/ domingo 19 de julio de 2020

Médicas venezolanas refugiadas laboran en hospitales de CDMX que atienden contagiados por Covid-19

Rosmary Vieras de 34 años e Iriam González de 33 años, luchan día con día para atender a pacientes

Rosmary Vieras de 34 años e Iriam González de 33 años, son dos médicas venezolanas prestan sus servicios en hospitales de la Ciudad de México; trabajan en la emergencia sanitaria para atender a pacientes contagiados de Covid-19, informó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados México.

Rosmary, quien sentía que se asfixiaba cuando inició su trabajo en el Hospital General Tláhuac, en la capital mexicana, convertido en hospital Covid-19. “Como médica internista, nunca había tenido que ponerse tanto equipo protector en su tierra natal, ni siquiera en 2009, durante la pandemia de influenza AH1N1.

Iriam, de 33 años, es médica cirujana y refugiada. Llegó a México en marzo de 2018, con su esposo e hija de tres años. Al inicio, trabajaba en un restaurante y aprovechó para revalidar sus estudios. Pudo acceder a su CURP y tramitar su cédula profesional a través de la Secretaria de Educación Pública.

Con la cédula tomó dos trabajos temporales, uno en una empresa y otro en una farmacia.

En el contexto de la pandemia abrieron varias convocatorias para reclutar profesionales de la salud que ayudaran a hacer frente a la contingencia en México. Iriam, quien tenía toda su documentación, quedó contratada en el Hospital Enrique Cabrera en la capital del país.

Rosmary platica que con el uniforme para atender a contagiados es como tener tres mil capas de ropa encima, más los lentes y la careta. Me empezó a doler la cabeza, la nariz, sentía que todo me quedaba apretado, me preguntaba, ¿será que sí voy a poder?”.

La doctora solicitante de asilo en México, llegó a México con su hija de tres años en diciembre. En el aeropuerto, estuvo a punto de ser retornada a Bogotá, desde donde salió su vuelo, pero ella se aferró a quedarse, sabía que tenía derecho a solicitar asilo, así tuviera que pasar por un centro de detención migratoria.

El organismo internacional informó también que otras 10 personas profesionales de la salud solicitantes de asilo o refugiados han sido contratadas en Ciudad de México, Aguascalientes y Chiapas, y 19 más están en proceso de serlo.

Pero ha identificado más de 100 profesionales de la salud refugiados o solicitantes de asilo en México que podrían contribuir a la respuesta del sector salud para hacer frente a la pandemia, a quienes brinda asistencia para que puedan revalidar sus estudios, tramitar sus cédulas profesionales con el apoyo de la Secretaría de Educación Pública, y postularse en las convocatorias de reclutamiento. Esfuerzos parecidos se han hecho en otros países.

Por lo que la ACNUR resaltó que Alex Svarch, encargado de la Coordinación Nacional Médica del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) manifestó que

“desde el Gobierno federal buscamos incorporar a todo el personal de la salud competente para hacer frente a esta pandemia, afortunadamente hay personas refugiadas en México con este perfil”.

Durante mayo de 2020, diez personas profesionales de la salud, refugiadas o solicitantes de asilo, fueron contratadas en México para contribuir a la respuesta del sector a la pandemia.

Sobre su experiencia de atender a enfermos con Covid-19 Iriam González dice que “el miedo como tal no lo siento, tal vez por la costumbre de estar en urgencias en Venezuela. En cirugía general recibes a heridos por arma de fuego, se amenazan de muerte, es algo que es día a día. Estás acostumbrado a manejar las situaciones de estrés del familiar, incluso a manejar la falta de insumos”.

Esperando no recibir equipo de protección, Iriam invirtió en el propio, pero para su grata sorpresa, el hospital le ha proveído de todo lo que necesita, lo que le permite concentrarse en la atención médica.

Fue Iriam quien convenció a Rosmary de presentar su solicitud para laborar en el sector salud, aun cuando todavía no contara con su cédula profesional, únicamente la revalidación de sus estudios, que le bastó para trabajar en una farmacia de una tienda de autoservicio.

Después de pensarlo mucho, Rosmary decidió postularse y en menos de una semana, había sido asignada al Hospital General Tláhuac.

“Me recibieron muy bien, la jefa de emergencias fue muy receptiva, mis colegas me agradecían que estuviera ahí. La unidad tenía dos semanas de haber abierto, ha sido bonito el apoyo, es un equipo de trabajo, nos cuidamos unos a otros”, dice.

