Se han registrado en las últimas horas más de 13 microsismos

La actividad sísmica de la Ciudad de México se debe –principalmente- a que hay fallas de tipo tectónico en esta región y que llegan a romperse cuando se acumulan los esfuerzos

Genoveva Ortiz | La Prensa

  · jueves 11 de mayo de 2023

Archivo La Presa

Hasta el mediodía de este jueves 11 de mayo se han podido registrar en las últimas 12 horas alrededor de 13 microsismos, con magnitudes que van de 1 a 3 grados en promedio y con epicentro en la alcaldía Magdalena Contreras, a excepción de uno que ocurrió a las 2 de la madrugada en la alcaldía Cuauhtémoc.

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Así lo informó la doctora Delia Bello, investigadora del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) al explicar que estos movimientos no dispararon el Sistema de Alerta Sísmica, debido a corta la distancia donde ocurrieron, ya que las ondas se mueven a velocidades de kilómetros/segundo.

En un segundo la onda sísmica puede recorrer hasta 4 kilómetros, por lo que el sistema de alertamiento se dispara después de que se genera la primera onda, y sí está onda ya viajó 4 kilómetros sobre segundo, prácticamente vamos a sentir el sismo antes de que suene la alerta”, explicó la investigadora de la UNAM.

Delia Bello explicó que la actividad sísmica de la Ciudad de México se debe –principalmente- a que hay fallas de tipo tectónico en esta región y que llegan a romperse cuando se acumulan los esfuerzos, liberando energía en forma de ondas (conocida como sismos).

Hay otras zonas donde una placa se desliza respecto a la otra, como ocurre en la zona de Baja California. “A veces las placas tectónicas también rompen en su interior; es decir, tenemos fallas intraplaca, como fue el caso del sismo del 19 de septiembre de 2017, donde rompió la placa de Cocos”, precisó.

Sismos someros

En el caso de la Ciudad de México, comentó que tenemos sismos muy someros, donde estas zonas de ruptura se dan muy cercanas a la superficie.

Ante la preocupación social que ha generado el aumento de actividad microsismica en la Ciudad de México, la doctora Delia Bello informó que en la capital del país ya se han registrado secuencias sísmicas de este tipo en el pasado. Recordó que en 2012 se registró una secuencia importante en la frontera de Tláhuac y Valle de Chalco. “Fueron una serie de sismos que solamente se percibieron ahí”, detalló.

En 1981 se registró también una secuencia importante en la región donde ahorita se están dando estos eventos, “pero en ese entonces no se contaba con tantos medios tecnológicos de comunicación como los que ahora tenemos ni con tantas estaciones en la Ciudad que permitieran estudiar la sismicidad”, indicó.

La intensidad dependerá de la zona epicentral donde ocurra el sismo, comentó al precisar que también tiene que ver el tipo de suelo, ya que en la Ciudad de México hay suelo muy arcilloso, blando y hasta duro.

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Diferentes tipos de suelos

En el caso de Tlalpan, parte de Coyoacán y hacia el sur ya es suelo de basalto, de roca volcánica, por lo que se percibe de forma diferente, o ni siquiera se percibe, porque las ondas se atenúan al pasar por estos diferentes medios”, indicó la especialista.

En cambio, hay zonas como la colonia Roma o Centro, donde los vecinos llegan a percibir casi cualquier sismo e incluso los llegan a sentir de manera un poco más intensa por el tipo de suelo arcilloso, explicó.

La especialista rechazó que esta sismicidad que se registra en la Ciudad de México tenga que ver con la sobreexplotación de los mantos acuíferos.

La Ciudad de México se asentó en un lago y con el crecimiento de la urbe se ha ido extrayendo el agua, lo que ha provocado el efecto de hundimientos”, comentó la doctora Bello al destacar que hasta el momento no hay ninguna correlación con la actividad sísmica.

La intervención del tipo de suelo solo mitiga o amplifica el movimiento. “Es como el movimiento que vamos a ver si agitamos una gelatina o un pastel, algo así ocurre con los sismos en los diferentes tipos de suelo de la Ciudad de México”, mencionó.

Sobre las teorías que surgieron en las redes sociales que relacionan el incremento de microsismos a la actividad del volcán Popocatépetl, la experta del Instituto de Geofísica de la UNAM señaló que tampoco existe ninguna relación.

“No existe una correlación directa, el volcán Popocatépetl tiene su propia actividad que es de tipo volcano-tectónica. En el caso de los sismos su origen es completamente tectónico; incluso, hay estudios geológicos en distintas regiones del Valle de México, donde se encuentra la ubicación de estas fallas que son el origen de toda la sismicidad que hemos tenido”, comentó.

La experta también rechazó que las grandes construcciones tengan alguna relación con la actividad sísmica. “Más bien, el efecto lo tienen los sismos, ya sean cercanos o lejanos, sobre las grandes construcciones”.

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Sismo con grandes afectaciones

Con los sismos del 19 de septiembre de 2017, la mayoría de los edificios que colapsaron se encontraban en lo que se identifica como zona de transición, además de que eran construcciones de entre 4 y 7 pisos, mientras que en 1985, los más afectados fueron los edificios que se encontraban en la zona del lago y que eran de más de 7 pisos, indicó la especialista.

A partir de estos eventos, destacó, se han hecho mejoras en el reglamento de construcción para que las estructuras resistan los embates de los sismos, por lo que a la población le corresponde verificar que nuestras viviendas, edificios o casas sean revisadas por un ingeniero estructural o civil, porque sí pueden sufrir daños dependiendo del tipo de estructura y construcción que se trate.

Cuestionada sí los microsismos podrían ser la antesala de un sismo de mayor magnitud, la doctora Delia Bello señaló que los macrosismos vienen de diferentes regiones del país y para que ocurra se requiere que se rompa un área considerablemente grande de más de 100 kilómetros.

Hasta ahora no hay una tecnología o herramienta matemática que permita saber cuándo ocurrirá el próximo sismo, el detalle con la Ciudad de México es que le afectan, tanto sismos lejanos como sismos cercanos, y no podemos saber cuándo ocurrirá un sismo como el del 85 o el 17”, señaló.

La investigadora Delia Bello, del Instituto de Geofísica de la UNAM explicó que las alertas sísmicas no han sonado con los microsismos, debido a la distancia, no por la magnitud. Dijo que las ondas recorren hasta 4 kilómetros en un segundo, “prácticamente, vamos a sentir primero el sismo que suene la alerta”, comentó.

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