El lado oscuro de internet ofrece violencia, crueldad, retos perversos y locos, páginas que no aportan para tener una mente clara, alerta la Arquidiócesis de México, al resaltar que la pornografía no es un ambiente para ser feliz y aprender a vivir una sexualidad alegre, sana y plena. Junto a esto, se encuentra el riesgo de ser víctimas de ciberacoso.
Muchas páginas en la web ofrecen información falsa sobre la realidad, datos sin ningún fundamento, lo cual hace que los chicos aprendan cosas irreales, sin tener la posibilidad de aprender a discernir, a juzgar de modo crítico. Navegar solitariamente puede ser la peor manera para aprender sobre la sexualidad, el amor y la ternura, manifestó.
En el editorial “El buen uso de las redes sociales” publicado en la Revista Desde la Fe, resalta que la ciberespacio tiene información valiosa, recursos educativos y culturales ilimitados, pero al mismo tiempo las redes sociales están repletas de lugares peligrosos.
La sede eclesiástica capitalina ejemplifica que al preguntar a algunos niños y adolescentes qué hacen en su tiempo libre, muchos de ellos responden: “Me encierro en mi cuarto para chatear o para jugar con mi teléfono”.
Todos los días, durante muchas horas, se la pasan conectados en internet, sumergidos en un mundo sin interacción directa con personas ni contacto con la naturaleza, indicó.
Niños, adolescentes, y también jóvenes, navegan en su teléfono para contrarrestar el sentimiento de aburrimiento, de soledad, de abandono, así como la frustración que sienten por muchos motivos; por ejemplo, porque sus padres no les hacen caso o casi no están en casa.
Porque hay mucha violencia en su hogar, y resulta mejor echarse un clavado en el mundo virtual de internet que ver y participar en pleitos que desgastan hasta la desesperación; porque no tienen amigos y familiares dispuestos a convivir con ellos; porque no tienen con quién compartir sus frustraciones ni cómo remediar su tristeza.
La Arquidiócesis subraya que, para niños y adolescentes, navegar solos conlleva muchos peligros y desventajas. Ellos se hallan aislados e inmóviles durante muchas horas frente a su pantalla. Esto no les permite convivir con otros amigos, charlar con su familia, hacer ejercicio, tener contacto con el mundo real. Algunos duermen muy poco, pues pasan largos periodos conectados durante la noche.
Todo esto trastoca su mundo y la posibilidad de un sano desarrollo. Duermen mal, no rinden en la escuela, están tristes, no desarrollan capacidades para relacionarse con sus amigos y con otras personas, no hacen deporte, se alimentan mal, no saben cómo manejar sus problemas, etc.
Navegar solos los hace presa fácil de espacios oscuros. La red tiene un mundo de información valiosa y de recursos educativos y culturales ilimitado, pero al mismo tiempo, está repleta de lugares peligrosos.
En su editorial destaca que está bien navegar, pero es mejor navegar juntos. El reto es que el trato personal sea más intenso y divertido que la realidad virtual.
Los padres de familia deben acompañar a sus hijos, limitar el uso de internet y del teléfono, concertar espacios para hablar de persona a persona con la familia y con los amigos, ayudarles a tener una disciplina para comer (¡sin sacar el celular en la mesa!), estudiar y hacer ejercicio.
Niños y jóvenes necesitan personas que los escuchen, que jueguen con ellos, que les enseñen a superar sus fracasos, a mejorar; personas que les hablen de Dios, que hagan oración con ellos, que los lleven a entrar en contacto con la naturaleza, y no que los dejen navegar solos, como si casi quisieran deshacerse de ellos para que no sean una molestia, cuando, más bien, aunque a veces sea difícil educarlos, niños y jóvenes son una bendición.
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