Antonio "N", apenas podía creer lo que había ocurrido. Un vehículo a toda velocidad lo embistió y lo lanzó varios metros cuando intentaba cruzar el Eje 4 Sur Xola, en esquina con calle Alfonso XIII, a unos metros de Calzada de Tlalpan, en la colonia Álamos, en la alcaldía Benito Juárez. Iba rumbo a la escuela.
"Yo solo vi el carro que venía de frente y no se detuvo, sentí miedo y preocupación. Me aventó y se siguió. Caí de espaldas y la mochila amortiguó el golpe. Lo único que pensé fue que el conductor no tenía humanidad", dijo el joven de 19 años, que cursa el último semestre de preparatoria en el del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Oriente, ubicado en la alcaldía Iztapalapa.
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Antonio, quien tiene claro que al egresar de la formación media superior quiere ingresar a las filas del Ejército Mexicano, salió de su domicilio localizado muy cerca del Metro Nativitas, con la idea de llagar a tiempo a tomar la clase de Estadística y Probabilidad, impartida por el profesor Gamar Zaid.
La imprudencia del conductor de un Chevrolet tipo Sonic, en color azul, estuvo a punto de cambiarle la vida al hijo intermedio de la familia compuesta por 5 integrantes. Su rostro reflejaba nerviosismo en todo momento.
Testigos de los hechos ocurridos durante la tarde de este martes, impresionados e indignados al ver la acción de indolencia del hombre tras el volante, quien no disminuyó su marcha y de forma contraria, aceleró para evadir su responsabilidad, se acercaron intentando ayudar a la víctima.
"Yo me quedé tirado porque las personas que se acercaron a auxiliarme me dijeron que no me moviera. Sentía dolor en la espalda y en la pierna. No pude llamar porque mi teléfono se quebró todo en la caída", comentó Antonio, quien increíblemente, únicamente resultó con golpes leves y una torcedura de tobillo.
Durante los primeros segundos, después de haber caído sobre el suelo, la idea de haber sufrido una fractura grave que le impidiera en próximas fechas realizar los exámenes correspondientes para ingresar a la institución castrense, le causó terror. Poco a poco se dio cuenta de que podía mover sus extremidades sin mayor problema, más allá del dolor.
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Su padre, el señor Edgar, fue el primero en enterarse de lo ocurrido y se trasladó al sitio temiendo lo peor. "Su hijo acaba de sufrir un accidente", le dijo por teléfono una persona que llamó desde su celular para avisarle. Llegó buscando a Antonio con desesperación.
Luego de que policías y paramédicos llegaran al sitio, el estudiante fue valorado y tras colocarle una férula en el pie derecho, se determinó que podía retirarse por sus propios medios a casa. El susto duró unos segundos, pero la anécdota la recordará toda la vida.
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