Una de las promesas más sonadas que llevaron a Andrés Manuel López Obrador a la presidencia fue devolver a las fuerzas armadas a los cuarteles y profesionalizar a las corporaciones policiales. Sin embargo, los “abrazos y no balazos” tuvieron por protagonistas a los cientos de soldados, marinos y guardias nacionales que han tomado el encargo de la seguridad pública por órdenes del comandante supremo, señaló el Centro Católico Multimedial.
Resaltó que el vertiginoso ascenso de los militares en temas de seguridad es evidente y preocupante. La próxima titular del poder Ejecutivo realizará lo que su antecesor no pudo: Sectorizar a la Guardia Nacional (GN) en el poder militar, incumpliendo la palabra para que esa corporación que destronó a la Policía Federal estuviera encabezada por un mando civil.
A poco menos de dos meses para el relevo en la titularidad del Poder Ejecutivo, el recuento de daños y de fallas en el gobierno son preocupantes y desoladoras. AMLO nunca aceptará lo que incumplió, por el contrario, el reino de los “otros datos” es una especialidad del gobierno de la mal llamada transformación.
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“Si hay violencia, para el presidente el país está en paz; si hay desesperación para AMLO sólo existe la felicidad; si hay desplazados para el menguante gobernante sólo es un tema local”, citó.
En el editorial “desmilitarización, una promesa fallida”, señaló que el 23 de julio, la organización “México Evalúa”, publicó un revelador informe sobre cómo las fuerzas armadas han venido escalando de forma silenciosa y contundente.
El estudio expone las diferentes entidades de la Federación cuyas Secretarías de Seguridad Pública y Protección Ciudadana están bajo el mando de militares, indicó.
El organismo católico refirió que el análisis “la Otra Militarización. Fuerzas Armadas al frente de instituciones estatales de seguridad pública en México, 2011- 2024” reconoce que aunque “las designaciones de miembros de la Secretaría de la Defensa (Sedena) al frente de las secretarías estatales de seguridad pública han ido a la baja desde 2011, los nombramientos de integrantes de la Secretaría de la Marina (Semar) han aumentado: pasaron de 3% en 2013 a 25% en 2024”.
Los Estados gobernados por el oficialismo son los que más han echado mano de mandos navales, el “60% de los secretarios de seguridad que provienen de Semar han sido designados en estados gobernados por Morena”, afirmó.
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Esto trae por consecuencia altas rotaciones en la titularidad de las secretarías estatales de seguridad pública, dificultando la continuidad de las políticas de seguridad; por otro lado, el informe señala de forma contundente que, a diferencia de los Estados con mandos civiles, en los militares hay mayores tasas en el número de homicidios: “Para 2022, los estados con Fuerzas Armadas al mando de la seguridad tenían una tasa de homicidio promedio anual de 80 por cada 100 mil habitantes, frente a una de 34 de los estados con civiles o policías”.
El CCM destacó que este aspecto no es menor. A casi seis años del inicio de un gobierno que prometió cosas distintas a las del neoliberalismo, la situación es más grave. No sólo se trata de mandos militares, también de la colusión con los líderes del crimen organizado.
Finalmente destacó que con la llegada del nuevo Secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana no habrá un golpe de timón y sí de militarización que parece infectado de otra lacra que no pudo erradicar, la corrupción especialmente provocada por los poderosos cárteles que apuntan a tener un aliado en el próximo sexenio.
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