Rostros llenos de tristeza, desesperanza, incertidumbre e impotencia se podían observar entre las 35 familias de damnificados que se encontraban sentados sobre la banqueta u otros más formados en una fila para recibir agua y comida, así como cobertores y colchonetas, luego de que el predio en el que vivían quedó completamente calcinado tras un incendio que ocurrió la noche del martes.
En aquel lugar, su hogar, ubicado en la esquina de las calles Carlos J Meneses y Juan Aldama, en la colonia Buenavista, alcaldía Cuauhtémoc, varias viviendas construidas con láminas, en las que se resguardaban alrededor de 80 personas, entre niños, adolescentes y adultos, se perdieron para siempre.
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Según versiones, una pequeña chispa provocó el fuego que rápidamente comenzó a crecer y a expandirse por los hogares de habitantes, quienes, al no poder controlarlo, salieron con lo que traía a la mano, sin poder salvar el resto de sus pertenencias.
Ellos recuerdan con temor, coraje e impotencia lo ocurrido durante esa noche, no solo por sus pertenencias, sino porque creen que el incendio les trajo más problemas de los que ya tenían, pues ahora no saben a dónde irán y se dicen inseguros de su futuro.
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A ese lugar muchos llegaron desde 1993, varias generaciones crecieron ahí, en ese lugar que dejó de existir entre las grandes y feroces llamas, y con ello, sus recuerdos y vivencias de familia que forjaron durante décadas.
Habitantes se quedaron sin techo
Los habitantes de las viviendas se han quedado sin paredes y techos que los resguarden del intenso calor y las lluvias, así como sin una cama para poder descansar, ahora solo pueden observar el sitio donde se encontraban sus hogares sentados desde la acera de enfrente.
Aunque estás familias son de bajos recursos, buscaban la forma de salir a delante con el poco dinero que ganaban día a día para llevar comida a la mesa, pero el desconcierto de ya no tener un lugar al cual regresar y sentarse todos juntos causa tristeza entre los presentes.
En el lugar donde ocurrió el incendio se puede observar la barda de lámina con grafitis y sellos que rodeaba a los hogares de las víctimas, y al interior, tubos, electrodomésticos, laminas y pequeños tanques de gas quemados y derretidos, además de papeles importantes, libros de estudio de los jóvenes, ropa, zapatos y las camas desaparecieron.
Hay familias que perdieron todo y no quedó nada de valor para ellos pues todas sus pertenencias estaban es sus casas, pero algunos otros al menos aún cuentan con autos con engomados de taxi de la Ciudad de México así como motos que utilizan para trabajar en aplicaciones de entrega.
Los pequeños que aún no comprenden la magnitud de la situación caminan de la mano de sus madres o sujetando sus ropas, mientras otros más corrían y jugaban en la zona resguardada con cinta amarilla.
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