La iglesia católica lamentó que México sin una política migratoria efectiva se haya sometido a los criterios e imposiciones del gobierno de Donald Trump aceptando la incoherencia de unir negocios con el derecho y la necesidad de migrar, buscando la oportunidad de una vida mejor.
De ahí que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reconoció “la necesidad de tomar decisiones valientes para evitar la imposición de aranceles a los productos mexicanos” por parte de Estados Unidos.
Pero “no en detrimento de la soberanía nacional, la dignidad y el respeto a los derechos humanos de los migrantes, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien común de los países necesitados de apoyo y desarrollo digno”.
En un mensaje de los obispos mexicanos en voz del Obispo Auxiliar de Monterrey, Alfonso Miranda Guardiola y José Guadalupe Torres Campos Obispo de Cd. Juárez y Responsable de Movilidad Humana expresó: “no se trata solo de migrantes: se trata de nuestra humanidad”. El migrantes no debe verse como objeto del cual puedo servirme y mucho menos al cual tengo oportunidad y derecho de rebajar o ignorar su dignidad.
Miranda Guardiola, Secretario General de la CEM, señaló que los muros no solo se construyen con piedras y ladrillos sino también con actitudes negativas como el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional en muestras fronteras como una solución fallida para frenar la migración; un muro no atiende a la raíz y a las verdaderas causas del fenómeno migratorio.
El combate a la pobreza y a la desigualdad en México y en Centroamérica pareciera quedar sustituido por el temor ante el otro, que es nuestro hermano, refirió la CEM.
Manifestó que el Papa Francisco nos ha exhortado a tener actitudes concretas para con los migrantes: acoger, proteger, promover e integrar. Su intención es no dejarnos llevar por el miedo a encontrarnos con el otro; ni querer protegernos levantando muros en nuestro entorno; un muro no solo protege, sino aísla del encuentro con el otro; levantarlos es dejarnos llevar por el temor y la incertidumbre.
El organismo eclesial destacó que la migración interna y externa tiene como principio el hambre, la pobreza, la violencia, y la falta de oportunidades que reclama la creación de fuentes de empleo y reconstrucción del tejido social.
“La Iglesia está convencida de que es necesaria y urgente una justa política migratoria que, por un lado, garantice un ordenado, responsable y regulado libre tránsito de personas, y que vele por los intereses legítimos de nuestra nación.
Miles de migrantes están esperando cruzar a los Estados Unidos huyendo de la violencia y la miseria en sus países de origen.
Otros tantos son detenidos y son deportados a México, ahora más bajo el programa unilateral americano “Quédate en México”, bajo el cual miles de centroamericanos, esperaran una resolución de su situación migratoria, colocándoles un brazalete electrónico y restringiéndoles su movimiento a un lugar especifico.
Los migrantes están expuestos a graves riesgos en las ciudades fronterizas impidiendo su pleno y libre acceso a la asistencia legal. Como miembros de la familia humana no podemos ser indiferentes al dolor que muchos de ellos viven y que reclama nuestra ayuda humanitaria y el respeto irrestricto a sus derechos humanos.
Las casas, centros de derechos humanos y personas laicas están respondiendo con humanidad, como es el mandato del Papa, y por ello, han sido objeto de actos de hostigamiento, criminalización y obstaculización de las labores de asistencia, protección y defensa de derechos humanos de estas poblaciones.
Como muestra, los casos más recientes son los ocurridos en el Centro de Atención al Migrante Exodus, en Agua Prieta, Sonora, con la Guardia Nacional; Casa del Migrante de Saltillo con la Policía Federal; DHIA y Uno de Siete Migrando en Ciudad Juárez y Chihuahua, respectivamente, con la Fiscalía General del Estado de Chihuahua.
La preocupación actual de la Iglesia es en torno a: la defensa de la dignidad y de los derechos humanos de todos los migrantes. Las redadas en EU con masivas detenciones de migrantes, su trato inhumano, con el grave peligro de la separación de las familias. La amenaza de las deportaciones masivas a México desde diversas ciudades de los Estados Unidos y la política de terror psicológico en la que viven migrantes en ese país.
El cambio en la política migratoria del gobierno de México, pasando de una actitud de bienvenida, a otra de contención y deportación y la insistencia que se ha recibido de parte de diferentes dependencias como PFP, SER, INM, SEGOB solicitando información que los albergues manejan de manera interna, para salvaguardar la vida de las personas en tránsito.