“El Pocho”, un joven recolector de basura en la Central de Abasto se convirtió en el héroe de una familia de ocho integrantes, al cargar sobre sus brazos a un menor con discapacidad motriz y ponerlo a salvo del incendio que consumió los cinco campamentos populares.
“Mi hijo no puede moverse y yo ya estoy muy grande para cargarlo. Cuando escuché la explosión y vi la lumbre nomás pensé en cómo lo iba a salvar, no lo iba a dejar aquí en la casa”, narró a La Prensa una mujer de la tercera edad que prefirió no dar su nombre.
La madre de tres hijos explicó que las decenas de familias que pernoctaban en el terreno se vieron en una situación comprometida ya que el fuego formó un “circulo” alrededor de todas las casas y chozas improvisadas con madera, cartón y trozos de metal.
“Vi como todos empezaron a correr para salvarse, ni tiempo nos dio de juntar nuestras cositas. Ya no sé qué hacer porque ahí se quedaron todos los papeles de mis niños y apenas les iban a dar unos apoyos”, agregó la mujer.
A punto de soltarse en llanto por haber perdido todas sus pertenencias -producto de 10 años de arduo trabajo- en el rostro de la mujer se dibujó una sonrisa al recordar el acto heroico de un joven vecino, del cual sólo conocen su sobrenombre “El Pocho”.
Un hombre de mediana edad que se dedica a la recolecta de cartón en los pasillos de la Central de Abastos y del que se sabe poco, ya que la mayor parte del tiempo se encuentra bajo los efectos de bebidas embriagantes.
“El Pocho” conversó brevemente con La Prensa y dijo que se trató solamente de un reflejo; que, al escuchar los gritos de aquella madre, no podía escapar sin brindarle su apoyo. Por eso, ingresó a la choza, cargó al joven discapacitado y lo puso a salvo unos metros adelante.
Horas después, las decenas de familias se colocaron en las aceras peatonales para lamentar lo ocurrido, pero también para agradecer que todos sus integrantes resultaron ilesos y se encuentran juntos.