En la Ciudad de México es común ver a miles de personas vendiendo en la calle, en el Metro, en tianguis, mercados, camiones o peseros; que ofrecen productos fuera de sus casas o en la cajuela de su auto; que comercian tamales, quesadillas, sopes, desayunos, paleteros, camoteros y cientos de artículos.
Ellos forman parte de los trabajadores que se encuentran en la economía informal, que representa el 51.3% del empleo en la capital mexicana.
De acuerdo a datos oficiales del cuarto trimestre 2020, en la zona metropolitana Ciudad de México y Estado de México se contabilizan 8, 356,540 personas ocupadas. Lo que equivale a que en esta área del país hay más de 4 millones de mexicanos en la economía informal.
Cifras locales mencionan que las personas trabajadoras en empleo informal representan el 23% de la población económicamente activa (PEA), comparado a un 24% en empleo formal y 53% que no están ocupadas.
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Población que creció en esta pandemia del Covid-19. Trabajadores informales entrevistados por LA PRENSA coinciden que la pandemia ha profundizado la precariedad laboral, en especial en sus ingresos, su salud y sus responsabilidades de cuidado. Igualmente, ha incrementado el número de personas que venden en las calles, en el transporte público y en catálogos.
A nivel nacional, la informalidad en México ronda el 60% según el Banco Interamericano Desarrollo. Lo que significa que más de 32 millones de mexicanos forman parte de ese sector, de una población económicamente activa de 55.9 millones de personas. La ocupación informal en noviembre de 2020 ascendió a casi 30 millones.
Aunque las cifras nacionales señalan que, en México, la proporción de la economía informal abarca a más del 55% de su población ocupada. Casi 6 de cada 10 ciudadanos trabajan en la informalidad.
El estudio “la crisis del Covid-19 y la economía informal: trabajadoras y trabajadores en empleo informal en Ciudad de México, México, realizado por Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (Wiego), revela que el 91% de personas en la informalidad vieron caer sus ingresos en el contexto de Covid-19; aunque 15% de ellas declaró que no tuvo ingreso alguno.
PASARON HAMBRE ENTRE JUNIO Y AGOSTO
La organización internacional destacó que la reducción de ingresos, a su vez, afectó la seguridad alimentaria, por lo que el 24% de las personas encuestadas expresó haber pasado hambre por falta de ingresos entre junio y agosto del 2020. Solo el 15% del total mencionó haber recibido algún tipo de ayuda alimentaria por parte del gobierno en respuesta a la crisis por el Covid-19.
A diferencia de los otros grupos ocupacionales, el 97% de las personas trabajadoras voluntarias del servicio de limpia continuaron trabajando durante la crisis, aunque sus ingresos también se contrajeron.
A mediados de 2020, sus ganancias disminuyeron un 23% en comparación con las ganancias previas a la crisis.
La Coordinadora para América Latina WIEGO en la Ciudad de México, Tania Espinosa Sánchez, recordó que a este sector también se le conoce como trabajadores no asalariados).
Expuso que abril de 2020, tras el cierre de actividades económicas, dejó de laborar el 64 por ciento de personas trabajadoras no asalariadas, 55 por ciento de las trabajadoras del hogar y 48 por ciento de comerciantes en tianguis.
WIEGO trabaja con una variedad de organizaciones de investigación, desarrollo y grupos ocupacionales de personas trabajadoras en empleo informal en la Ciudad de México: comerciantes en vía pública y en mercados, trabajadores voluntarios del servicio de limpia, trabajadoras del hogar, aseadores de calzado, diableros, mariachis, y despachadores de gasolina, trovadores, fotógrafos y vendedores de publicaciones y revistas atrasadas.
PANDEMIA GOLPEA DURO A INFORMALES
La crisis económica y sanitaria causada por el Covid-19 ha tenido un impacto profundo en la vida y los medios de sustento de las personas trabajadoras en empleo informal en la Ciudad de México, en especial en sus ingresos, su salud y sus responsabilidades de cuidado.
Los obstáculos para este sector de trabajadores variaron dependiendo del grupo ocupacional: desde despidos por parte de personas empleadoras a restricciones del gobierno para laborar en el espacio público.
El impacto económico se agravó con la repercusión en la salud, en tanto que el 13% de las personas encuestadas o sus familiares presentaron síntomas de Covid-19.
Aunque el gobierno de la ciudad y el gobierno federal anunciaron apoyos monetarios para trabajadores en empleo informal (transferencias de recursos a personas trabajadoras no asalariadas, créditos para comerciantes en tianguis y para trabajadoras del hogar), sólo el 24% de las personas consultadas dijo haber recibido dichas ayudas; entre ellas, la gran mayoría eran no asalariadas.
