La modernidad de las ciudades y metrópolis que se inclinan ahora por un formato de crecimiento vertical con uso de suelo mixto, permite al pequeño comercio tener mayor cercanía con los hogares de las personas, en donde no caben los grandes supermercados, en cambio sí las fruterías, abarrotes, carnicerías, tintorerías, lavanderías, estéticas, pequeños servicios y negocios que la gente demanda para su cotidianidad.
Así lo señaló el profesor Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) al destacar que el comercio tradicional, conformado por más de 1.2 millones de puntos de venta, abastecen el 52% de la demanda nacional y representa el 3% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, lo que dinamiza el consumo local y genera una derrama económica en las comunidades.
Al recordar que el próximo 7 de agosto se celebra el “Día Nacional del Pequeño Comercio”, Cuauhtémoc Rivera destacó que este evento es un reconocimiento a la huella histórica, social y económica de este canal de abasto tradicional que ha mostrado su resiliencia, inclusión, sustentabilidad y sostenibilidad.
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“La efeméride reconoce a este grupo de trabajadores resilientes que representan la esencia del emprendimiento, un justo homenaje a quienes verdaderamente lo merecen. La idea es enraizar en la conciencia colectiva que esta actividad es motivo de orgullo, solidaridad y respeto”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.
Destacó que esta actividad económica tiene un alto contenido de carácter social y comunitario que genera más de dos millones de autoempleos y da manutención a cinco millones de personas.
Con más de un millón doscientos mil puntos de venta, por su proximidad y extensión, es el canal de abasto de mayor penetración.
Indicó que este canal de abasto tradicional nunca ha dado la espalda a la población. Sin importar la crisis que se viva en el país, desde la pandemia hasta desastres naturales, estos pequeños comercios permanecen con las puertas abiertas, firmes para dar servicio a la comunidad y apoyar a la gente resolviendo sus necesidades de consumo durante esos apuros.
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Señaló que siete de cada diez pequeños comercios del país son operados por mujeres, lo que resulta que además de estar al frente del negocio también están al frente de sus hogares, son jefas de familia responsables de la economía de sus casas, en esta actividad la mujer encuentra una fuente de trabajo en condiciones de equidad que la empodera y emancipa.
El pequeño comercio, dijo, es el único canal que opera como banca social cuando es necesario, otorgando créditos blandos a la palabra, sin intereses, a todo quien lo requiera, ahí se fía; quien recurre a ellos, encuentran una salida a los momentos de crisis en que no les alcanza ni para pagar el consumo básico de la semana, todo con base en la confianza que se tiene a los vecinos, manteniendo la certeza de pago en cuanto se tenga dinero.
Otra ventaja es la modernidad de las ciudades y metrópolis que se inclinan ahora por un formato de crecimiento vertical con uso de suelo mixto, lo que posibilita al pequeño comercio la cercanía a los hogares de las personas, en donde no caben los grandes supermercados, en cambio sí las fruterías, abarrotes, carnicerías, tintorerías, lavanderías, estéticas, pequeños servicios y negocios que la gente demanda para su cotidianidad.
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“Es el eslabón más sensible del mercado que establece lo que la gente quiere comprar y los precios en que se encuentran las cosas, es decir, es la piel del mercado al dar cuenta fielmente de los hábitos de consumo y la variación de precios de los productos”, apuntó.
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