/ domingo 12 de mayo de 2019

Jesús Malverde, el santo apócrifo que mueve multitudes

Se cumplieron ya 110 años de su muerte y 50 desde que se erigió la capilla actual

Amanece en Culiacán y los residuos de una escandalosa noche apenas son recogidos por los voluntarios. Botes de cerveza, botellas de licor e incontables colillas de cigarro inundan la banqueta frente a la Capilla de Malverde, que desde la medianoche retumbaba al ritmo de las mañanitas con tambora y acordeón.

Se cumplieron ya 110 años de su muerte y 50 desde que se erigió la capilla actual a Jesús Malverde, un santo apócrifo parido de la esperanza del pueblo de a pie, que desde hace algunas décadas es patrono del narcotráfico, bañando de oro y sangre, la figura religiosa más popular e importante en Sinaloa.

Foto: Cuartoscuro

El festejo comienza desde la madrugada del 3 de mayo, cuando músicos y fieles al culto del santo popular acuden a la vieja capilla frente al Palacio de Gobierno deSinaloa. Todo inicia con las obligadas mañanitas, nunca suficientes para el agradecimiento de sus creyentes.

Cuando el sol dibuja los contornos delos vitrales en la capilla comienzan a llegar más fieles que discretamente van y agradecen los milagros al busto de yeso; una rociada de agua bendita y un beso en la frente son el ritual constante de los visitantes.

Otros tantos tienen un recorrido más pausado tras un largo viaje, piden un favor más, un impulso de fe que les ayude a alcanzar su sueño. El santo no cuestiona, no juzga y, según los fieles, ayuda sin distinción.

Foto: Cuartoscuro

“El hombre nunca me ha fallado, ¿cómo crees que le voy a fallar yo?”, dice una fiel creyente a los músicos después de pedirles el corrido de Jesús Malverde, de los Cadetes de Linares, mientras deja un robusto sobre de dinero en las alcancías frente a su efigie.

El desfile inicia. El busto sale en manos del encargado de la capilla, Jesús González, hacia la camioneta Ford ya tradicional en este festejo. Las manos de los fieles se estiran para rosar la divinidad de un noble ladrón.

“Ábranle una valla al patrón, gentes”,vocifera un sujeto de lentes oscuros e incontables collares del santo colgando de su cuello.

Con infinita suavidad colocan el busto en el cofre de la camioneta y la lluvia de licor comienza: whisky y champaña bañan la frente de Malverde, efervescencia de fe y folklore en su máxima expresión.

El camino se vuelve fiesta y la fiesta excesos. El desfile es intocable, todos son amigos, todos son hermanos y nadie juzga al de su derecha, el “gallo” es rolado entre los que se acerquen y la cerveza no deja de salir de la camioneta, así como los presentes para los fieles: playeras, paraguas, llaveros y sombreros.

Todo termina cómo empezó, con alegría y hermandad efímera. Culiacán termina con el surrealismo y continúa con su ritmo normal. Malverde vuelve a su capilla, donde cada día, aún sin desfile y verbena, quien alguna vez fuera Jesús JuárezMazo, salteador de caminos, es venerado y respetado.

Amanece en Culiacán y los residuos de una escandalosa noche apenas son recogidos por los voluntarios. Botes de cerveza, botellas de licor e incontables colillas de cigarro inundan la banqueta frente a la Capilla de Malverde, que desde la medianoche retumbaba al ritmo de las mañanitas con tambora y acordeón.

Se cumplieron ya 110 años de su muerte y 50 desde que se erigió la capilla actual a Jesús Malverde, un santo apócrifo parido de la esperanza del pueblo de a pie, que desde hace algunas décadas es patrono del narcotráfico, bañando de oro y sangre, la figura religiosa más popular e importante en Sinaloa.

Foto: Cuartoscuro

El festejo comienza desde la madrugada del 3 de mayo, cuando músicos y fieles al culto del santo popular acuden a la vieja capilla frente al Palacio de Gobierno deSinaloa. Todo inicia con las obligadas mañanitas, nunca suficientes para el agradecimiento de sus creyentes.

Cuando el sol dibuja los contornos delos vitrales en la capilla comienzan a llegar más fieles que discretamente van y agradecen los milagros al busto de yeso; una rociada de agua bendita y un beso en la frente son el ritual constante de los visitantes.

Otros tantos tienen un recorrido más pausado tras un largo viaje, piden un favor más, un impulso de fe que les ayude a alcanzar su sueño. El santo no cuestiona, no juzga y, según los fieles, ayuda sin distinción.

Foto: Cuartoscuro

“El hombre nunca me ha fallado, ¿cómo crees que le voy a fallar yo?”, dice una fiel creyente a los músicos después de pedirles el corrido de Jesús Malverde, de los Cadetes de Linares, mientras deja un robusto sobre de dinero en las alcancías frente a su efigie.

El desfile inicia. El busto sale en manos del encargado de la capilla, Jesús González, hacia la camioneta Ford ya tradicional en este festejo. Las manos de los fieles se estiran para rosar la divinidad de un noble ladrón.

“Ábranle una valla al patrón, gentes”,vocifera un sujeto de lentes oscuros e incontables collares del santo colgando de su cuello.

Con infinita suavidad colocan el busto en el cofre de la camioneta y la lluvia de licor comienza: whisky y champaña bañan la frente de Malverde, efervescencia de fe y folklore en su máxima expresión.

El camino se vuelve fiesta y la fiesta excesos. El desfile es intocable, todos son amigos, todos son hermanos y nadie juzga al de su derecha, el “gallo” es rolado entre los que se acerquen y la cerveza no deja de salir de la camioneta, así como los presentes para los fieles: playeras, paraguas, llaveros y sombreros.

Todo termina cómo empezó, con alegría y hermandad efímera. Culiacán termina con el surrealismo y continúa con su ritmo normal. Malverde vuelve a su capilla, donde cada día, aún sin desfile y verbena, quien alguna vez fuera Jesús JuárezMazo, salteador de caminos, es venerado y respetado.

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