Exigen retiro de Guardia Nacional y soldados en pueblo michoacano

Habitantes denuncian abusos por parte de la autoridad

Noel F. Alvarado | La Prensa

  · lunes 29 de enero de 2024

Foto: Luis Barrera | La Prensa

A una semana de la incursión y permanencia de elementos de la Guardia Nacional (GN) y del Ejército en el poblado de Tinajas de Vargas, Michoacán, del municipio de Tanhuato, nadie va trabajar al campo, no hay clases y nadie duerme tranquilo aquí. De día y de noche, caravanas de camionetas a toda velocidad atraviesan las calles del pueblo y se detienen furtivamente frente a la gente o domicilios al azar y, cuando ya está oscuro, lanzan la luz de reflectores causando el temor de cualquiera a ser víctima de alguna acción de militares e integrantes de la GN.

Así lo denuncian mujeres, ancianos, hombres y jóvenes que portan una gran manta con sus peticiones y que se declararon en asamblea permanente hasta el retiro total de soldados. “Que se vayan, que dejen de abusar y nos respeten. Queremos vivir en paz. No escondemos nada, si el gobierno busca en nuestro pueblo algo o alguien que haga lo que tiene que hacer, pero que lo haga como dice la ley y sin abusos, ni golpeando a la gente humilde”, exige con voz firme el presidente de bienes comunales del lugar, Gerardo Tinajero Romero.

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Frente a la plaza principal de esta comunidad cuya actividad y tranquilidad se alteró también en noviembre pasado cuando militares y policías realizaron un operativo y cateo en un rancho donde no hubo detenidos y se aseguraron tres crías de león, pantera y tigre, la gente respalda a su líder campesino que asegura que “todos estamos asustados, tenemos mucho miedo con el Ejército y la Guardia Nacional, porque hace una semana cuando volvieron otra vez hubo de nuevo abusos y agresiones”.

Luego de que ya se presentó una denuncia por estos nuevos hechos ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), indica que a muchachos de aquí les aventaron de balazos y bombas de humo y gas, incluso también al médico que iba a darle auxilio a uno que le dieron un balazo en el hombro. Eso lo supieron las autoridades pero, menciona, igual que hace 8 o 10 años cuando pidieron el apoyo del gobierno porque unos policías de un municipio vecino se llevaron a seis muchachos de la comunidad y los entregaron a gente de un cártel que los asesinó, hoy tampoco la autoridad les ha ayudado.

Aquí todos, dice, trabajamos en el campo pero todos los hombres tienen miedo de salir a trabajar y ahorita por esta situación uno que otro sale a cuidar sus siembras. De igual manera, la señora Julia Martínez Dueñas y su hijo Antonio Gil Martínez, se quejan de no poder trabajar por la presencia de militares y guardias nacionales, así como de policías estatales. Mi hijo tiene una semana sin trabajar en el campo y nos tiene que mantener a mi y a su esposa, quien está embarazada.

Ahorita estamos viviendo mal todos en el pueblo con estos “diablos” aquí, comenta la mujer de la tercera edad y añade que el día que llegó el Ejército y la Guardia Nacional “hay cállese, estuvo bien feo. Aventaron de balazos y bombas de humo a mujeres, niños y muchachos. A tres jóvenes los golpearon y a uno le dieron un balazo, a las mujeres que salieron a pedir que se respetara a la gente, también les dispararon y les echaron gases y eso, oiga no está bien. Yo estuve ahí y me tuve que echar a correr porque pensé que me iban a matar ahí”.

Junto con su hijo dice que militares y policías deben retirarse del pueblo porque “ya no los aguantamos y ni los niños están tranquilos, ya que por temor a su presencia no están acudiendo a clases y porque también ocuparon la escuela como cuartel. Otra de las mujeres que se encuentran participando en las acciones de protesta pero pide no citar su nombre, explica que los maestros no quieren arriesgarse a dar clases y exponer a los menores al riesgo de que se produzca un hecho violento como el de la hace una semana.

Sobre los hechos de violencia una de las mujeres que resultó herida durante la reyerta con soldados y miembros de la guardia nacional, narra su experiencia y dice que igual que todas las señoras que salieron a ver lo que sucedía por el alboroto que hubo en todo el pueblo, yo vi que “la gente del gobierno venía muy agresiva y grite y grite a todas nosotras con malas palabras. Yo había tratado con gente de gobierno, pero no como esta que no parece gobierno. Está peor que animales porque nos gritaban hora viejas culeras, estúpidas que andan haciendo arguendes”.

