Una sobrepoblación del 40 por ciento, es lo que actualmente padecen los penales de México, con una ocupación que alcanzó 214 mil 776 antes de concluir el 2020, lo que genera condiciones limitadas para los internos, debido a la escases de oportunidades, hacinamiento y propicia ambientes de violencia.
Para combatir algunas de las secuelas que produce esta cifra, estimada por el Órgano Administrativo de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), organizaciones de la sociedad civil, llevan a cabo una tarea loable dentro de los Centros de Reinserción Social en el país.
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Uno de los sectores de la población vulnerable ante el respeto de sus derechos humanos, es la comunidad de la diversidad sexual denominada Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero, Trasvesti e Intersexual (LGBTTTI), donde Asociación Civil (AC) sin fines de lucro, Almas Cautivas, asiste dentro de las cárceles.
Avances en derechos humanos
En la actualidad, el sistema penitenciario ha llevado a cabo una deconstrucción, así lo reconoce Ari Morales, directora de Almas Cautivas, “si hacemos un recuento, hace más de 10 años encontramos un sistema penitenciario en la Ciudad de México, muy cerrado”, dijo en entrevista para LA PRENSA.
Para Morales, ha sido fundamental mirar y entender la raíz de la violencia y discriminación hacia dicha comunidad dentro de los penales, en esta revisión histórica, la palabra “joto”, surgió en la cárcel de Lecumberri en la época del Porfiriato, donde se perseguía a las personas LGBTTTI y se encerraba a los hombres que expresaran afecto hacia otros hombres como una falta a la moral, dentro de la crujía “J”, señalados de forma despectiva por su orientación sexual.
Durante muchos años, ese acto, “colocó a las personas de la diversidad sexual como algo que se criminaliza o que se persigue, que se debe de encarcelar como algo criminal, hoy por hoy, vemos que esto es diferente”, así narra Ari, quien además, reconoce el trabajo conjunto que ha llevado a cabo con las autoridades de la Subsecretaría del Sistema Penitenciario.
Para la directora de Almas Cautivas, se ven los avances, aunque todavía “falta mucho por recorrer (…), hemos ido aprendiendo tanto la subsecretaría, como las organizaciones civiles que trabajamos con sistemas penitenciarios (…), entendemos que las personas tienen toda la libertad de expresar su orientación y su identidad y no lo expresan por un tema de miedo de ser violentadas”.
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Dentro de las “buenas prácticas” como enfatiza Morales, tienen la apertura de reconocer la diversidad entro de la población dentro de los penales, “cómo vas a crear una acción política pública o medida de seguridad si no reconoces qué tipo de diversidad puede estar teniendo a tu cargo”.
Agregó que aun muchos centros penitenciarios no cuentan con esas buenas prácticas, “tenemos tres niveles de gobierno, un sistema federal, estatal y cárceles municipales, así como cárceles militares y esto provoca, que haya que no haya un criterio homologado de buenas prácticas o de buenos intercambios de información entre los mismos sistemas penitenciarios que abonen a la seguridad e integridad de las personas privadas de la libertad”.
Contra el paradigma social
“Tenemos un reto mayor, la Subsecretaria del Sistema Penitenciario tiene que trabajar en contra de la voluntad o el deseo de la sociedad en general, y se vuelve altamente retador, nosotros como personas que vivimos en libertad no nos damos cuenta del privilegio en el que estamos y creemos que la cárcel la tenemos muy lejana y en realidad no es así en muchas personas que están en las cárceles que no son culpables”, aseguró la activista.
Entre los cambios significativos para la comunidad, a partir de 2015 existe una reforma a la identidad de género en la Ciudad de México, “ hoy por hoy, vemos a personas Trans donde no se les violenta por su identidad de género y hay compromisos firmados por el Subsecretario del Sistema Penitenciario, el licenciado Hazael Ruiz, donde emite una circular a todo el cuerpo directivo de la subsecretaría para respetar la identidad y la exclusión de género de todas las personas que se encuentran en un centro penitenciario.
