Nairobi.- En plena alarma mundial ante la quema indiscriminada de la cuenca del Amazonas, una imagen satelital difundida esta semana por la agencia aeroespacial de EE. UU. (NASA) reveló, para sorpresa de muchos, que África central alberga más fuegos activos que la Amazonía, lo que ha causado bastante revuelo.
Sin embargo, no se trata de situaciones comparables ya que, según apuntan ambientalistas y fuentes oficiales de los países africanos más afectados -Angola y la República Democrática del Congo (RDC)- el tamaño, naturaleza y origen de estos incendios diverge de aquellos que continúan arrasando el norte de Brasil.
A vista de pájaro, los miles de puntos rojos que identifican los incendios activos en Angola (un total de 6.902) triplican en número a los fuegos brasileños (2.127), que a su vez son superados por aquellos que, desde hace semanas, queman partes del sur de la RDC (3.395), según la NASA.
"Es indiscutible que hay fuegos en la cuenca del Congo (parte de África Central drenada por el río Congo y sus afluentes), pero la principal diferencia es que se trata de incendios en áreas de sabana", explica a Efe Irene Wabiwa, responsable forestal de Greenpeace para África.
"La mayoría de los fuegos en Angola se dan en la sabana mientras que en la DRC sí que podemos ver algunos en zonas boscosas, pero que responden a actividades humanas de pequeños agricultores", añade Wabiwa.
Ante la polémica generada en los últimos días por esa información, el propio presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a considerar la posibilidad de "poner en marcha una iniciativa similar a la del Amazonas" para salvar de las llamas a los bosques de África subsahariana, según anunció este martes desde el G7 (grupo de los siete países más desarrollados) en Biarritz (Francia).
Sin embargo, algunos gobiernos africanos han quitado hierro a esa sensación de urgencia difundida por Occidente, al recordar que la mayoría de esos "pequeños focos", como denominó el Ministerio de Medioambiente de Angola a los fuegos, sirven como técnica de desbroce o para la producción de carbón vegetal entre las poblaciones más pobres.
"Los casos detectados por el satélite MODIS (de la NASA) utilizados solo como estadísticas (número de casos) pueden llevar a una dramatización de la situación y desinformar a los más imprudentes", detalló esta semana el Ministerio de Medioambiente angoleño en un comunicado.
"Sucede que en esta época del año, en varias regiones de nuestro país, los campesinos hacen uso de quemas con el fin de preparar las tierras para el cultivo ahora que se aproxima la época de lluvias; práctica que, a pesar de no ser la más aconsejable, es habitual", agregó el Gobierno de Angola.
RIESGO PLAUSIBLE
Sin embargo, el hecho de que estos fuegos, en su mayoría, sean controlados no significa que no constituyan un riesgo para el bienestar de la cuenca del Congo, como advierten grupos ambientalistas, ni que sus partículas y gases tóxicos no impacten de forma negativa en el planeta y en la fauna autóctona.
"Estos fuegos se repiten desde hace muchos años, desde hace siglos a modo de técnicas agrícolas comunitarias, pero los riegos que acarrean hoy en día son mayores que en el pasado", remarca Wabiwa, quien culpa de ese mayor riesgo a la crisis climática.
"La región de la cuenca del Congo comienza a sentir el impacto del cambio climático debido a la creciente deforestación, menos lluvias y un aumento de la temperatura; factores que combinados provocan que el bosque sea ahora más vulnerable al fuego", advierte la ambientalista.
Las poblaciones indígenas de la Amazonía y África comparten también ese miedo de un futuro menos halagüeño, por lo que hoy hicieron pública una carta, dirigida a los delegados de todo el mundo que abordan esta semana en la sede de la ONU en Nairobi los pasos a dar para actualizar el Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB) de Naciones Unidas, con el fin de exigir mayor protección.
"Nuestras tierras natales están ardiendo. Nuestros medios de vida están en llamas", advierte la misiva publicada en el diario local keniano Daily Nation y firmada, entre otros organismos, por el Comité Coordinador de Pueblos Indígenas de África (IPACC), formada por 150 organizaciones de pueblos indígenas en 20 países africanos.
"Les pedimos que hablen y defiendan el papel de la sociedad civil en el CDB, y que se unan a la petición de proteger la biodiversidad de la mitad de nuestro planeta, mientras se gestiona la otra mitad de manera sostenible", concluye la carta.
La selva de la cuenca del Congo es considerada el "segundo pulmón verde" del planeta detrás de la Amazonía, capaz de absorber toneladas de C02 y servir de refugio a especies en extinción, distribuidas en sus más de dos millones de kilómetros cuadrados a lo largo de la RDC, Angola, Congo-Brazaville, Camerún y la República Centroafricana, entre otros países vecinos.
"Los gobiernos de la cuenca del Congo deben actuar ahora y garantizar que estos incendios permanecen bajo control y no alcanzan selva tropical", urge Wabiwa, que anima a la comunidad internacional -especialmente a la Unión Europea- a impulsar medidas para detener las actividades industriales (minería, tala, plantaciones de palma) que hacen cada día de la selva un oasis más vulnerable. EFE
GB