En esta temporada de contingencia sanitaria por el Covid-19, todas las personas deben tener paciencia. “Una de las virtudes más grandes desde el punto de vista humano y desde la fe es la paciencia”, aseguró la Arquidiócesis Primada de México, al reiterar que debemos acatar las indicaciones que nos dan las autoridades locales y federales del país.
Ya llegará el tiempo en que regresaremos a nuestras actividades. Seamos positivos y creativos durante este periodo de prueba y de contrariedad y también para el momento en que podamos reincorporarnos a nuestras actividades, manifestó.
El editorial “La paciencia todo lo alcanza” publicado en la Revista Católica Desde la Fe remarcó que en este tiempo de pandemia debemos acatar pacientemente las indicaciones que nos dan las autoridades.
Ciertamente hay muchas cosas que no podemos hacer: no podemos ir a comer juntos a un lugar, ir a la escuela ni tampoco podemos ir a misa. Pero Dios está con nosotros.
Por ello, resaltó que la Iglesia nos acompaña con su oración y con diversas acciones: Obispos y presbíteros transmiten la celebración de la Eucaristía, muchos llevan despensas a necesitados, en varios lugares brillan ejemplos de esperanza y solidaridad.
La iglesia católica capitalina refirió que la pandemia del coronavirus COVID-19 hace imperiosa la práctica de esta virtud, cuyo último fundamento es la confianza en Dios.
“Ella es siempre beneficiosa para nuestra vida, pero especialmente necesaria en los momentos de prueba y dificultad. Santa Teresa de Ávila nos da enseñanzas preciosas sobre la paciencia en uno de sus poemas.
Podemos destacar algunas estrofas: “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa…Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta”, citó.
La iglesia católica capitalina dijo que la pandemia del COVID-19 hace imperiosa la práctica de esta virtud, cuyo último fundamento es la confianza en Dios. Sabemos que nuestra vida y la realización de nuestros proyectos no dependen totalmente de nosotros, sino que dependen fundamentalmente de él.
Dios respeta nuestra libertad y nos impulsa para esforzarnos en crecer, en hacer el bien y en alcanzar nuestras metas; pero sin él nada podemos. En otra estrofa, Santa Teresa escribe: Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios su tesoro, nada le falta
Destacó que Dios sostiene nuestra existencia y lleva a buen término nuestro trabajo diario, incluso en medio de la desolación. La paciencia disipa el temor, la ansiedad y la angustia. No importa qué suceda, el amor y la fidelidad de Dios permanecen.
La paciencia se acrecienta poco a poco poniéndola en práctica y, sobre todo, pidiéndola a Dios. Ella no exige resultados inmediatos según las propias expectativas.
Como decía el Papa Francisco: estamos juntos en la misma barca y juntos habremos de levantarnos de nuevo. Con la ayuda de Dios todo saldrá bien, concluyó.