Hallan INAH y SEMAR el naufragio del cañonero “Tampico”, protagonista de la Revolución Mexicana

A más de 40 metros, arqueólogos subacuáticos del INAH han confirmado la identidad del buque histórico, hundido en combate hace 105 años

José Luis Pérez | La Prensa

  · lunes 25 de noviembre de 2019

Cortesía SEMAR

Aunque se conoce poco, la Revolución Mexicana también se libró en el mar. Las más icónicas contiendas navales de aquella guerra ocurrieron entre marzo y junio de 1914, en Topolobampo, Sinaloa; geografía en la que expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Secretaría de Marina (SEMAR), han localizado una pieza clave del que fue uno de los primeros enfrentamientos aeronavales en la historia de Occidente: el pecio del Cañonero “Tampico”.

Producto de dos recientes temporadas de campo, especialistas de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, ubicaron junto con personal de la SEMAR, “una ‘tumba de guerra’ que nos permitirá conocer más acerca un importante combate naval de México, y sobre la historia del legendario Comandante del Tampico, Capitán de Navío, Hilario Rodríguez Malpica”.

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Las palabras son del doctor Roberto Junco Sánchez, titular de la SAS, quien comenta que, en la primera temporada, realizada del 30 de marzo al 2 de abril del presente año a bordo del Buque de Investigación Oceanográfica ARM “Río Tecolutla” de la SEMAR, se obtuvieron, mediante una sonda multihaz, imágenes tridimensionales del fondo marino que revelaron la presencia de una ‘anomalía’ que parecía corresponder con las dimensiones del cañonero revolucionario: 60 metros de eslora por 10 de manga.

Así, en la citada segunda etapa, realizada del 8 al 12 de septiembre con apoyo de una nave interceptora y un magnetómetro de la Marina, los arqueólogos emprendieron un par de inmersiones profundas “a más de 40 metros de profundidad” que confirmaron la identidad del “Tampico”.

En éste primer registro visual, hecho 105 años después del último avistamiento de la embarcación, se constató que ésta guarda un deterioro considerable, por lo cual se tienen planeadas futuras inmersiones a fin de realizar modelos 3D que ayuden a su monitoreo.

Cabe señalar, según lo precisado por Roberto Junco, que el trabajo para recuperar este episodio de la Revolución se basa en más de una década de investigación en literatura y archivos navales de México y Estados Unidos, a cargo de un equipo integrado por el historiador Raúl Tapia Rosas, el fotógrafo Alberto Soto Villalpando y el también arqueólogo Josué Guzmán Torres.

Cortesía SEMAR

La conjunción de tales fuentes documentales, con testimonios de los pescadores de Topolobampo, definió una serie de coordenadas de búsqueda que luego fueron peinadas con la sonda multihaz del ARM “Río Tecolutla”.

A diferencia de otras expediciones de la SAS, como la que conduce en Veracruz para buscar las naves del conquistador Hernán Cortés y que usa un sonar de barrido lateral, en el caso del “Tampico”, prosigue Junco, se empleó tecnología multihaz que, por medio de un pin acústico, emite sonidos que rebotan en grandes profundidades marinas y genera lecturas detalladas de los objetos que yacen en ellas.

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Reconstruyen la historia de las batallas de Topolobampo

Tanto el Tampico como su verdugo en combate: el Cañonero-Transporte Guerrero, fueron construidos –el primero en astilleros de Nueva Jersey, EE. UU., y el segundo en Liverpool, Inglaterra– dentro de un proyecto de Bernardo Reyes, ministro de Guerra y Marina de Porfirio Díaz, quien a inicios del siglo XX modernizó la flota naval de México.

El historiador Raúl Tapia detalla que, en 1913, cuando Victoriano Huerta ascendió al poder tras deponer al Presidente Francisco I. Madero, gran parte de las fuerzas federales permanecieron fieles a él por ordenanza, lo que incluyó a la flota de cañoneros y cañoneros-transportes; éstos últimos, de mayor capacidad bélica.

