El presente y futuro de México puede cambiar, si colocamos a la educación en el centro de nuestra preocupación nacional. La educación no debe ser un instrumento de ideologización ni tampoco un botín político, consideró la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
Los obispos del país demandan que para el regreso a clases presenciales el próximo 30 de agosto se garantice un Programa Estratégico General que parta de un diagnóstico serio, calificado y amplio, que recoja las realidades y las voces de la educación pública y privada.
Ofrecer un esquema de vacunación, abierto a las fuerzas de la sociedad civil organizada, para llegar más pronto a todos los que necesitan ya contar con la inmunización.
Impulsar esfuerzos académicos, científicos y técnicos capaces de implementar, en el menor tiempo posible, una mayor cobertura de vacunas, así como de pruebas de detección de brotes de Covid-19 y sus variantes.
En su mensaje, señalaron que esto se puede generar a través de la generación de un pacto educativo local entre directivos, maestros, padres de familia, estudiantes, comunidad en general, incluyendo autoridades civiles, académicos, asociaciones religiosas, entre otros.
Consideraron urgente recuperar toda una estructura para la educación temprana, que antes de la Pandemia ya había sido restringida. No podemos arriesgar el porvenir de esta generación.
Se requieren guarderías, estancias infantiles, preescolares, así como una atención integral y de calidad que garanticen las futuras condiciones educativas
Este regreso a clases debe tener especial atención a las situaciones de inequidad, que reincorpore a los más de tres millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que han quedado fuera del Sistema Educativo Nacional.
En el documento signado por Rogelio Cabrera, Arzobispo de Monterrey; Alfonso G. Miranda, Obispo Auxiliar de Monterrey y Enrique Díaz, Obispo de Irapuato, Presidente, Secretario General y Responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura de la Conferencia del Episcopado Mexicano, respectivamente, dijeron que se debe realizar un esfuerzo mayúsculo y proporcional en el gasto público, principalmente de la Federación, que es quien ha centralizado los recursos, para reconvertir los centros escolares públicos y privados, en espacios en donde la comunidad educativa pueda organizarse, colaborar y responder a los desafíos más básicos.
Los obispos Insistieron en que hoy más que nunca urge atender el desarrollo integral por cada integrante de la sociedad. Lo anterior, es posible si nos enfocamos en la atención de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Al servirles, desatamos una fuerza reparadora también en los adultos.
“La corrupción, la injusta distribución del ingreso, la ilegalidad, no se resuelven con discursos y buenos propósitos, sino con una gestión adecuada que establezca claros principios y acciones concretas. El desafío está, en la reconversión física y social, de cada comunidad escolar”, citó.
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La educación requiere fortalecer la infraestructura tecnológica necesaria, pues solamente a través de una comunicación bidireccional, el niño, la niña, el adolescente o joven puede entablar un diálogo corresponsable, participativo y personalizante, con su educador designado.
La tecnología es fruto del ingenio humano y está al servicio de la equidad y la justicia, lo cual se logra cuando se dejan de lado las barreras, el afán de ganancia de las empresas o el de notoriedad por las instancias oficiales. Es momento de que ganen los niños.
La jerarquía católica agradeció el compromiso de los maestros de México, así como todos los esfuerzos de las distintas comunidades escolares diocesanas y religiosas, y les llamó a continuar su esfuerzo con generosidad y talento.
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