/ domingo 28 de julio de 2024

"Aquelarre ideológico"; obispos mexicanos reprueban ceremonia de Juegos Olímpicos

Los líderes católicos criticaron la representación de la "Última Cena" recreada por Drag Queens

Mientras, los obispos católicos franceses reprobaron las “escenas de escarnio y burla del cristianismo” donde Drag Queens realizaron una parodia de la "Última Cena" en ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, quienes deploraron profundamente: "pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el ultraje y la provocación de ciertas escenas”.

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Los obispos de México quienes, no hicieron eco, a la reacción del obispo de Rochester, Robert Barron, uno de los prelados católicos que reaccionó de inmediato, llamando a alzar la voz para denunciar toda esta deplorable parafernalia. Aunque si antes de la inauguración, lanzaron un mensaje conciliador para alabar los valores del olimpismo, afirmó el Centro Católico Multimedial.

En opinión del CCM, lo mismo ya deberían haber hecho para instruir a los fieles católicos mexicanos, impactados por la blasfemia y la ideología de quienes se pretenden moralmente superiores y quieren imponer sus “ideas progresistas sobre el resto”, incluidos los que estamos en esta parte del mundo porque el “Citus, Altius, Fortius”, el lema del olimpismo creado por el padre Luis Henri Didon, pasó para ser suplantado por el lema del “Más drogadicto, más transgénero, más blasfemo” de París 2024.

En el editorial “Más drogadicto, más transgénero, más blasfemo”, señaló que en México, los comentaristas deportivos y periodistas no cabían de gozo por lo que esa noche del viernes 26 de julio se vivió en París con el impresionante despliegue tecnológico y la ciudad hecha teatro olímpico; un pebetero cuya flama iluminó el cielo nocturno.

“Esto es la República” decían algunos especialistas aludiendo al orgullo del presidente francés quien en redes sociales no disimuló el protagonismo de su país: “Esto es Francia”.

Pero el colorido y la pasarela artística pronto pasó de la felicidad a la frustración y ofensa. Drag Queens, travestis, homosexuales y niños bailando juntos, escenas de depravación y ofensivas; una supuesta escena de la Última Cena donde una mujer gorda parodió a Jesucristo; María Antonieta decapitada cuya cabeza simulaba estar viva y cantando… todo en un nombre de la pluralidad, la igualdad, la fraternidad y la inclusión.

El CCM lamentó que nada de esto fue criticado por los especialistas y comentaristas deportivos cuyas alabanzas rayaron al nivel de lo absurdo y zalamero.

En tanto, en redes sociales, muchos lanzaron duras opiniones ya que lo de París no fueron “ideas audaces”, sino el distintivo de manipulación de los juegos olímpicos hacia nefastas ideologías que nos oprimen cada vez más, que deben aceptarse bajo el riesgo de ser puestos como “intolerantes”.

Fue un "aquelarre ideológico"

Lo visto en la ceremonia inaugural no pasó desapercibido. Lo que pudo ser una fastuosa ceremonia cayó en un aquelarre ideológico de exaltación al homosexualismo, la ruindad y la maldad para tolerar la ofensa y la depravación, el vicio y hasta la lujuria, las drogas y la promiscuidad.

En fin, la propuesta de un “revolucionario” orden mundial que pretende soterrar los principios occidentales para suplirlos con los vicios que ahora se pretenden sean absolutas virtudes.

El organismo católico resaltó que “los Juegos Olímpicos siempre han sido espacios de pluralidad, solidaridad humana, disciplina y grandeza. Abrazan, en un mismo acontecimiento, los esfuerzos de deportistas, entrenadores, espectadores, organizadores y gobiernos, evitando toda exclusión de raza, lengua, estatus social, religión…”, esas líneas fueron parte del mensaje

“El deporte, camino de unidad, humanidad y construcción de paz”, que los obispos de México manifestaron previo a la inauguración de París 2024 como oportunidad de esperanza, unidad y paz en ese encuentro mundial, bajo los ideales del olimpismo como muestra de solidaridad de la familia humana.