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No obstante, el 22 de febrero de 1914, el Primer Teniente del Tampico, Hilario Rodríguez Malpica –con 25 años a esa fecha–, se rebeló en Guaymas, Sonora, y junto con otros oficiales, tomó preso al Capitán del navío, Manuel Castellanos. Más tarde, tras liberar a quienes no aceptaron el apoyo que aquello daba al Constitucionalismo, el nuevo capitán se dirigió a Topolobampo, puerto que controlaban las tropas de Venustiano Carranza.

Se definió así el campo de batalla. El gobierno central ordenó castigar la traición de Rodríguez Malpica, por ello el “Guerrero” inició, el 3 de marzo, un bloqueo al puerto sinaloense y, un día después, junto con el Cañonero “Morelos”, abrió fuego sobre el “Tampico”.

Un segundo encuentro ocurrió el 13 de marzo cuando el “Tampico” intentó salir de Topolobampo. Las acciones bélicas se reanudaron el último día de ese mes: la fuerza federal había colocado dos barcos obsoletos, el “Demócrata” y el “Oaxaca”, para entorpecer la eventual huida de los revolucionarios. “Hay que recordar que Topolobampo es una bahía muy amplia, pero solo navegable por un canal submarino estrecho”, precisa Tapia.

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Desde el 31 de marzo y hasta el 22 de abril, continuaron los cañoneos ya únicamente entre el “Guerrero” y el “Tampico”, con un saldo casi fatal para este último de no haber sido por el auxilio del biplano “Sonora”, desde el cual se arrojaron bombas que no consiguieron dañar, pero sí alejar al “Guerrero”; navío que, junto con el “Oaxaca” y el “Demócrata”, volvió a Guaymas.

“Del 22 de abril al 10 de junio se hizo todo lo posible para reflotar al “Tampico”, explica Tapia al rememorar cómo el cañonero salió del puerto el 14 de junio con dirección a Mazatlán, donde seguiría su reparación pues una de sus dos calderas estaba estropeada. Sin embargo, a 30 millas náuticas, la caldera que lo mantenía en función también falló y lo dejó a la deriva.

Dos destructores estadounidenses: el USS “Preble” y el USS “Perry”, fueron testigos de éstas batallas, por lo que sus registros resultaron claves para definir las coordenadas del hallazgo. “Estos barcos estaban en aguas mexicanas para proteger los intereses de sus conciudadanos en la región, debido a la inestabilidad política creada por la Revolución; lo mismo había naves alemanas y de la marina imperial japonesa”, explica el historiador.

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El Capitán de Navío, Rodríguez Malpica solicitó la ayuda del USS “Preble”, pero le fue denegada por motivos de neutralidad. Así, inmóviles, sus hombres avistaron al “Guerrero” a las 05:00 horas del 16 de junio de 1914. De igual modo, el cañonero-transporte era seguido por el USS “New Orleans”.

Fue la batalla final. Los tres barcos americanos se apartaron para ser testigos presenciales y, a las 07:48 horas, inició el cañoneo con una clara ventaja para el “Guerrero” pues, a diferencia del “Tampico”, podía moverse para evitar los impactos.

Un incendio inició en la nave revolucionaria y, a las 09:50 horas, el capitán dio una doble orden: abandonar la nave y abrir sus válvulas de fondo para llevarla al lecho marino.

Ya en botes salvavidas, los hombres intentaron llegar a tierra, pero fueron interceptados por el “Guerrero”. Fue en esa situación extrema que Hilario Rodríguez Malpica tomó su pistola, la llevó a su boca y jaló del gatillo.

“Además de un sentido de honor en cuanto al capitán que se hunde con su barco, puede que Malpica se haya suicidado previendo que por la traición que había cometido sería de cualquier modo pasado por las armas”, finaliza Raúl Tapia.

El equipo de la SAS encabezado por Roberto Junco, concluye que encontrar el “Tampico” es el primer paso para investigar y visibilizar un episodio de la Revolución al cual no se le ha dado la atención que merece. Es incluso conocido que aquel 16 de junio, recién acabada la conflagración, el “Guerrero”, el “Preble”, el “Perry” y el “New Orleans”, arriaron sus pabellones a media asta en honor del Capitán de Navío, Rodríguez Malpica y sus hombres caídos.


JLP