El consumo de alcohol antes, durante y después del embarazo puede provocar graves daños a la salud del bebé, como es el Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal (TAEF).
Así lo alertó la Fundación de Investigaciones Sociales A.C., en el marco de la celebración del 10 de mayo, para generar conciencia en las mamás y futuras mamás de que no existe ninguna cantidad segura de consumo de alcohol en cualquier etapa del embarazo y está práctica conlleva múltiples riesgos.
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Advirtió que el consumo de alcohol durante el embarazo tiene consecuencias para la salud materna e infantil, como los trastornos del espectro alcohólico fetal, que abarcan una amplia gama de alteraciones que pueden surgir en individuos cuyas madres consumieron alcohol durante el embarazo.
Estas afectaciones varían en severidad y pueden manifestarse como problemas físicos, de comportamiento y de aprendizaje, los cuales suelen presentarse de forma combinada en quienes padecen algún TEAF.
Las investigaciones sugieren que no existe ninguna cantidad segura de consumo de alcohol en cualquier etapa del embarazo. De hecho, los datos disponibles indican que alrededor del 9.8% de las mujeres consumen alcohol durante el embarazo, lo cual incrementa significativamente el riesgo de complicaciones graves como parto prematuro, mala absorción de nutrientes esenciales para el desarrollo del feto, muerte fetal, alteración en la transcripción genética y deficiencias en el funcionamiento del sistema inmune del bebé.
Además, según registros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), las consecuencias del consumo de alcohol durante el embarazo se manifiestan en los TEAF, que incluyen una variedad de discapacidades físicas, mentales y conductuales, y son una de las principales causas prevenibles de retraso en el desarrollo, con una estimación de que cada año nacen 119,000 niños con síndrome alcohólico fetal (SAF) en el mundo.
Estas estadísticas resaltan la necesidad de un diagnóstico preciso y una intervención temprana, destacó la doctora Laura Jiménez Aquino, psiquiatra perinatal, quien se dedica al estudio de los efectos del alcohol en el organismo, especialmente en el cerebro de la mujer embarazada.
En su participación en el programa #ShotsConCiencia, organizado por FISAC, la doctora Laura Jiménez Aquino indicó que, de forma natural, durante el embarazo, ocurren cambios neurobiológicos que preparan a la persona para la maternidad.
Consumo de alcohol en embarazo, también puede causar depresión y ansiedad
Sin embargo, el consumo de alcohol durante el embarazo puede alterar los cambios neurobiológicos, lo que puede tener consecuencias negativas para la madre y el bebé. Además, puede afectar negativamente la salud mental de la mujer, aumentando el riesgo de depresión, ansiedad y otros trastornos.
En cuanto a los efectos en el bebé, la doctora Jiménez Aquino indicó que los bebés expuestos al alcohol durante la vida intrauterina pueden enfrentar riesgos significativos para su desarrollo futuro.
En este sentido, indicó: “Estudios han demostrado que la exposición al alcohol puede afectar el desarrollo del cerebro y aumentar el riesgo de trastornos relacionados con el consumo de sustancias en la vida adulta. Si bien no todos los bebés expuestos al alcohol durante la gestación desarrollarán problemas, esta exposición temprana puede influir en su capacidad para manejar el estrés y enfrentar los desafíos en el futuro”.
Por ello, la especialista consideró fundamental proporcionar apoyo y tratamiento libre de estigma a las mujeres embarazadas que puedan consumir alcohol, para reducir cualquier daño o riesgo al bebé.
Ante tal problemática, FISAC emitió algunas recomendaciones: Evitar consumir alcohol antes, durante y después del embarazo (periodo de lactancia). Consultar e informarse sobre los riesgos del consumo de alcohol y su relación con la planificación del embarazo. Buscar apoyo médico y psicológico en caso de dificultades para dejar de consumir alcohol durante el embarazo. Apoyarse de un equipo multidisciplinario y priorizar la salud propia y la del recién nacido.
FISAC informó que para una evaluación diagnóstica de los TEAF, se deben considerar cinco características clave, como: Exposición al alcohol. Rasgos faciales. Anomalías del crecimiento. Alteraciones del sistema nervioso central (SNC) y alteración neuroconductual.
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