En su andar por la Ciudad de México, algunos de los paseantes no les prestan atención, pero para otros estas bancas son un respiro. Ya sean añejas, como las del Paseo de la Reforma, o de estilo llamativo vintage, como la de la Condesa, de metal, despintadas, o con forma de ave, estas esculturas-objeto se funden con el paisaje y lo embellecen, aunque ya hayan perdido su belleza inicial, conviven con los habitantes de la capital, y ¿por qué no?, los rescatan del cansancio cotidiano.
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