La presente administración y la Secretaría de Educación Pública (SEP), deben explicar en dónde quedaron los equipos de InstaBook que el gobierno mexicano adquirió para instalarlos en las bibliotecas del país y que con ello los usuarios ordenaran la reimpresión de libros a muy bajo costo.
El inventor de esta tecnología en México, Víctor Celorio Garrido, llamó al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la titular de la SEP Leticia Ramírez Amaya, para que se investigue cuál fue el destino de los aparatos.
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El investigador resaltó que en medio de una era totalmente digital, se desconoce lo que la SEP, en su momento, hizo con los artefactos que se pagaron con dinero de los mexicanos y que se adquirieron para la reimpresión a muy bajo costo de los libros para las niñas y los niños mexicanos.
Celorio Garrido comentó que desconoce cuál fue el destino de los 64 aparatos adquiridos y “pensar que están embodegados o pudriéndose sería una situación muy reprobable porque esto representaría un ahorro muy importante para las familias mexicanas que ya no tendrían que estar pagando altos costos por la adquisición de un libro”.
Recordó que, a finales de los años 90, desarrolló en Estados Unidos, la tecnología para imprimir y encuadernar libros al instante. Bajo pedido y donde basta solo un click del ratón para lograrlo.
Es decir, la tecnología del libro por demanda representó un avance enorme en la edición de obras impresas, puesto que, a partir de ese momento, los libros no necesitaron grandes tiradas para ser económicamente viables.
“Con InstaBook logramos que las ediciones de un solo libro tengan un costo igual o menor a los producidos en masa. Mi tecnología corrió con suerte e imprime hoy más del 30 por ciento de la producción de libros en el mundo”, recalcó.
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Recibe patentes
Mencionó que, gracias a esa invención, recibió patentes en Estados Unidos, en México y en China y dada la importancia de su tecnología, lo entrevistaron varios medios informativos a nivel mundial como Forbes, New York Times, Seybold y Chicago Tribune.
Además, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le solicitó un equipo. Lo que se replicó con Universidades de Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Europa y de otras partes del mundo quienes compraron la tecnología, al igual que compañías vanguardistas como Amazon y Google.
Víctor Celorio, al hacer un recuento de su tecnología InstaBook, recordó que en 2006 fue invitado a la Conferencia Anual de Gobernadores (Conago) a fin de presentar el proyecto para acondicionar Bibliotecas Digitales InstaBook, en el que instalarían equipos en las bibliotecas públicas del país para que los estudiantes tuvieran acceso a libros de todo el mundo y en todos los idiomas, y pudieran descargarlos e imprimirlos el instante, con un costo promedio de solamente 10 pesos por libro (Lo que costaba un periódico de aquel entonces).
Lo presenta en el sexenio de Fox
El inventor incluso, indicó que en la entonces Residencia Oficial de los Pinos, hizo la presentación ante la primera dama del país Martha Sahagún de Fox, quien personalmente imprimió un libro.
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Dijo que a los gobernadores les gustó el proyecto y junto a la Secretaría de Educación Pública decidieron colocar dos equipos por estado. Sacaron la licitación de los mismos de forma oficial y la ganó una empresa de Monterrey. Esa empresa hizo el pedido de los equipos y desde Florida la compañía InstaBook los exportó a México de inmediato.
Sin embargo, a pesar de que la empresa les entregó la maquinaria en las bodegas de la SEP para solo instalarlos y que la Red de Bibliotecas Digitales comenzará a funcionar, no pasó nada.
“Excepto que unos meses después cambió el sexenio y cambiaron de personal en la SEP con su nueva titular, Josefina Vázquez Mota y en CONACULTA, tomó el cargo Consuelo Sáizar, ambas con la responsabilidad de instalar los equipos, pero después de ello, no se supo nada y nadie volvió a hablar de los aparatos, ni del proyecto de las Bibliotecas Digitales.
Ya nadie supo responder a las preguntas que hicimos desde Florida, acerca de los equipos”, resaltó.
Celorio admitió que, si bien no podían reclamar nada legalmente, porque la empresa InstaBook no era la afectada por la desaparición de los equipos y la SEP ya había cubierto el pago a la empresa regia, los únicos afectados fueron y han sido los ciudadanos mexicanos que pagaron mucho dinero por esos equipos y que por rencillas burocráticas no han podido descargar millones de libros electrónicos e imprimirlos por unos cuantos pesos cada uno.
En ese sentido, exhortó a las autoridades federales para que se inicie una investigación por el daño económico y cultural causado y se conozcan quienes fueron los malos funcionarios que fallaron a su deber fiduciario con la nación.
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