Tras el nuevo decreto del gobierno mexicano sobre las importaciones de maíz transgénico, que sustituye al de diciembre de 2020, que deja en claro que no puede ser utilizado para uso en masa y tortillas, pero abre la posibilidad de importar el grano genéticamente modificado para consumo animal e industrial de alimentación humana, la Campaña Nacional Sin Maíz no hay país, consideró que esta medida se presta a la contaminación de los maíces nativos de México por la presencia de maíz transgénico.
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También argumentó que estudios de la UNAM y la Asociación de Consumidores Orgánicos han encontrado glifosato y transgénicos en las tortillas; es de suponer que se está usando maíz amarillo transgénico en las harinas industrializadas para la elaboración de tortillas, por tanto habrían fallado los controles por parte del gobierno.
Por lo que es indispensable establecer controles a partir de leyes y reglamentos que incluyan sanciones. También asignar un presupuesto para que se cumpla con la inspección de origen y destino del maíz importado.
Refiere que si bien, el artículo séptimo del nuevo decreto del 14 de febrero de 2023, señala que será responsabilidad de quien lo utilice, que el maíz genéticamente modificado importado no tenga como destino la cadena de la masa y la tortilla, en la práctica se han encontrado glifosato y transgénicos en las tortillas.
En un pronunciamiento, la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País resaltó que la mejor manera de lograr la trazabilidad, es mediante el etiquetado de los productos que contengan transgénicos. Ya funciona en algunos países de la Unión Europea y en Estados Unidos hay un fuerte movimiento ciudadano para lograrlo. Esto permite a las personas consumidoras saber qué llevan a su mesa.
Nuevo decreto
El decreto que se publicó en el DOF el pasado lunes y sustituye al decreto el 31 de diciembre de 2020, de acuerdo al análisis de la Campaña sin maíz no hay país, mantiene la restricción que impide al gobierno federal adquirir maíz genéticamente modificado y glifosato.
Recorre la fecha para dejar de importar glifosato y sustituirlo por alternativas agroecológicas, de enero a marzo de 2024. Se mantiene la prohibición de liberar maíz genéticamente modificado. Mantiene la prohibición de utilizar maíz genéticamente modificado en la alimentación humana en el sector de la masa y la tortilla.
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“Sin embargo, tanto en este decreto como en el anterior, hay resquicios que obligan a las organizaciones y a la ciudadanía en su conjunto, a participar de forma decidida para lograr leyes con sus respectivos reglamentos, así como políticas públicas que permitan acciones legales y sanciones.
La organización recordó que es fundamental señalar que el maíz se domesticó en México hace más de siete mil años y que nuestro país es centro de origen y diversificación permanente.
Expuso que diversos funcionarios de Estados Unidos han señalado que México tendrá que presentar evidencias científicas en relación con los daños a la salud del maíz transgénico.
Glifosato en el maíz
Estas evidencias ya existen. En los considerandos del nuevo decreto se señala que “en los últimos años, distintas investigaciones científicas han alertado que el glifosato tiene efectos nocivos en la salud de los seres humanos, el medioambiente y la diversidad biológica, y ha sido identificado como probable carcinogénico en humanos por la Agencia Internacional de Investigación de Cáncer”, expuso.
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Destacó que la actual polémica entre México y Estados Unidos evidencia lo que la Campaña sin Maíz no hay País ha planteado durante años: el maíz en México y en Estados Unidos corresponde a dos realidades distintas e incompatibles: en México el maíz es el principal alimento y tiene connotaciones culturales que son base de la identidad de millones de personas.
En Estados Unidos, en cambio, el maíz es una mercancía y un insumo para forraje, para elaborar productos ultra procesados, y para generar agrocombustibles.
Soberanía nacional
La Campaña Nacional sin Maíz no hay País reitera su decisión de continuar trabajando para lograr la protección de la diversidad de las miles de variedades de maíces nativos mexicanos, por la soberanía y la autosuficiencia alimentaria, mediante un modelo agroalimentario sustentable, acorde con la naturaleza, que produzca alimentos sanos, y por una vida digna para los campesinos y campesinas.
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