El bullicio y algarabía por la marcha que vistió el primer cuadro de la Ciudad de México el 8 de marzo cobró silencio en las calles el día de ayer, negocios, escuelas, transporte público, oficinas y hasta en las redes sociales, se notó la poca actividad de las mujeres, porque la gran mayoría se sumó a la protesta de “Un día sin nosotras”.
Motociclista y reportera me dispuse a salir a recorrer el asfalto para narrar a nuestros lectores de La Prensa una jornada normal, pero sin mujeres.
El silencio de las calles era notorio, incluso las conductoras no estaban ahí, en las estaciones de gas que visité ellas no estaban, en el transporte público predominaban los hombres, muchas de las escuelas desiertas o cerradas y no había mamás corriendo para llegar a tiempo a dejar a los hijos y luego, al trabajo.
A este recorrido se sumó mi sobrina Regina de 12 años de edad, a quien intenté explicarle la importancia de hacer un paro de labores el 9 de marzo, yo misma, que cubro nota roja todos los días no tuve la actividad cotidiana. Y mientras más avanzamos nos encontramos mujeres laborando, aunque mucho menos de lo habitual.
CIUDAD TRISTE, las que no se sumaron
Más tranquilo que en domingo lucían las avenidas y los negocios, muchos de ellos cerrados porque son atendidos por mujeres, otros porque se sumaron a la causa.
Me detuve en la entrada de un centro de cultura donde había dos trabajadoras que barrían la acera, para Sandra y Carmen fue un día “normal”, no fue significativo el hecho parar labores, “no le veo caso, ni beneficio” dijo Carmen en tono molesto, quizá porque en su memoria no se mantiene activo el recuerdo de la lucha para ser consideradas como seres pensantes, para poder votar o incluso, ganarnos del derecho de usar pantalones.
Para Sandra, más allá de sumarse a una causa, piensa en su pequeño, al que tiene que llevar a la escuela y que su salario, “apenas alcanza para los dos, no puedo darme el lujo de faltar, a nosotros nos dijeron que se trabajaba normal y decidí venir”, y entonces, mujeres como ella ponen su grano de arena, pero todos los días, sin ser visibles.
La gerente de una cadena de restaurantes compartió que no se explica por qué “tienen que faltar a trabajar, así no se logra nada más que culpar al gobierno de todo. Es mejor trabajar a estar de floja en mi casa”, explicó que la empresa no les descontará el día, pero decidió no apoyar, quizá porque desconocen de los cerca de 10 feminicidios al día que ocurren en México.
Incluso en los puestos de comida, en los que predomina la presencia femenina, fueron atendidos por los hombres, pero también, los consumidores eran pocos. Si usted salió querido lector y lectora, pudieron notar la ausencia de ellas, éramos pocas y silenciosas.
A FAVOR DEL PARO 9M
Elena se sintió acosada al viajar en transporte, “más que nunca, sentí las miradas de los hombres, esas que todos los días nos invaden, nos hacen sentir incómodas. Yo salí a trabajar, no me puedo dar el lujo de dejar a mis hijos sin comida y escuela, en mi trabajo me pidieron que no faltara, con la amenaza sutil de correrme, soy secretaria y única mujer en la oficina, creo que esto va a cambiar, pero estamos en el difícil proceso, me sumo en actitud”, expresó.
Samai acudió al hospital a trabajar, ella es anestesióloga y especialista en medicina del dolor y cuidados paliativos, nos compartió que ella, “como médico sí tengo el compromiso de presentarme a laborar, me uno a la causa, pero hay vidas que dependen de mi actividad, no puedo ausentarme”.
En el hospital para el que trabaja todas sus compañeras acordaron ir, pero cada una es consciente de la importancia de visibilizar a las mujeres, “espero que esto sirva para despertar conciencias sobre lo vulnerable que somos en la calle y el trabajo. No es bueno vivir con miedo, y así es como nos sentimos actualmente, estoy segura que esto es el comienzo de algo positivo”, añadió la especialista.
Acompañada de sus perros, Nidia salió a dar un paseo en su colonia, dijo que no iría a trabajar, atiende una estética y dos mujeres más dependen de su negocio ella les dijo; “nos tenemos que sumar, tenemos que hacer ruido sin hacer nada, sin trabajar, sin reprender, sin hacer cuentas ni atender gente, para que la sociedad nos apoye y las autoridades nos consideren”, compartió.
Es posible, que la mayoría de la sociedad sea consciente de un “Día sin nosotras” y que cuestionarnos cosas simples como ¿Cuánto espacio ocupo en el transporte?, si las mujeres en mi entorno ¿se sienten bien tratadas en el trabajo y hogar?, ¿Soy honesto? Y, ¿Cómo cuido a mi gente?, sean el principio para cambiar algo y no tener que lamentarnos la ausencia definitiva de aquellas a quienes queremos.
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