Lo ocurrido recientemente en Acapulco nos debe llevar a apoyar en la emergencia y en la posterior reconstrucción del puerto, pero también a atender esa invitación que el Papa nos hace en Laudate Deum, exhortación Apostólica a todas las personas de buena voluntad, sobre la crisis climática, a acompañar el camino de reconciliación con el mundo, señaló la Arquidiócesis Primada de México.
No hay cambios duraderos sin cambios culturales, sin una maduración en la forma de vida y en las convicciones de las sociedades, y no hay cambios culturales sin cambios en las personas, indicó.
“No habrá una nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano”. Así lo escribió el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si´ en 2015, y hace unas semanas también lo planteó en la exhortación apostólica Laudate Deum; ambos documentos tratan del cuidado de la Casa Común para evitarle enormes sufrimientos a la humanidad y salvar el planeta.
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En el editorial “Acapulco y el cambio climático”, citó el Laudato si’: ¿qué dice la Iglesia sobre el cuidado del agua? El segundo documento fue publicado el 4 de octubre, unos 20 días antes de que el huracán Otis, el más catastrófico del océano Pacífico en toda la historia, se convirtiera en noticia tras destrozar en menos de tres horas Acapulco, Guerrero, así como algunas comunidades del municipio de Coyuca de Benítez.
Otis fue un huracán de magnitud 5, con vientos sostenidos de 270 kilómetros por hora, y que avanzó hasta la bahía de Acapulco seis horas antes de lo previsto. Hasta el momento se desconoce la dimensión de la destrucción, pues si bien las comunicaciones y los servicios se han ido restableciendo a cuentagotas, los damnificados aún continúan intentando superar la emergencia.
“¡Que no pare el envío de víveres!”, pide Cáritas Acapulco. ¿La magnitud del desastre tiene algo que ver con el cambio climático? Si bien es cierto que faltarían años de recopilación de datos para asegurar científicamente que el poder destructor, cada vez mayor de los huracanes, está relacionado con el cambio climático.
Son muchos los especialistas e investigadores, que afirman que el incremento de la temperatura de los océanos y la mayor capacidad de la atmósfera para contener humedad, podrían estar haciendo que los huracanes sean cada vez más intensos y pasen de menor a mayor categoría en poco tiempo, como ocurrió con Otis.
El Papa Francisco, en Laudate Deum, nos advierte que nadie puede ignorar que en los últimos años hemos sido testigos de fenómenos extremos, períodos frecuentes de calor inusual, sequías y otros quejidos de la tierra, que son sólo algunas expresiones palpables de una enfermedad silenciosa que nos afecta a todos. También nos ha hecho un llamado a reflexionar qué nos quieren decir estos quejidos de la tierra.
Recordemos que el año pasado, las playas de Acapulco aparecieron entre las más contaminadas del país, según un estudio de Cofepris, no sólo por la falta de cultura cívica de los turistas, sino también por fallas y omisiones de los propios lugareños, en el manejo de la basura y desechos contaminantes.
La iglesia católica expuso que el Santo Padre se ha distinguido por su genuina preocupación por el cuidado de la Casa Común. Es por ello que próximamente hablará ante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 de Dubai y mantendrá encuentros bilaterales privados para expresar su posición sobre este tema.
Dijo que seguramente, ahí volverá a lanzar la pregunta que ha hecho en otras ocasiones a los poderosos del mundo: “¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?”.
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Cuestionó si ¿es seguro llevar ayuda a Acapulco? Esto dice el Obispo de Chilpancingo. Esta misma pregunta debe interpelarnos a todos los mexicanos, a quienes no tienen la posibilidad de enviar ayuda a Acapulco, pero pueden aportar desde su trinchera al cuidado del planeta.
A quienes sí tienen la posibilidad de ayudar en la emergencia pero no lo hacen, a quienes tienen en sus manos la responsabilidad de hacer que Acapulco vuelva a brillar, y por supuesto, a quienes siguen ignorando, negando, escondiendo, disimulando o relativizando los signos del cambio climático que ya están aquí, y cada vez son más patentes.
Finalmente inquirió: ¿La pregunta es clara: después del paso devastador de Otis?, ¿qué estamos dispuestos a cambiar para sanar a nuestro planeta?, ¿o simplemente lo dejaremos pasar?
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