaron, aparecieron en sus muros por el socavón.

“Era una locura”, dijeron, mientras recordaban el corredor de venta que justo en su calle fue instalado por decenas de comerciantes que ofertaron artículos de todo tipo, antojitos mexicanos y bebidas.