Mariana Echandi, Oficial Nacional de Soluciones Duraderas de ACNUR México, manifestó que ante el difícil contexto que se vive, las aportaciones de las personas refugiadas son notables.


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Rosmary Vieras de 34 años e Iriam González de 33 años, son dos médicas venezolanas prestan sus servicios en hospitales de la Ciudad de México; trabajan en la emergencia sanitaria para atender a pacientes contagiados de Covid-19, informó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados México.

Rosmary, quien sentía que se asfixiaba cuando inició su trabajo en el Hospital General Tláhuac, en la capital mexicana, convertido en hospital Covid-19. “Como médica internista, nunca había tenido que ponerse tanto equipo protector en su tierra natal, ni siquiera en 2009, durante la pandemia de influenza AH1N1.

Iriam, de 33 años, es médica cirujana y refugiada. Llegó a México en marzo de 2018, con su esposo e hija de tres años. Al inicio, trabajaba en un restaurante y aprovechó para revalidar sus estudios. Pudo acceder a su CURP y tramitar su cédula profesional a través de la Secretaria de Educación Pública.

Con la cédula tomó dos trabajos temporales, uno en una empresa y otro en una farmacia.

En el contexto de la pandemia abrieron varias convocatorias para reclutar profesionales de la salud que ayudaran a hacer frente a la contingencia en México. Iriam, quien tenía toda su documentación, quedó contratada en el Hospital Enrique Cabrera en la capital del país.

Rosmary platica que con el uniforme para atender a contagiados es como tener tres mil capas de ropa encima, más los lentes y la careta. Me empezó a doler la cabeza, la nariz, sentía que todo me quedaba apretado, me preguntaba, ¿será que sí voy a poder?”.

La doctora solicitante de asilo en México, llegó a México con su hija de tres años en diciembre. En el aeropuerto, estuvo a punto de ser retornada a Bogotá, desde donde salió su vuelo, pero ella se aferró a quedarse, sabía que tenía derecho a solicitar asilo, así tuviera que pasar por un centro de detención migratoria.

El organismo internacional informó también que otras 10 personas profesionales de la salud solicitantes de asilo o refugiados han sido contratadas en Ciudad de México, Aguascalientes y Chiapas, y 19 más están en proceso de serlo.

Pero ha identificado más de 100 profesionales de la salud refugiados o solicitantes de asilo en México que podrían contribuir a la respuesta del sector salud para hacer frente a la pandemia, a quienes brinda asistencia para que puedan revalidar sus estudios, tramitar sus cédulas profesionales con el apoyo de la Secretaría de Educación Pública, y postularse en las convocatorias de reclutamiento. Esfuerzos parecidos se han hecho en otros países.

Por lo que la ACNUR resaltó que Alex Svarch, encargado de la Coordinación Nacional Médica del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) manifestó que

“desde el Gobierno federal buscamos incorporar a todo el personal de la salud competente para hacer frente a esta pandemia, afortunadamente hay personas refugiadas en México con este perfil”.

Durante mayo de 2020, diez personas profesionales de la salud, refugiadas o solicitantes de asilo, fueron contratadas en México para contribuir a la respuesta del sector a la pandemia.

Sobre su experiencia de atender a enfermos con Covid-19 Iriam González dice que “el miedo como tal no lo siento, tal vez por la costumbre de estar en urgencias en Venezuela. En cirugía general recibes a heridos por arma de fuego, se amenazan de muerte, es algo que es día a día. Estás acostumbrado a manejar las situaciones de estrés del familiar, incluso a manejar la falta de insumos”.

Esperando no recibir equipo de protección, Iriam invirtió en el propio, pero para su grata sorpresa, el hospital le ha proveído de todo lo que necesita, lo que le permite concentrarse en la atención médica.

Fue Iriam quien convenció a Rosmary de presentar su solicitud para laborar en el sector salud, aun cuando todavía no contara con su cédula profesional, únicamente la revalidación de sus estudios, que le bastó para trabajar en una farmacia de una tienda de autoservicio.

Después de pensarlo mucho, Rosmary decidió postularse y en menos de una semana, había sido asignada al Hospital General Tláhuac.

“Me recibieron muy bien, la jefa de emergencias fue muy receptiva, mis colegas me agradecían que estuviera ahí. La unidad tenía dos semanas de haber abierto, ha sido bonito el apoyo, es un equipo de trabajo, nos cuidamos unos a otros”, dice.

Mariana Echandi, Oficial Nacional de Soluciones Duraderas de ACNUR México, manifestó que ante el difícil contexto que se vive, las aportaciones de las personas refugiadas son notables.


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