Ellos pagan sus crímenes, su familia ruega que no se contagien del Covid-19 en la cárcel

Denuncian falta de atención, medicamentos y mala comida

Antonio De Marcelo | La Prensa

  · lunes 18 de mayo de 2020

Foto: Archivo | La Prensa

Samatha “N” ve llegar otro fin de semana, desde un día antes se preparó para ver a su esposo en el penal, donde ya purga una larga condena, ya hace mucho de esto, dice que ya hasta casi olvidó la razón por la que fue castigado a tanto tiempo, esto no impide que cada fin de semana acuda a visitarlo. Ahora con la emergencia sanitaria pensó que las cosas cambiarían, pero siguieron igual o peor en esta prisión, donde cada día hay más contagiados, según le ha contado durante los momentos en que pueden platicar.

Por ahora, ni pensar en la visita íntima, esa fue suspendida y crecieron las exigencias en materia de salud para cruzar los retenes de seguridad, desde la calle hasta la zona de visita, que aún parece un tianguis.

Antes de llegar hasta él, debe soportar las revisiones y “sanitización”, aunque ella duda que sirva de algo, pues al pasar vio un mechudo “todo puerco con el que removieron el sanitizante en el piso”, en otra área le pusieron un poco de gel con el despachador, pero apenas sirvió para envolver sus manos.

Así, recorrió los pasillos con su bolsa de plástico en la mano, pensando si le gustaría el espagueti y la carne que le llevó. Ella quisiera meter pan de dulce, pero no está permitido, lo mismo que las frutas.

En este camino recuerda las pláticas en la fila de espera, donde los mitos de una y otra cárcel de la ciudad se suceden, uno tras otro: “dicen que en el penal de Neza echaron el desinfectante encima de los internos, y uno empezó a toser hasta echar sangre”. ¿ha saber? lo que sí, es que muchos hablan de muertos por Covid-19, se lo han contado familiares que están en el Oriente, en el Norte.

Son los internos de las prisiones en México, un sector desprotegido ante la pandemia de Covid-19, que ya ha cobrado miles de vidas a nivel nacional, mientras que los números de Personas Privadas de su Libertad es una cifra negra, lo que pone muy nerviosos a familiares.

Así ha quedado de manifiesto con los motines en penales mexiquenses y capitalinos, él último de ellos en Chalco, Estado de México, donde familiares de los internos intentaron dar portazo, luego de un levantamiento al interior del centro de Readaptación.

Para las autoridades todo inició con una pelea entre una decena de internos, según la nota del periodista Álvaro Velázquez, quien reportó que la trifulca inició en el dormitorio cinco, lo que dejó un saldo de cuatro personas heridas.

Donde la crisis ya se agravó es a nivel federal, pues la Secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) ha dado a conocer que de los más de 192 mil Personas Privadas de la Libertad (PPL) que hay en cárceles federales, ya se detectó más de un centenar de infectados por Covid-19, hasta la semana pasada.

Esto ya ocasionó que, familiares de internos se queden a las afueras de penales tanto en la Ciudad de México como en el Estado de México, en tanto se han enviado a zonas aisladas a los internos que presentan síntomas de Covid-19, y los más graves fueron enviados a distintos hospitales.

En medio de todo esto, las familias de estas Personas Privadas de la Libertad (PPL) ruegan por que no contraigan este mortal virus llamado Coronavirus o Covid-19. Unas rezas desde casa, otras se han apostado fuera de los penales y no les importa su seguridad, o pelean con custodios y policía para saber de ellos.

Ellos dicen que son inocentes, su familia lo cree, pero hay un sistema de justicia que los ha procesado y en muchos casos hasta sentenciado a pasar años a la sombra, lo que no acaba con la esperanza de madres, esposas e hijos, quienes ruegan porque no se contagien del virus, como lo han dado a conocer a través de videos a La Prensa.

Las denuncias son muchas, pero se hacen una sola cuando una y otra madre o esposa pide en estas grabaciones, que no les den comida echada a perder, que permitan darles medicamentos, porque desde fuera son testigos de las noticias diarias que en cada corte agregan decenas, cientos de muertos.

Como medida paliativa ocurrió un proceso de preliberación, al que sumaron a la población carcelaria en estado vulnerable, es decir: adultos mayores, diabéticos, hipertensos o con otras enfermedades, que estuvieran por delitos menores, en otros como en el Estado de México hubo traslados para preservar la salud.

De los pocos casos que se conocen, está el de Moisés Escamilla May “EL Gordo May”, líder de una célula Zeta en Quintana Roo, quien falleció en el Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) número 2 “Occidente”, en El Salto, Jalisco.

Para evitar contagios ya se implementaron medidas, como en el Reclusorio Norte, donde la visita íntima fue suspendida definitivamente, y se ha pedido a los internos que pidan a su familia no acudir al menos unos 15 ó 20 días.

Cubrebocas, guantes o mascarillas deben ser proporcionadas por los familiares, denuncian abogados de internos y familiares.

En otros Centro de Readaptación como el Oriente y Sur se restringió la visita y la información sobre personas infectadas es gota a gota, dicen familiares.