ECATEPEC, Mex., a 20 de octubre.- El pasado 13 de agosto se cumplieron dos años de que Mary Lucero Mescco Molina, de origen peruano y radicada en la colonia Tierra Blanca, desapareció en el estado de Jalisco junto con dos de sus paisanos y un mexicano. Las autoridades siguen sin encontrarla.
La última vez que Jessica la vio, se despidieron de forma casual: "Voy a ir a Jalisco por algo de trabajo, pero nos vemos la siguiente semana", dijo Lucero, mientras se tomaban la última cerveza dentro del departamento que rentaba desde hace dos años, ahí sobre calle Puerto Príncipe, casi esquina Puerto Salina Cruz.
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"Ya conocía a esos chavos desde hacía como un año y según trabaja con ellos, el otro sólo era el chofer", dijo la amiga, refiriéndose a los sujetos junto con quienes la "levantaron", a Wilmer y a Juan Carlos, de 47 y 35 años de edad, y a Alberto, un adicto que los conoció en el centro de Guadalajara.
La joven de mirada avispada y de sonrisa franca, quien en Perú tiene una hermana gemela, comenzó a hacer dinero y de un día para otro montó una tienda de abarrotes por la zona en la que vivía. No decía bien a qué se dedicaba, sólo se sabía que siempre traía para pagar.
Llegó a México en 2015, traída por Porfirio, su ex pareja, un hombre de unos 49 años, quien vive en el Estado de México desde la adolescencia. Él, propietario de una empresa, la mantuvo hasta que por temas de una supuesta infidelidad, decidió terminar la relación. La diferencia de edades era abismal y los intereses muy distintos.
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Ella, proveniente de un ambiente de carencias y necesidades, buscó la forma de hacerse de recurso económico por sus propios medios al saberse desamparada. No le costó trabajo hacer amigos y conocidos, era desinhibida y muy sociable. Sabía cómo hablarle a la gente e inspirarle confianza.
En 2018 se fue a Perú, pero regresó al año siguiente buscando ver a su hija y a su llegada comenzó esa relación con las personas equivocadas. Ángel, un hombre también de origen peruano, de unos 50 años de edad, fue quien la contactó inicialmente.
"Esas amistades eran raras, porque hasta se cambiaron los nombres cuando los conocí. Se dice que todos andaban extorsionando o haciendo fraudes, cosa que no está bien. Pero lo peor es que no se sabe de ellos. Ni el carro apareció", comentó Jessica, haciendo mención del vehículo Nissan Versa en color gris plata en el que se movían.
"La niña ya ha de tener como siete años. El papá la embarazó y se la trajo a México. Él mismo se la quitó hace unos años, sin importar que ella suplicó mucho que se la dejara", comentó la mujer que la conoció por un amigo en común.
"Desde el día 13 ya no me respondió los mensajes de WhatsApp, ni le llegaban y pensé que había cambiado de teléfono, como siempre. Un mes después supe que estaba desaparecida porque la familia desde Perú la empezó a buscar", dijo Jessica.
Una de las versiones replicada por medios locales, dice que viajaron al municipio de Atotonilco y ahí, a través de engaños y amenazas, despojaron a un adulto mayor de dinero y joyas.
Posteriormente fueron detenidos por policías municipales y luego de pagar una fianza, salieron en libertad durante la madrugada. Una cámara los captó corriendo, como huyendo de alguien y de ahí no se supo más de ellos.
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La noticia tuvo repercusión inmediata cuando la familia metió presión en la embajada mexicana, incluso hubo un pronunciamiento por parte del fiscal jalisciense, Gerardo Octavio Solís, y el año pasado se logró la detención de cinco policías municipales por el delito de desaparición forzada, pero de las víctimas no se sabe nada. Tal vez fueron entregadas al crimen organizado.
"Ahí donde rentaba ella ya están viviendo otras personas, no sé qué hicieron con sus cosas, en eso no me meto. Pero ahí se quedó un vestido que le iba a dar a la niña cuando regresara, uno de princesa", dijo Jessica.
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