La gran expectativa creada ante la inauguración se vio reforzada por las aseveraciones de que la ceremonia sería fastuosa y atrevida, algo jamás visto en la historia de los juegos olímpicos.

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Mientras, los obispos católicos franceses reprobaron las “escenas de escarnio y burla del cristianismo” donde Drag Queens realizaron una parodia de la "Última Cena" en ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, quienes deploraron profundamente: "pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el ultraje y la provocación de ciertas escenas”.

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Los obispos de México quienes, no hicieron eco, a la reacción del obispo de Rochester, Robert Barron, uno de los prelados católicos que reaccionó de inmediato, llamando a alzar la voz para denunciar toda esta deplorable parafernalia. Aunque si antes de la inauguración, lanzaron un mensaje conciliador para alabar los valores del olimpismo, afirmó el Centro Católico Multimedial.

En opinión del CCM, lo mismo ya deberían haber hecho para instruir a los fieles católicos mexicanos, impactados por la blasfemia y la ideología de quienes se pretenden moralmente superiores y quieren imponer sus “ideas progresistas sobre el resto”, incluidos los que estamos en esta parte del mundo porque el “Citus, Altius, Fortius”, el lema del olimpismo creado por el padre Luis Henri Didon, pasó para ser suplantado por el lema del “Más drogadicto, más transgénero, más blasfemo” de París 2024.

En el editorial “Más drogadicto, más transgénero, más blasfemo”, señaló que en México, los comentaristas deportivos y periodistas no cabían de gozo por lo que esa noche del viernes 26 de julio se vivió en París con el impresionante despliegue tecnológico y la ciudad hecha teatro olímpico; un pebetero cuya flama iluminó el cielo nocturno.

“Esto es la República” decían algunos especialistas aludiendo al orgullo del presidente francés quien en redes sociales no disimuló el protagonismo de su país: “Esto es Francia”.

Pero el colorido y la pasarela artística pronto pasó de la felicidad a la frustración y ofensa. Drag Queens, travestis, homosexuales y niños bailando juntos, escenas de depravación y ofensivas; una supuesta escena de la Última Cena donde una mujer gorda parodió a Jesucristo; María Antonieta decapitada cuya cabeza simulaba estar viva y cantando… todo en un nombre de la pluralidad, la igualdad, la fraternidad y la inclusión.

El CCM lamentó que nada de esto fue criticado por los especialistas y comentaristas deportivos cuyas alabanzas rayaron al nivel de lo absurdo y zalamero.

En tanto, en redes sociales, muchos lanzaron duras opiniones ya que lo de París no fueron “ideas audaces”, sino el distintivo de manipulación de los juegos olímpicos hacia nefastas ideologías que nos oprimen cada vez más, que deben aceptarse bajo el riesgo de ser puestos como “intolerantes”.

Fue un "aquelarre ideológico"

Lo visto en la ceremonia inaugural no pasó desapercibido. Lo que pudo ser una fastuosa ceremonia cayó en un aquelarre ideológico de exaltación al homosexualismo, la ruindad y la maldad para tolerar la ofensa y la depravación, el vicio y hasta la lujuria, las drogas y la promiscuidad.

En fin, la propuesta de un “revolucionario” orden mundial que pretende soterrar los principios occidentales para suplirlos con los vicios que ahora se pretenden sean absolutas virtudes.

El organismo católico resaltó que “los Juegos Olímpicos siempre han sido espacios de pluralidad, solidaridad humana, disciplina y grandeza. Abrazan, en un mismo acontecimiento, los esfuerzos de deportistas, entrenadores, espectadores, organizadores y gobiernos, evitando toda exclusión de raza, lengua, estatus social, religión…”, esas líneas fueron parte del mensaje

“El deporte, camino de unidad, humanidad y construcción de paz”, que los obispos de México manifestaron previo a la inauguración de París 2024 como oportunidad de esperanza, unidad y paz en ese encuentro mundial, bajo los ideales del olimpismo como muestra de solidaridad de la familia humana.

La gran expectativa creada ante la inauguración se vio reforzada por las aseveraciones de que la ceremonia sería fastuosa y atrevida, algo jamás visto en la historia de los juegos olímpicos.

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