Ciudad de México.- Las bases del capitalismo “ya no son sostenibles para el largo plazo” y en estos tiempos de pandemia por los que transita el mundo es necesario construir nuevos paradigmas y reconocer alternativas del estilo de la economía social y solidaria, advirtieron especialistas participantes en el Ciclo de conferencias Coronavirus, depresión mundial y crisis sistémica, organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El doctor Antonio Mendoza Hernández, investigador de la Unidad Iztapalapa, apuntó que las sociedades atraviesan por una etapa histórica en la que –incluso antes de la emergencia sanitaria– ya eran evidentes el comportamiento del Producto Interno Bruto y la desigualdad, entre otras manifestaciones del estancamiento del capitalismo.
La discusión en esta coyuntura está en la forma de propiciar la recuperación económica, por lo que hay “una urgencia por buscar un viraje” entre los postulados del posdesarrollo, el ecosocialismo y, más recientemente, la ecología política, el decrecimiento o la comunalidad, tradiciones o enfoques que colocan la vida en el centro y como punto de partida la conservación y el cuidado, acordes con el sentido de “respetar los ciclos y las épocas para que se regenere el tejido, tanto de la naturaleza como el social”.
La economía social y solidaria sostiene como principios y prácticas que el patrimonio es común y que los proyectos socioculturales y políticos se basan en valores que sólo pueden hacerse en la praxis, la cotidianeidad y la relación colectiva. Algunos ejemplos de esto son las cooperativas de consumo localizadas en el sur de la Ciudad de México, las cuales, a partir del confinamiento, han acelerado el aprendizaje de sus emprendimientos, ajustando su comportamiento a la nueva realidad
El docente del Departamento de Economía añadió que estas organizaciones han innovado manteniendo la sanidad, el trabajo, la producción y el ingreso digno, entre otras variables, además de haber formado redes de abasto que se encuentran en la capital del país y en Puebla, mostrando así gran capacidad colectiva de ajuste, al reinventarse a una escala que permite la proximidad entre el consumidor y ellos mismos como productores, mediante la tecnología para dirigir la demanda de sus mercancías.
El doctor Mendoza Hernández dijo que experiencias del tipo de estos circuitos alimentarios económico-solidarios “no han sido visibles” para las políticas públicas, porque no los consideran como mercados sociales, “sino como algo ocurrente u ocasional”.
Para percibir estos emprendimientos es preciso conocer dónde están las casi 47 mil empresas asociativas solidarias, representadas por segmentos agrarios, cooperativas y asociaciones civiles. En la Ciudad de México hay alrededor de mil 715, de las cuales 51 por ciento se encuentra en las alcaldías de Tlalpan, Tláhuac, Coyoacán y Xochimilco.
El doctor Jesús Ramos García, jefe del Departamento de Administración de la Unidad Azcapotzalco, expuso que desde el punto de vista de esta disciplina, tales formas alternativas de asociación “están solas” en términos, no sólo económicos y políticos, sino de gestión, en parte porque “hemos tenido un paradigma respecto del management que incide a gestionar la ganancia y la rentabilidad”.
Con la pandemia, el reto está en la administración solidaria para construir realidades nuevas, pues esta clase de economía implica no sólo la producción, sino la distribución y la comercialización desde la solidaridad y desde el principio de que a través de ella se resuelven necesidades colectivas, al apostar por el bienestar social.
El doctor Carlos Mario Correa, docente e investigador de la Universidad EAFIT, de Colombia, agregó que dicha rama se ha convertido en un sector fuerte muy organizado y activo que ha ganado terreno, sin embargo, “en algunas ocasiones se ha desvirtuado un poco, convirtiéndose en cooperativas y fondos financieros, aunque asociados a los procesos de desarrollo”.
Está constituida fundamentalmente por personas vinculadas a cooperativas, que han acumulado capital social y financiero decisivo para el desarrollo de muchos ramos e individuos a los que ha permitido el acceso a recursos que de otra forma no podrían, dado el nivel bajo de bancarización y de opciones de crédito para los ciudadanos mexicanos.
La última sesión del Ciclo de conferencias versó sobre La economía social y solidaria frente a la pandemia de COVID-19.