“Me saludas a toda la banda; ya me voy” fue la última frase que dijo “El Pulga” a su amigo “Lobo” antes de morir en sus brazos por una posible congestión alcohólica en la colonia Agrícola Pantitlán.
Daniel “N” conocido como “Lobo” entre choferes y comerciantes, denunció que esperaron a la ambulancia más de una hora, pero al notar que no llegaría y que la vida de su amigo “El Pulga” estaba en riesgo, le marcaron el alto a un taxista.
“Lo estábamos cargando para subirlo al taxi y llevarlo a Balbuena, cuando se empezó a convulsionar. Entonces lo acostamos en la banqueta y le frotamos alcohol en su nuca y en la panza”, explicó “Lobo”.
Visiblemente afectado y aún con lágrimas en sus ojos recordó como sostuvo en sus brazos a Luis Fernando de 28 años y el momento en el que le extendió un bote de yogurt para que “tuviera algo en el estómago”.
Decepcionado, dijo que ya no “le entraba ningún alimento” y que lo único que pudieron hacer, fue ofrecerle unos tragos de suero para rehidratarlo ya que su piel comenzaba a descamarse.
“Yo lo cargué con mis brazos a mi Pulguita mientras esperábamos la ambulancia, todavía alcanzó a despedirse y dijo ‘Me saludas a toda la banda, ya me voy’”, mencionó mientras encendía tres veladoras blancas.Aclaró que desconocía el motivo por el que había prendido las velas, pero que en su niñez su madre le explicó que era para iluminar el camino a los difuntos y brindarles paz y serenidad.
El fuerte viento que soplaba sobre la calle Puebla apagaba constantemente las tres veladoras; con trabajos -por estar bajo los efectos del alcohol- “Lobo” caminaba de nuevo hacia el cordón de seguridad y las encendía de nuevo.
Daniel y otros compañeros de “El Pulga” permanecieron en todo momento cerca del cuerpo y preguntaron a una funeraria sobre los costos para darle sepultura.
“Nos cobran 16 mil pesos para que lo entreguen, pero no mames ¿De dónde?”, reviró otro sujeto que regularmente pernocta en la vía pública por sus limitantes económicas.
Al cuestionarles sobre por qué Luis Fernando deambulaba en las calles a tan temprana edad y consumía alcohol hasta la inconsciencia, sus amigos respondieron qué era un caso extraño.
“Era un niño de casa y lo tenía todo; su familia hace pantalones de mezclilla y tiene un chingo de dinero.
Hasta su mamá tiene un Camaro blindado y tiene otras dos camionetas, pero el chavo prefirió el desmadre, el alcohol y la calle”.
Afirmaron que desde hace diez años se le veía en las calles de la colonia bebiendo licor de caña e inhalando solventes, razones por las que su familia prefirió olvidarlo.
Desde la tarde del pasado 25 de julio hasta el momento de su muerte, se quedó a un costado de una tienda departamental, en los límites con el municipio Nezahualcóyotl, Estado de México.
Sus últimas 72 horas de vida padeció hambre, frío y los estragos de 10 años de excesos; pese a que su familia fue informada a tiempo del suceso, “El Pulga” murió solo, en la calle, únicamente con sus amigos de parranda que custodiaron su cuerpo.
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