A una sola voz -familiares, amigos, conocidos y vecinos de la menor Fátima Cecilia “N”- clamaron justicia para que este feminicidio no quede impune y se localice a las personas que participaron en el hurto y homicidio de la menor.
La solidaridad se apoderó de la comunidad del barrio de Santiago Tulyehualco ya que, desde las primeras horas de este martes se pudieron observar muestras de apoyo a la familia afectada.
Un grupo de varias mujeres amaneció junto con la caja fúnebre en donde yacieron los restos de la pequeña Fátima Cecilia hasta el amanecer de este martes, posteriormente, otras mujeres fueron llegando a relevarlas.
A lo largo de la mañana, decenas de vecinos arribaron al domicilio de la víctima y su familia para dar muestras de afecto y pronunciar oraciones con el fin de desear un eterno descanso en paz.
La comunidad de Santiago Tulyehualco intentó apoyar en todo momento a los padres, tíos y abuelos de Fátima, aunque no hubo palabras que evitaran que los afectados se soltaran en llanto al escuchar el nombre de Fátima.
Cerca de las 16:00 horas, los restos de la estudiante de primaria fueron apartados del cuarto de escasos 25 metros cuadrados para comenzar una caminata por calles de las alcaldías Tláhuac y Xochimilco.
El cortejo fúnebre caminó sobre la Calzada Tláhuac-Tulyehualco hasta la escuela en donde estudiaba la menor, en donde fue vista por última vez con vida y en donde presuntamente una vendedora de frituras la sustrajo ilegalmente.
Frente a la fachada del centro educativo, los residentes pasaron lista al alunado y cuando se mencionó el nombre de Fátima Cecilia -al unisonó- todos gritaron“¡Presente!”.
El continente se vistió de flores multicolores, globos blancos, música regional tradicional mexicana, porras, muestras de apoyo a la familia y denuncias a las dependencias encargadas de procurar justicia en la Ciudad de México.
Conductores de transporte público, vecinos y comerciantes que transitaban por la zona dieron su apoyo incondicional al coadyuvar en los cierres a la circulación, sonaron sus cláxones y pausaron sus actividades para brindar aplausos. Choferes de microbuses escribieron en sus parabrisas frases luctuosas.
Varios kilómetros más adelante, la caravana fúnebre arribó al Panteón Comunitario del Barrio de Santiago Tulyehualco para sepultar el cuerpo de la menor, quien fue sustraída, asesinada y abandonada en un predio baldío de la misma comunidad.
Momentos antes de ser enterrada, un circulo cercano de familiares rodeó la caja fúnebre y en medio de sollozos se fueron despidiendo uno a uno; el ritual terminó con una serie de discursos católicos.
Durante todo el día, hombres y mujeres de la comunidad afirmaron tener miedo por sus familiares vulnerables, como menores de edad, mujeres y personas de la tercera edad: “ya no pueden salir a la calle con seguridad (…) hoy fue Fátima ¿Mañana quién va a ser? ¿Mi hija, mi sobrina, mi esposa o mi madre?” cuestionaron mientras permanecían en la periferia del hogar de Fátima Cecilia y su familia.