María Montes, vendedora de zapatos en catálogo platicó que tanto para las mujeres como para los hombres, la principal consecuencia de la pandemia ha sido una crisis económica, que produce la pérdida de negocios y desempleo, dando lugar a una mayor informalidad laboral, más competencia entre las personas que vendemos de casa en casa.
Muchas que perdieron su empleo formal, ahora se dedican a vender por catálogo, ya sea zapatos, ropa, bolsas, artículos de bellezas, trastes, etc.
La organización recordó que laborar en empleo informal implica tener un trabajo sin los beneficios accesorios al mismo, como ahorro para el retiro, pensión o seguridad social derivada del trabajo que realizan, entre otros.
A diferencia del empleo total en la ciudad, donde las mujeres representaban un menor porcentaje que los hombres, en el empleo informal conformaban el 52.8% frente a un 47.2% de hombres.
Respecto a la edad, un mayor porcentaje tanto de hombres como de mujeres de diferentes ocupaciones en empleo informal en la ciudad se ubicaban en el rango de 35 y 54 años de edad.
Sobre los ingresos, entre el 40% y el 50% de las mujeres y entre el 10% y el 36% de los hombres ganaba el salario mínimo o menos.
En el caso de las trabajadoras del hogar, más de la mitad no pudo trabajar en abril, y a mediados de 2020 solo se presenció una recuperación leve del empleo. Entre quienes no lograron trabajar en abril, un 88% reportó que fueron despedidas o “descansadas” por las personas empleadoras, muchas veces sin pago ni certeza de cuándo las volverían a llamar.
Para todos los grupos ocupacionales, los días trabajados por semana disminuyeron considerablemente de febrero a abril.
A finales de junio y durante julio, la disminución en las limitaciones —en particular, la apertura del transporte público para trabajadoras del hogar y la flexibilización de restricciones gubernamentales a tianguis1— permitió tanto a trabajadoras del hogar como a personas comerciantes en tianguis recuperar levemente su capacidad de trabajar.
Sin embargo, para mediados de 2020, ambos grupos aún trabajaban menos de la mitad de los días que antes de la pandemia. Esto muestra que la crisis persiste incluso tras el levantamiento de restricciones gubernamentales a finales de junio.
El organismo se pronunció por la creación de un registro de personas trabajadoras en empleo informal: uno de los principales obstáculos para hacer llegar los programas de ayuda a las personas trabajadoras en empleo informal durante la pandemia fue la falta de registros o censos de las mismas.
Este padrón debe consolidarse en una base de datos actualizada regularmente y desarrollarse con la participación de las organizaciones de personas trabajadoras en empleo informal.
CASI 30 MILLONES DE MEXICANOS EN LA INFORMALIDAD
Los datos sobre el sector de la ocupación de las personas que trabajan muestran que sólo 23.68 millones de personas laboran en condiciones de formalidad, mientras que 29.64 millones lo hacen en condiciones de informalidad, es decir, sin contrato, sin salario fijo o sin prestaciones económicas y sociales.
Las condiciones de mayor vulnerabilidad las enfrentan quienes están en el sector informal de la economía. Personas que laboran sin establecimiento fijo, y sin prestaciones ni salario fijo; ellas suman 14.85 millones, que equivalen al 27.85% de la población ocupada del país.
Los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del IV trimestre del 2020, presentados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), muestran la preocupante profundización de las precarias condiciones en que se encuentra el empleo en México.
El INEGI, en el IV trimestre de 2020 señala que había un total de 2.54 millones de personas desocupadas en el país. La cifra fue ligeramente menor a la registrada en el tercer trimestre del año pasado, cuando se registraron 2.76 millones de personas sin ocupación.
Asimismo, se incrementó la Población Económicamente Activa entre los dos últimos trimestres del año pasado, al haber pasado de 53.78 millones entre julio y septiembre a 55.88 millones entre octubre y diciembre del 2020.
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Una de las cuestiones que México no logra resolver, es elevar los niveles salariales de la población; pues a pesar de que se ha elevado el valor del salario mínimo en el país, las personas que se encuentran en los niveles más bajos de ingresos siguen siendo la mayoría.
CRECE LA INFORMALIDAD EN MÉXICO: CEPAL
En días pasados, la Cepal presentó sus estimaciones sobre la informalidad en México, con tasas superiores al 50% de su población ocupada.
La informalidad reporta tasas superiores a las de países con economías de similar nivel de desarrollo y que, regionalmente alcanza niveles que se observan en países africanos.
Particularmente en el sur de México Oaxaca, Guerrero y Chiapas, la informalidad hace que ocho de cada 10 empleos sean informales y que no generen beneficios de seguridad social ni empleos estables.
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