“Nos movilizamos contra las injusticias del gobierno y la violencia del Estado, por eso dejamos de callar para gritar que ¡si tocan a una, nos tocan a todas!”, gritaron miles de mujeres en el Zócalo de la Ciudad de México.
¿Cómo no tomar las calles, cómo no sentir esta rabia que dejamos en los vidrios, en los muros, en los monumentos? “No podrán con nosotras porque estamos dispuestas a quemarlo todo, a hacer volar este orden patriarcal por los cielos hasta que obtengamos justicia y una vida digna de ser vivida.
“Estamos hartas y no dispuestas a seguir tolerando las vejaciones y agresiones que significa la violencia machista y patriarcal. No se entiende que el deber del Estado no es vender billetes de lotería o cuidar las puertas de Palacio Nacional”.
“Su deber, su obligación es garantizar el derecho humano a la vida de las mujeres, a vivirla libre de violencia. Eso dice la ley, pero también lo dicta la ética y la razón.
“La saña policiaca no es tan dura con los feminicidas como contra las mujeres, pero no van a impedir que suene nuestra voz, nuestro grito, nuestro paso porque estamos decididas”, indicaron las activistas en el templete instalado en el Zócalo.
En la marcha multitudinaria resaltaron: “nuestra movilización es por los plenos derechos y respeto a la diversidad sexogenérica! ¡Basta de crímenes de odio! ¡Basta de asesinatos de mujeres!
Todo ello sucede en la total impunidad, con un gobierno que está más ocupado en insultarnos y justificarse que en implementar una política eficiente y eficaz que revierta la desigualdad causante de la violencia machista.
En el mitin en el Zócalo capitalino, el cual inició pasadas las 15:30 horas, diversas activistas leyeron el pronunciamiento del Todas Juntas y Organizadas, donde exigieron justicia, para las miles de mujeres asesinadas.
El dolor y la rabia “nos ha hecho coincidir a todas, hoy, aquí. “En estas últimas semanas hemos llorado a solas y hemos llorado con otras, nos hemos abrazado con nuestras amigas, con nuestras hermanas para poder soportar la indolencia de una ciudad, un país, un Estado, una sociedad que han sometido a las mujeres a la cotidiana brutalidad de la violencia machista”.
En estas últimas semanas hemos sido testigas, de que el odio sobre nuestros cuerpos se acrecienta en el país. Con las imágenes de terror de nuestros cuerpos violentados el patriarcado nos envía el mensaje: ¡muertas antes que libres!
Nuestra sangre, nuestros cuerpos destrozados se ponen a la venta en el mercado del morbo. Y por mucho tiempo los gritos desgarradores de las mujeres, se desvanecieron en el desinterés de las autoridades, “hemos sentido el aguijón de la angustia cuando pensamos en nuestras hijas, primas, sobrinas, nietas, y miramos los ojos de Fátima en sus rostros”.
Este 8 de marzo, en todo el mundo inundamos las calles con nuestra fuerza, en una jornada histórica donde millones en todo el mundo alzamos la voz como una sola, demostrando que estamos juntas y organizadas.
“Estamos convencidas de que no podrán con nosotras porque estamos dispuestas a quemarlo todo, a hacer volar este orden patriarcal por los cielos hasta que obtengamos justicia y una vida digna de ser vivida.
Por el contrario, mientras el número de feminicidios crece, éste es el año con el recorte presupuestal más grande contra las mujeres (aunque le hayan ataviado con un tramposo y burdo maquillaje insostenible)”.
Hay un claro desprecio a las políticas públicas con perspectiva de género. Una omisión que también implica la violación masiva de nuestros DDHH.
Ante miles de mujeres que no dejaron de corear “ni una más, ni una más, ni una asesinada más… cuidan paredes y no a las mujeres, acusaron que el gobierno no entiende que no es con la militarización ni con la Guardia Nacional como se revierte la violencia machista y patriarcal.
Porque ante denuncias de violación, feminicidio y violencia hacia nosotras ese Estado protege a los hombres con los pactos patriarcales, sin importar clase económica o social siempre se nos culpabiliza a nosotras y se pone en cuestión nuestra palabra.
“Ahí están los líderes de las iglesias, los dueños del dinero, los partidos políticos del Congreso, al servicio de los empresarios, intentando ordenar cómo debemos protestar contra ellos y en el colmo de la provocación ridícula, dándonos un permiso que no necesitamos y que repudiamos.
Nuestra batalla es enorme. Y es enorme porque peleamos por la vida y la libertad, necesitamos seguir luchando juntas, multiplicando nuestras trincheras de lucha porque peleamos por la vida y la justicia contra un mundo capitalista y patriarcal que nos quiere o a su servicio o muertas.
“Porque nos impiden el ingreso al empleo o nos despiden por estar embarazadas, aún y cuando está prohibido en la ley laboral. Además de que seguimos ganando 23% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo.
Luchamos por la feminización y democratización, autonomía e independencia política de los sindicatos, por la instauración de protocolos contra la violencia laboral; contra el outsourcing, los contratos simulados y la continuidad de los despidos en la 4T, que afectan particularmente a las mujeres en esta lógica neoliberal, que busca arrebatarnos los derechos conseguidos luego de siglos de lucha, incluido el derecho a la salud”.
EG