/ domingo 25 de agosto de 2019

Muere lento la tribu africana en Tapachula

Están varados en la frontera sur, sin alimentos y recibiendo únicamente golpes físicos y psicológicos del INM

María huyó hace dos meses de Angola debido a la persecución política y social que comenzaron autoridades contra ella y muchos más.

Es activista de derechos humanos, pero en su país no hay democracia y antes de que la mataran decidió salir con rumbo hacia México. Primero atravesó todo el Océano Atlántico y llegó a Sudamérica, desde allí comenzó a escalar hasta Centroamérica, luego a la frontera sur de México, en el municipio de Tapachula.

La mujer de 46 años huyó de un infierno y llegó a otro peor, ahora permanece afuera de la Estación Siglo XXI, del Instituto Nacional de Migración, en espera de un milagro: que le den una visa o un permiso de salida para poder llegar a la frontera norte con Estados Unidos, pero ve esa posibilidad muy lejana.

Ella aprendió a hablar español gracias a las telenovelas mexicanas que son reproducidas en su país. “Son muy bonitas, allá (en Angola) son muy vistas y así aprendí a hablar este idioma”, refiere.

Foto: Eduardo Torres

Foto: Eduardo Torres

Las interpretaciones de su actores y actrices favoritos le hicieron crear una buena imagen de México, pero todo se desmoronó cuando se topó con la barrera de la Guardia Nacional, la Policía Federal y elementos migratorios que, en los últimos días, según los mismos africanos, se han dedicado a golpear a mujeres, incluso niños.

Este domingo María comió una pequeña porción de arroz que le obsequiaron. Ese fue su alimento en todo el día. Y le fue bien, porque en otras ocasiones ha tenido que comerse un par de tortillas, incluso sopa de huesos.

“Apenas poder comer, a veces hay arroz, frijoles o unas tortillas. Algunos hemos tenido que comer huesos, aquí la gente, nosotros, no tenemos a donde recurrir, por eso en la desesperación tenemos que comer lo que sea”, relata.

Foto: Eduardo Torres

Foto: Eduardo Torres

Incluso, cuenta que un grupo de monjas que llegaban a regalar ropa y alimentos fueron corridas por agentes de Migración para que no les dieran apoyo porque “está prohibido”.

“Aquí en México hay mucha xenofobia, mucho racismo, vienen muchas personas que han perdido a sus seres queridos en el camino, muchos están en situación de tristeza y duelo y tienen que venir a vivir está situación mala”, dijo.

Para María y los cientos de africanos varados en la frontera sur, el gobierno de México, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) son una mafia que se encarga de matar lentamente a los migrantes de cualquier nacionalidad.

“Yo tengo miedo porque no sé qué pueda pasar, si llueve me da temor porque no tengo dónde refugiarme, también no sé si en cualquier momento los soldados y federales nos van a atacar o golpear”, señala.

GOLPES Y TORTURA PSICOLÓGIA

La Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado en el que afirmaba que se daba la atención oportuna e integra y, sobre todo, se protegían los derechos humanos de la comunidad africana y haitiana en Tapachula, sin embargo, la realidad es otra.

Elisa, una mujer también de Angola, de un metro y 80 centímetros de estatura, aproximadamente, complexión delgada y embarazada de seis meses, narra el calvario que vivió el pasado miércoles afuera de la Estación Siglo XXI.

Foto: Eduardo Torres

Foto: Eduardo Torres

“A mi me pateó una mujer de Migración con uniforme, me dio un golpe en el estómago mientras se protestaba con bailes y sonidos, nunca agredimos a nadie, pero ella arremetió contra mí”, sostuvo.

Elisa desde ese día ha presentado sangrados debido a la lesión que le provocaron, pero no ha recibido atención médica y tampoco alguien se ha acercado para preguntarle por su condición, sin embargo, no le queda de otra y tiene que dedicarse a cocinar con pedazos de madera de sillas rotas que utiliza como leña para calentar su caldo de hueso o frijoles.

La mujer embarazada intenta seguir hablando, pero de pronto se acerca su pequeña hija de cuatro llorando por un cuadro de diarrea severo que presenta. Y nadie la ayuda, ni a ella ni a la niña.

Sólo en la semana que concluyó tres hombres convulsionaron debido a las fuertes temperaturas y cuadros de deshidratación que presentan. Elisa aún conserva en el vientre a su pequeño bebé, pero no se sabe en qué condiciones. Dana, su compañera de charla, no corrió con la misma suerte y tras convulsionar perdió a su bebé de tres meses en el vientre, tuvo que abortar.

Los africanos siguen en condiciones infrahumanas en la frontera sur de México, quieren llegar al norte, pero todo parece que la estrategia es retenerlos en el sur, muriendo lentamente.

