Como todos los meses, cada día 28 miles de fieles llegan a la iglesia de San Hipólito y San Casiano para venerar a San Judas Tadeo, el santo de las causas imposibles, sin importar las distancias o aglomeraciones.
Con mucha fe, agradecen o le piden un milagro o favor, para aliviar alguna enfermedad, para obtener empleo, para poder procrear un hijo, obtener un esposo o terminar con la violencia que azota al país.
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Desde los primeros minutos de este día comenzaron a llegar al templo para que a partir de las 6 de la mañana y hasta las 9 o 10 de la noche reciban las últimas bendiciones. Este día se ofician por lo menos 15 misas, una cada hora, de entre 40 y 45 minutos.
De acuerdo con estimaciones, se registra un aforo de 15 mil personas durante el día, aunque antes de la pandemia eran de cerca de 30 mil los creyentes.
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El culto a San Judas Tadeo tiene 70 años. Poca gente sabe que el templo lo mandó edificar Hernán Cortés para rememorar la toma de Tenochtitlán, el 13 de agosto de 1539, día de San Hipólito, un santo romano.
Se construyó donde anteriormente se encontraba la ermita que Cortés había mandado construir en recuerdo de los españoles caídos durante la Noche Triste.
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La construcción del templo comenzó en 1599 y finalizó hasta 1740, aunque se sabe que la última torre se edificó en los años 40.
El lugar se ha convertido en un centro de peregrinación para los católicos, que no le fallan a su San Juditas.
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