Otis provocó grandes pérdidas en los más de 16 mil pequeños comercios que operan en Acapulco y zonas aledañas, dejándolos en desabasto, además de pérdida de mercancías, toldos, estantería, refrigeradores y vidrios rotos, reportó la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC).
La principal afectación que ahora padecen es la falta de abasto que les permita ofrecer un servicio regular a las comunidades, colonias y barriadas a las que atienden.
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“El pequeño comercio está viviendo horas difíciles y complicadas para brindar su servicio y honrar su condición resiliente que le caracteriza a la hora de los grandes problemas; sin embargo, se están utilizando todos los recursos que se tienen al alcance para funcionar en las mejores condiciones posibles, comentó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC
Otis es el huracán más destructivo en la vida reciente del país, vino a exhibir el estado de vulnerabilidad en el que vivimos los mexicanos al no contar con una cultura enraizada de prevención. Como sociedad tenemos la equivocada idea de que todo gasto, ahorro o inversión que se haga para prevenir y atenuar las consecuencias negativas de los eventuales desastres naturales que año tras año nos azotan con mayor intensidad es innecesario y se puede evitar. Pensamos que son fondos perdidos debido a que, al no pasar la desgracia, consideramos no pagar el costo de la prevención de algo que, supuestamente, no va a suceder.
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“No se trata sólo de contar con un Fondo para Desastres Naturales (FONDEN), es algo más delicado, se exige contar con protocolos de protección civil para las emergencias, sismos, terremotos, incendios, derrumbes, tsunamis y huracanes. Un protocolo significa que la gente sepa qué es lo que tiene que hacer ante una amenaza de desastre como, en el caso que nos ocupa narrar, el huracán Otis. En otras latitudes del mundo la población se prepara para enfrentarlo tomando un sin número de medidas, incluso realizando evacuaciones. De tal forma que el huracán Otis viene a evidenciar esta manera extraña e irresponsable de vivir que tenemos, de no tomar los riesgos con la seriedad debida”, reflexionó Rivera.
Señaló que no es posible enfrentar riesgos confiándonos a la suerte y decir “que nos pudo ir peor”.
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