Menciona que “yo me hice a un lado y dije a mí no me va a pasar nada, pues yo no les estoy diciendo nada. Entonces me eche a caminar y sonó un balazo. Me Volví y seguí caminando, aventaron otro y fue cuando me caí al querer protegerme. Me quebré la mano y me lastimé una costilla. Me quedé tirada y todavía hubo un disparó más cerca de mí que hasta un pedazo de laja desprendió. No quería pararme aunque pensé que iban a venir a rematarme, pero unos albañiles vinieron a auxiliarme y me trajeron a la clínica del pueblo”.

Sobre esos mismos hechos, uno de los doctores de la única clínica del pueblo y una de las enfermeras, que se identificaron con el nombre de José y Alejandra, se quejan de la agresión directa que sufrió el equipo médico que acudió atender a los heridos durante los hechos de violencia de hace más de una semana. Fuimos requeridos para atender a un joven herido de bala y cuando llegamos al lugar soldados y los de la GN comenzaron a disparar hacia la ambulancia bombas de gas lacrimógeno y otros hicieron disparos hacia el aire.

Nos tuvimos que retirar ante la agresión y sólo hasta que las cosas se calmaron, pudimos salir de la zona y dirigirnos rápidamente a la clínica del pueblo -la única que existe aquí-, a donde llegaron los heridos para ser atendidos. El personal médico reclamó garantías para ejercer su labor, porque incluso mencionaron que igual de haberse requerido hubieran asistido a militares y guardias nacionales. “no se puede atentar contra el personal médico, eso es una norma incluso internacional”, subrayan.

A las denuncias se suma Amelia, otra de las habitantes inconformes de esta comunidad, que asegura que “estamos aterrados, ya no tenemos tranquilidad y, pues, ya no hallamos cómo echarlos para para afuera. Andan por las calles en la noche y lanzan sus luces hacia las casas, para adentro y andan así todita la noche. Aquí están todos de testigos que además todo el día andan en camionetas por ahí. Toda la gente les tiene miedo”.

A las mujeres, añade, nos faltan al respeto, no vienen como como el Ejército y autoridad que son, vienen agrediendo a la gente. Dice que con señas y gestos los uniformados ofenden a las muchachas que pasan cerca de donde se encuentran. Si vinieran haciendo su trabajo bien, pues no les diríamos nada ni les tendríamos miedo, pero mire usted paran a la gente y le hacen preguntas y si no responden, los golpean. A mí ya una vez me golpearon un hijo y me lo dejaron bien lastimado de manos y pies pues lo torturaron con espinas.

Junto con uno de los hombres jóvenes que participan en la protesta por la presencia militar y de la GN, señala que si la autoridad ya hizo su trabajo y ya tiene más de ocho días en la comunidad, debería retirarse para que la gente pueda volver a sentirse tranquila y aliviada, porque con su presencia se crea un clima de tensión porque no sabemos en que otra cosa podrían hacer. Ningún mando se ha dignado a informar al pueblo sobre el motivo de su permanencia en el pueblo y lo único que dicen es que para cualquier información debemos ir a la 25 Zona Militar.

Sin dar su nombre por temor a represalias, el joven enfatiza que si Ejército y la GN actuaran debidamente y no con agresiones, si vinieran hacer su trabajo, pues nadie de aquí se opondría. Pero, añade, si te ven pasar te detienen y te tratan como si fueras un delincuente, y si te atreves a pedir una explicación pues no sólo te ignoran, sino también la situación se vuelve más complicada y vienen los insultos y golpes. “Si vinieran con una orden como marca la ley, pues no hay problema que hagan su trabajo y todo bien, lo respetamos pero si llegan a tratar a la gente mal y agredirla, pues eso no es legal”.

Ante este cúmulo de denuncias y quejas por abusos y agresiones de parte de soldados y miembros de la GN, los habitantes de esta comunidad presentaron un amparo colectivo para que cesen las hostilidades hacia la población y se pueda saber el motivo de la presencia militar, así como sus alcances y limitaciones. “Todos queremos pedir al gobierno que por favor retiren al Ejército y policías de la Guardia Nacional. No los queremos aquí, ni a la Sedena ni a la GN, nosotros estamos tranquilos, vivimos muy bien, nosotros solo nos cuidamos”.


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