Conocemos casos de personas Trans que han ingresado al centro penitenciario donde ya tienen el reconocimiento de su identidad de género, una identificación que les reconoce como mujeres. Personal del sistema de justicia han consultado, más no dejado elegir, con la persona trans, su criterio o su autopercepción de bienestar y seguridad de acuerdo a su género. Es una buena práctica instaurada en el sistema penitenciario de la Ciudad de México
Los avances dentro del sistema penitenciario, en gran medida, han sido por el trabajo constante de asociaciones como Almas Cautivas, durante ocho años de trabajo dentro de las cárceles, “y también a la voluntad de las personas del sistema penitenciario, también hay una ley que les obliga acompañarse de las organizaciones de la sociedad civil”, dijo.
Como un mensaje a la ciudadanía, Ari Morales menciona que “los centros penitenciarios son el vivo reflejo de nuestra sociedad (…) que las organizaciones visiten a las personas internas, que se acerquen, solo es donar dos horas de nuestra vida de nuestro privilegio de libertad y escucharlas abrazarlas, es abonar a una mejor sociedad, a mejor una persona y abonarle a un mejor mundo”.
Resurgir tras las rejas
Un trabajo integral entre el sistema penitenciario en conjunto con el Gobierno, aunado a la Secretaría de Hacienda para incentivar el trabajo dentro de los Centros de Reinserción Social para lograr un sueldo digno y respetuoso a las personas, es una de las áreas a fortalecer, según cuenta Lulú Puig, directora de la Asociación Civil Kölective Feat.
“Devolverles parte de la dignidad, que ellos sienten que han perdido, que tengan un oficio y eso obviamente va a repercutir en una reinserción social más exitosa”, así lo relata Puig en entrevista para La Prensa quien, desde hace cuatro años, se ha involucrado en la formación y acompañamiento a artistas dentro de la cárcel.
Sobre la labor del Subsecretario del Sistema Penitenciario, Hazael Ruiz, Lulú reconoce el apoyo que su organización y los internos han tenido para llevar a cabo los talleres de pintura y las exposiciones, “el maestro Hzael (…) dijo una cosa que a mí me encantó; yo lo que necesito es devolverles a estos chicos, el derecho al porvenir y cómo le dices a alguien que tiene una condena de 50 o 60 años, que tiene por venir, y eso, me encantó”.
Para la activista es indispensable que la subsecretaría se apoye en otras instituciones y fundaciones para lograr un mejor espacio, de mayor respeto y de menos agresión en la cárcel “la educación debería ser obligatoria, un chico que tiene las mejores intenciones, que tiene un comportamiento ejemplar, que trabaja dentro del reclusorio haciendo artesanías pero que sale con una primaria trunca después de 10 o 15 años, es muy difícil que encuentre trabajo”.
Un proyecto de libertades
Montar un pequeño taller de expresión artística dentro del Reclusorio Norte era el proyecto de Lulú Puig, “sin saber realmente lo que me iba a encontrar, me acerqué a la Subsecretaría del Sistema Penitenciario, qué muy amables me dieron permiso y mucho apoyo por parte del maestro Hazael, de Isabel y de René Martínez quien era el encargado de los proyectos culturales”.
Köloective Feat ha conformado un grupo de 16 chicos, 12 de ellos al interior del penal y cuatro por fuera, “me sorprendí porque no sabía que me iba a encontrar con artistas de verdad, con gente que se dedica al arte y que pintan desde que les abren el taller a las 8 de la mañana hasta que lo cierran a las 5 o 6 de la tarde, que pintan de porque es como su espacio de libertad”, aseguró Lulú.
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Hemos logrado sacar a los chicos, la primera vez que montamos una exposición fue a la Biblioteca de México, hace ya tres años, era la primera es que iban a salir artistas plásticos (…) expliqué que íbamos a hacer un evento junto con un grupo musical y presentamos Derribando Muros con la obra del maestro Arturo Márquez, Tengo un Sueño.
Hay chicos que jamás se hubieran acercado al arte si no hubieran entrado al reclusorio, había alguno que me decía; a mí siempre me ha gustado pintar, pero en el mejor de los casos, si no hubiera entrado aquí, hubiera sido taxista jamás hubiera pintadoLulú Puig
Los artistas de Kölective Feat viven de la venta de sus obras, labor en la que apoyan para que los reclusos obtengan una paga justa y digna, lo que les devuelve la posibilidad de obtener una actitud distinta durante el encierro, propicia el respeto de los compañeros, custodios y repara el tejido familiar, roto debido a su ingreso.
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