Hoy Acapulco vivió otra cara. El puerto sigue devastado tras el paso de Otis, pero su gente agarra fuerza para salir adelante. La ayuda ha sido lenta y en pausa.
Las calles de Acapulco se veían muy diferentes. El pasado miércoles muchos turistas buscaron salir, pero este sábado se vieron congestionadas de autos con familiares de los visitantes que buscaban a su familia para ir a rescatarlos.
El Boulevard Vicente Guerrero que tiene su inicio desde la última caseta de cobro para entrar a Acapulco de La Venta hasta el Maxitúnel, era imposible circular a buena velocidad.
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En un recorrido que realizó LA PRENSA, vivió en carne propia el caos y la desesperación de los damnificados que no esperan un milagro por la tan ansiada ayuda ya sea de agua y alimentos en especial sin olvidar el combustible para poder moverse.
La zona es la más colapsada por la salida y el ingreso de vehículos que buscan alimentos o gasolina era interminable. Y más el congestionamiento se hizo y creció la desesperación cuando las autoridades a un lado de la Diana empezaron entregar las primeras ayudas que mandaron todo México.
Una cajita de cartón con una despensa y de una a tres botellitas de agua se repartían entre los damnificados quienes reflejaban en sus rostros desilusión en espera en la ayuda verdadera y o migajas.
Acapulco luce irreconocible
La destrucción del Puerto de Acapulco no solo ocurrió en la zona turística como lo es la costera y zona diamante, la realidad es que comienza a verse desde varios kilómetros antes de la caseta, pues las orillas de la autopista se ven destrozadas debido a que los fuertes vientos que provocó Otis, la flora y la fauna se vio afectada pues no hubo alguien o algo que los cubriera o los resguarda.
Al llegar a la caseta de La Venta el tráfico es indescriptible, pues los vehículos se encuentran prácticamente detenidos como si de un estacionamiento se tratara, pues alrededor de cinco horas se tardan en cruzar aproximadamente 2 kilómetros.
Pese a que en el sitio se encuentran elementos de la Guardia Nacional tratando de movilizar la circulación, la desesperación de la gente que quiere pasar se cruza y no permite el paso lo que ocasiona caos vial.
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Además entre el poco espacio que dejaban los vehículos se atravesaba la gente con paquetes de papel bañó, cervezas, agua, latas de chiles, entre otras cosas que saqueaban de el super mercado, la Central de Abastos de la cuál tiraron cortinas y muros para robar alimentos, pero el colmo fue cuando los dueños de galleteras y refrescos abrieron sus puertas para donar sus productos, pero un alborotador comenzó a gritar y alentar a la gente a llevarse paquetes de más y lo que se estaba haciendo de manera ordenada se descontroló y comenzó la guerra por los productos, incluso mucho del alimento quedó inservible al ser tirado al piso en el arrebato.
Esto impedía que los cuerpos de emergencia y víveres no llegarán a ciertas zonas pues aún con las sirenas encendidas los habitantes de las colonias cercanas hacían caso omiso.
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