Ciudad de México.- Muchas personas se dejan llevar por supersticiones, que consisten en creer o practicar cosas que no tienen una base o fundamento, sino el temor o la ignorancia. Como sucede con el número 13 y el martes 13, manifestó el Padre José de Jesús Aguilar, director de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México.
Por ello se preguntó: ¿cuál es la razón para que el número 13 sea causa de mala suerte o buena suerte? ¡Ninguna! Algunos dicen que tiene su origen en los Vikingos y Normandos, quienes contaban una historia en la que había 12 dioses en un banquete al que llegó el dios malo, llamado Loki, y causó malestar a todos o que la caída del Gran Imperio Romano ocurrió ́ un martes 13.
El sacerdote comentó que podría pensarse que conforme la humanidad avanza en el conocimiento de las cosas, tendrían que ir desapareciendo los elementos supersticiosos, pero, curiosamente, no es así́.
Por ello, agregó: como católicos, “debemos de estar atentos a no caer en la superstición y vivir de acuerdo a nuestra fe”.
En la revista católica Desde la Fe, Aguilar Valdés resaltó que otros opinan que la creencia comenzó́ con el cristianismo y la Última Cena en la que había trece personas: Jesucristo y los doce apóstoles.
Como después de la cena vino la traición y por lo tanto la muerte de Cristo, el número 13 se relacionó con algo terrible. Otros más inventan que Cristo fue crucificado un viernes 13 y no falta quien afirma que la caída del Gran Imperio Romano ocurrió́ un martes 13. Como podemos ver, no hay sustento verdadero para creer que se trate de un día especial.
El director de Arte Sacro de la Arquidiócesis de México precisó que los números fueron inventados por el hombre y no al revés. El hombre mismo también creó los calendarios y la forma de medir el tiempo.
Sin embargo, hay personas que -sin razón alguna- dan un carácter mágico a determinados números o fechas. Por ejemplo, algunos piensan que la última noche del año es mágica, por lo que realizan (muchas veces sin saber por qué́ lo hacen ni de donde provienen) ciertos rituales con la finalidad de que el año nuevo traiga lo mejor. Siempre y sencillamente, no hay ningún fundamento que sustente este tipo de actos.
Agregó que hay personas que se dicen “numerólogas” y que se dedican a inventar un sinfín de teorías sin sustento verdadero. La mayoría de ellas no tienen estudios profesionales, pero se dicen expertas en sustraer los secretos a los números. Se atreven a decir que sumando los números de la fecha del nacimiento o de la casa en donde vivimos, se puede conocer la suerte o el futuro de una persona. ¿Puede haber algo tan absurdo?
Hay una superstición que casi todos practicamos sin darnos cuenta. Cuando alguien estornuda, le decimos: “¡Salud!” o “¡Jesús te ayude!”. Podría parecer un buen deseo para que la gente no se enferme, pero ¿por qué́ entonces no decimos lo mismo cuando alguien tose?
También se creía que los espíritus malos acechaban a la persona, tratando de introducirse por su boca durante el bostezo. Por esa razón se comenzó a utilizar el pañuelo.
También hay personas que cuando se rompe algún espejo, aunque la acción sea involuntaria o accidental. Alguien inventó que eso trae a la persona siete años de mala suerte. ¿Qué tiene que ver un espejo con la vida de alguien?
Hay quienes creen que un “huesito” de pollo en forma de “V” concede un deseo a quien, al romperlo, le toca la mayor parte del hueso; también hay quienes dicen que la comezón en la palma de la mano anuncia dinero próximo; otros aseguran que cuando una persona se golpea el codo accidentalmente tiene que evitar sobarse para que eso le traiga buena fortuna. Y seguramente conoces el dicho: “Novia mojada, novia afortunada”.
El padre José de Jesús invitó a no caer en supersticiones; no participar en las llamadas “cadenas”. No usar las imágenes de los santos como si fueran objetos mágicos. No realizar “limpias” con velas o veladoras. No mezclar imágenes religiosas con ojos de venado, colorines o patas de conejo.
No poner en la entrada de tu casa imágenes católicas mezcladas con pirámides, buditas o coronas de ajos. No buscar el futuro en la lectura del Tarot ni en ningún tipo de adivinación. No usar el rosario como objeto mágico, como amuleto ni como adorno.