Acapulco, el gran puerto que es visitado tanto por turistas nacionales como extranjeros. Uno de los primeros lugares turísticos que por allá entre las décadas de los 50 y los 80 fue el destino favorito de estrellas de Hollywood y de artistas europeos, hoy esa paradisiaca bahía se encuentra reducida a escombros, silencio y muerte por el paso del huracán Otis, pero la pesadilla apenas ha comenzado porque ahora los acapulqueños tendrán literalmente, que rehacer sus vidas.
Hasta ahora hemos visto la devastación en la zona dorada donde se encuentran los hoteles y los lugares exclusivos y de lujo, pero esta tragedia tiene dos caras como toda moneda, y se trata del otro Acapulco, que cuenta con sus barrios populares, donde más que turistas está la gente que vive en estas colonias, y quienes tendrán que soportar y sobrevivir por semanas, quizás meses, a la terrible debacle que dejó el fenómeno natural Otis.
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La debacle, en la marginación
En ese Acapulco, alejado de las transnacionales y de las grandes inversiones, donde cuesta trabajo pensar que no llegan las autoridades ni los medios, pero que existe, habitan miles de personas que con su esfuerzo y trabajo dan vida al “otro Acapulco”, el que luce en la zona turística.
En esas colonias o poblaciones situadas en el cerro o en la marginalidad, se encuentran campesinos, agricultores y el que posee un poco de más suerte, cuenta con algunos ejemplares de ganado y otros animalitos de granja que son el sustento de sus humildes hogares.
Y el panorama aunque cuesta creerlo, es tan variado porque también están aquellos que se trasladan desde esos apartados lugares al puerto y con su trabajo y entusiasmo le dan vida a uno de los destinos favoritos tanto de turistas extranjeros como nacionales.
Así encontramos a miles de personas que trabajan de lavalozas, meseros, cocineros, camareras, haciendo la limpieza tanto en hoteles como en hoteles lujosos. También están los choferes, taxistas, los guardias de seguridad, los que montan un puestecito de aguas, cocos, hot dogs u otros alimentos.
Los que cuentan con un poquito más de inversión y montan un negocio de comida en alguna avenida principal como la Costera Miguel Alemán Valdés o a orilla de la playa.
Todas esas personas que parecieran no ser trascendentes, pero que en realidad con su trabajo son un motor indispensable para dar funcionamiento al gran puerto de Acapulco, hoy están sumidas en la tragedia y tendrán que luchar y salir de ella como puedan, pues sus casas quedaron desolladas, a esto se suma que están incomunicadas, no tienen servicio de energía eléctrica, ni agua, internet pues las ráfagas de viento arrasaron con todo a su paso.
El panorama es desolador, al paso solo se observan avenidas, calles inundadas, árboles derribados, casas y autos destruidos, montones de basura y escombros.
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Lo perdieron todo
En zonas marginadas como El Ejido, Progreso, Clima, Morelos, entre otras, gracias al colectivo @solociudadanos, se sabe, la gente ha comenzado como puede a remover los escombros y tratar de limpiar en primera, sus domicilios, luego sus calles, pero la empresa se torna compleja por el grado de devastación que dejó el huracán.
En pocas palabras, en varias colonias, las familias lo perdieron todo y muchos se niegan a abandonar lo que quedó de sus casas.
También están en espera de que llegue la ayuda, pues los servicios se encuentran suspendidos y como pase el tiempo la situación se volverá más difícil.
Al momento, medios de comunicación y autoridades han fijado su mirada en la zona turística donde ya comienza a llegar el apoyo de la Sedena implementando en Plan DN-III, la CFE ya comienza a restablecer el servicio de energía eléctrica; Conagua empieza a surtir de pipas el abasto de agua, y se le brinda apoyo a turistas de todas las latitudes en albergues, pero “el otro Acapulco”, el marginado, también está ahí y quizás necesite de la misma ayuda.
Mientras tanto, la tragedia por el paso de Otis apenas comienza, y los acapulqueños y guerrerenses tendrán que sobreponerse a esta terrible devastación, claro, con todo el apoyo del gobierno federal.
La ciudadanía ya también comenzó a hacer su labor, llevando donaciones y la ayuda a los centros de acopio que se han abierto en casi todas las entidades del país.
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