JLP

María huyó hace dos meses de Angola debido a la persecución política y social que comenzaron autoridades contra ella y muchos más.

Es activista de derechos humanos, pero en su país no hay democracia y antes de que la mataran decidió salir con rumbo hacia México. Primero atravesó todo el Océano Atlántico y llegó a Sudamérica, desde allí comenzó a escalar hasta Centroamérica, luego a la frontera sur de México, en el municipio de Tapachula.

La mujer de 46 años huyó de un infierno y llegó a otro peor, ahora permanece afuera de la Estación Siglo XXI, del Instituto Nacional de Migración, en espera de un milagro: que le den una visa o un permiso de salida para poder llegar a la frontera norte con Estados Unidos, pero ve esa posibilidad muy lejana.

Ella aprendió a hablar español gracias a las telenovelas mexicanas que son reproducidas en su país. “Son muy bonitas, allá (en Angola) son muy vistas y así aprendí a hablar este idioma”, refiere.

Foto: Eduardo Torres

Foto: Eduardo Torres

Las interpretaciones de su actores y actrices favoritos le hicieron crear una buena imagen de México, pero todo se desmoronó cuando se topó con la barrera de la Guardia Nacional, la Policía Federal y elementos migratorios que, en los últimos días, según los mismos africanos, se han dedicado a golpear a mujeres, incluso niños.

Este domingo María comió una pequeña porción de arroz que le obsequiaron. Ese fue su alimento en todo el día. Y le fue bien, porque en otras ocasiones ha tenido que comerse un par de tortillas, incluso sopa de huesos.

“Apenas poder comer, a veces hay arroz, frijoles o unas tortillas. Algunos hemos tenido que comer huesos, aquí la gente, nosotros, no tenemos a donde recurrir, por eso en la desesperación tenemos que comer lo que sea”, relata.

Foto: Eduardo Torres

Foto: Eduardo Torres

Incluso, cuenta que un grupo de monjas que llegaban a regalar ropa y alimentos fueron corridas por agentes de Migración para que no les dieran apoyo porque “está prohibido”.

“Aquí en México hay mucha xenofobia, mucho racismo, vienen muchas personas que han perdido a sus seres queridos en el camino, muchos están en situación de tristeza y duelo y tienen que venir a vivir está situación mala”, dijo.

Para María y los cientos de africanos varados en la frontera sur, el gobierno de México, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER) son una mafia que se encarga de matar lentamente a los migrantes de cualquier nacionalidad.

“Yo tengo miedo porque no sé qué pueda pasar, si llueve me da temor porque no tengo dónde refugiarme, también no sé si en cualquier momento los soldados y federales nos van a atacar o golpear”, señala.

GOLPES Y TORTURA PSICOLÓGIA

La Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un comunicado en el que afirmaba que se daba la atención oportuna e integra y, sobre todo, se protegían los derechos humanos de la comunidad africana y haitiana en Tapachula, sin embargo, la realidad es otra.

Elisa, una mujer también de Angola, de un metro y 80 centímetros de estatura, aproximadamente, complexión delgada y embarazada de seis meses, narra el calvario que vivió el pasado miércoles afuera de la Estación Siglo XXI.

Foto: Eduardo Torres

Foto: Eduardo Torres

“A mi me pateó una mujer de Migración con uniforme, me dio un golpe en el estómago mientras se protestaba con bailes y sonidos, nunca agredimos a nadie, pero ella arremetió contra mí”, sostuvo.

Elisa desde ese día ha presentado sangrados debido a la lesión que le provocaron, pero no ha recibido atención médica y tampoco alguien se ha acercado para preguntarle por su condición, sin embargo, no le queda de otra y tiene que dedicarse a cocinar con pedazos de madera de sillas rotas que utiliza como leña para calentar su caldo de hueso o frijoles.

La mujer embarazada intenta seguir hablando, pero de pronto se acerca su pequeña hija de cuatro llorando por un cuadro de diarrea severo que presenta. Y nadie la ayuda, ni a ella ni a la niña.

Sólo en la semana que concluyó tres hombres convulsionaron debido a las fuertes temperaturas y cuadros de deshidratación que presentan. Elisa aún conserva en el vientre a su pequeño bebé, pero no se sabe en qué condiciones. Dana, su compañera de charla, no corrió con la misma suerte y tras convulsionar perdió a su bebé de tres meses en el vientre, tuvo que abortar.

Los africanos siguen en condiciones infrahumanas en la frontera sur de México, quieren llegar al norte, pero todo parece que la estrategia es retenerlos en el sur, muriendo lentamente.

JLP

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