En la contingencia sanitaria que vive la ciudad de México por el Covid-19, el padre Darío Bragado Rodríguez, sacerdote de 90 años y canónigo de la Catedral Metropolitana de México, dio la bendición a la capital del país desde un helicóptero el pasado Sábado Santo.
En información dada a conocer por ACI-prensa, medio católico, detalló que en la aeronave, el P. Bragado Rodríguez estuvo acompañado por el P. Juan José Cedeño Serratos, párroco de la parroquia de La Coronación de Nuestra Señora de Guadalupe, en la colonia Condesa, de Ciudad de México.
Bragado Rodríguez tiene además 65 años de sacerdote y ha sido formador de seminaristas en la capital mexicana.
Sobre el tema, la vocería de la Arquidiócesis de México explicó que fue una iniciativa de algunos sacerdotes, quienes consiguieron el apoyo de un laico para el vuelo, e hicieron la bendición con el Santísimo. Es una iniciativa que hace mucho bien a nuestro pueblo.
Su bendición fue para los cerca de 21 millones de personas que viven en la ciudad de México y el área conurbada de la ciudad de México.
ACI-prensa explicó que el padre Bragado Rodríguez comentó que “un laico, cuyo nombre ignoro, ofrece a un sacerdote el servicio de un helicóptero para que Jesús Eucaristía recorra la Ciudad de México, esta megápolis, tan contrastante en la que hay tanta fe y confianza en Dios de un buen número de sus habitantes, y en contraste tanto abandono del Señor en muchos otros”.
“Este sacerdote que recibiera el ofrecimiento invita al P. Juan José Cedeño, párroco de La Coronación, en la colonia Condesa de la Ciudad de México, a que acepte la invitación. Acepta.
El P. Bragado Rodríguez lamentó que “el pueblo siente morirse y siente desaliento al enfrentarse a la pandemia del coronavirus que ha llegado a esta gran ciudad. ¿Qué hacer? Hacer que Cristo, vivo en la Eucaristía y máxima manifestación del amor de Dios a la humanidad, pase y se acerque a todos sus habitantes y que les asegure que está con nosotros, que no nos abandona, que está, sí, en el sacramento que pasa por esta gran ciudad”.
Además, destacó, Cristo “prolonga su presencia amorosa en los sacerdotes, en los médicos, en los enfermeros y enfermeras, en nuestros gobernantes, en los que por esta circunstancia pierden su trabajo, en los pobres, en nuestros enfermos”.
JLP