Tras las consabidas polémicas, Oaxaca se convirtió en la segunda entidad federativa en despenalizar el aborto. Pero el caso en esta entidad es el paradigma, usado como arma ideológica para la solución de los problemas acendrados en la más profunda e indignante pobreza que ningún gobierno, ni siquiera los de izquierda, han resuelto con determinación. En el fondo también es una crisis de humanidad que padece la nación mexicana, consideró el Centro Católico Multimedial.
Lo visto el sábado 28 de septiembre en la Ciudad de México, en el marco del Día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro, es la lamentable acción de grupos que han hecho de la intolerancia y agresión las armas perfectas para violentar los derechos de terceros y dañar el patrimonio nacional, lamentó.
Las vallas humanas de ciudadanos en torno a los templos fueron la demostración de que hay personas dispuestos a defender pacífica y públicamente las otras libertades como condición necesaria para la convivencia de un estado democrático.
Esos ciudadanos, además de ser fieles creyentes, no consideraron que la tibieza de tuits fueran respuesta a los grupos radicales. La demostración activa como resistencia ante la agresión, fue la idónea para decir que hay otros que no piensan como las feministas para expresar que existen soluciones más allá de la violencia ideológica que llega hasta el vientre de las mujeres.
El Código Penal de la entidad ahora tolera la interrupción del embarazo hasta la doceava semana sin consecuencia legal alguna como sucede en la capital del país desde 2007 cuando la práctica del aborto avanzó a pasos agigantados hasta que, por la reforma política del Distrito Federal y la promulgación de la nueva Constitución de la Ciudad de México, se ha tolerado y reconocido lo que es llamado “derecho” de las mujeres para liquidar la vida fruto de la concepción que se desarrolla en el vientre. En poco más de una década, 209 mil abortos se han provocado en la Ciudad de México.
El CCM, en su editorial titulada “Oaxaca, el aborto como arma contra la pobreza”, resaltó que aun cuando la Constitución oaxaqueña dice reconocer a la persona desde el momento mismo de la “fecundación” y proteger el derecho a la vida, la despenalización del aborto podría abrir una batalla legal hasta llegar hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Comentó que el otro frente abierto es el de los grupos feministas en el Congreso de la Unión que dan la batalla por llevar el “aborto seguro” a las clínicas y hospitales dependientes de las autoridades federales. Un golpe se asestó cuando en agosto pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Unión se pronunció por la legalidad y constitucionalidad de la modificación de Norma pro aborto, la NOM 046-SSA2-2005, en los casos de violación.
Pero la batalla escala a otros niveles. Los bandos contendientes la llevan a la arena pública al considerar que esto es un conflicto ideológico entre conservadores doctrinarios y liberales radicales.
Las reformas a las leyes locales y las interpretaciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sólo cubren las deficiencias que hemos padecido como país desde hace tiempo en cuestiones como el respeto a la dignidad de la mujer, la promoción del ejercicio de la sexualidad de manera responsable, las escasas oportunidades de los jóvenes para integrarse a la vida laboral y productiva, el abandono de la juventud al carecer de políticas concretas y efectivas que vayan formándolos integralmente desde la niñez, las agresiones cada vez más crecientes contra niñas y niños y la ausencia de convicciones firmes que desde la familia se otorguen a los niños para cambiar la mentalidad nefasta que ha propiciado al aborto como solución.