Ingeniero civil egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1978 y con una maestría en Estructuras, además de dominar cuatro idiomas, Antonio quiere dejar atrás los últimos ocho años de su vida, en los que se dedicó a recolectar residuos reciclables, como cartón, pet, fierro y latas de aluminio, principalmente, para poder sobrevivir.
“Espero cambiar mi físico, arreglarme los dientes y que me dieran la oportunidad de volver a dar clases, como lo hice hace 18 años a nivel licenciatura en la UNAM y en el Instituto Politécnico Nacional y desde hace 45 años en el Conalep y otros bachilleratos”.
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Entrevistado por este medio de comunicación en su casa, la cual se había convertido en un muladar tras el acopio de cientos de desperdicios que él llevaba a vender como medio para subsistir, luego de que hace ocho años, regresando de la docencia y tras dirigirse a su casa, fue víctima de un asalto, donde los delincuentes lo golpearon y lo dejaron en coma durante más de dos meses.
Después de esta amarga experiencia, y al despertar del estado inconsciente, Antonio Freyermuth Moreno, de 70 años, perdió sus plazas de académico y no pudo continuar con la labor que más le apasiona: la docencia.
De acuerdo con el gobierno municipal de Ecatepec, la casa de Antonio albergaba alrededor de 100 toneladas de desperdicios, y fueron los vecinos de la calle Calpullis, casi esquina con Nemontemi, en la tercera sección de Ciudad Azteca, quienes expusieron esta situación, aduciendo que los entornos se estaban convirtiendo en nido de fauna nociva.
Ante tal situación, las autoridades intervinieron y después de una denuncia anónima se procedió a levantar el acta con número de folio FI/JMAE/085/2023, la cual fue enviada a la Dirección de Medio Ambiente y Ecología municipal.
Tras esto se procedió a realizar un operativo junto con la Defensoría Municipal de Derechos Humanos y el sistema DIF municipal para retirar los montones de desperdicios que “peinaban” el hogar de Antonio.
En cuestión de horas, camiones recolectores de basura se apostaron frente a la casa del ex académico y comenzaron a levantar fierros, cartón, plásticos, pet, maderas, cuadros viejos, pedazos de cobre, cuadernos y libros mutilados y bolsas que contenían una gran variedad de desechos.
Vive solo
Con barba blanca crecida y lentes de armazón de pasta, vestido con un pantalón de mezclilla y una camiseta blanca, con aspecto de astroso por el contacto con los residuos reciclables, Antonio afirmó que vive solo desde hace mucho tiempo.
Usando una gorra chamagosa y tenis desgastados, mirando hacia una de las esquinas en las que se hallaban libros y hojas de papel bond, dijo que sí tiene hijos, cuando se le cuestionó si tenía familia.
“Tengo dos hijos y mi esposa murió hace 7 años. Mi hijo se casó con una brasileña y vive en Río de Janeiro y mi hija se casó con un español y vive en Barcelona; por lo mismo casi me visitan poco. El resto de mi familia vive en Los Ángeles”.
Antonio agregó que vive en la tercera sección de Ciudad Azteca, en el municipio de Ecatepec, (a unos dos o tres kilómetros de la Avenida Carlos Hank González, mejor conocida como Avenida Central).
“Llevo casi 28 años viviendo aquí. Soy ingeniero civil y me dediqué a hacer obras y a dar clases. Fui maestro en varias escuelas, y luego del asalto que sufrí en Indios Verdes (el paradero) perdí dientes y estuve en coma durante más de dos meses. Me fueron a tirar cerca de la Basílica de Guadalupe”.
Insistió en que ya no habla como antes y que esto fue consecuencia del atraco que lo llevó al abismo. Cuestionado si tras el percance perdió dicción o tuvo alteraciones graves para mantener una conversación, Antonio respondió que sí, y fue en ese momento en que reveló que siempre hizo el intento por capacitarse y que logró dominar cuatro idiomas: inglés, alemán, italiano y francés.
Perrín, su único compañero
Parado en el centro del espacio que correspondería a la sala de su casa, rodeado de montones de desperdicios, entre cartón, hojas, fierros, huacales de madera (utilizados para el transporte de frutas y verduras) y demás residuos reciclables, el exprofesor universitario manifestó que la única compañía que ha tenido es la de su mascota, un perrito criollo, de pelo blanco y negro, que durante la entrevista se mantuvo echado al lado de su amo.
El can también dio muestras de estar acostumbrado al entorno de los desperdicios, pues a lado de Antonio buscó un hueco, entre pedazos de papel periódico, para tenderse de panza al piso y extender sus extremidades delanteras.
“Lo tengo desde hace 6 años; se llama Perrin y ha estado conmigo siempre, a donde quiera que yo voy me sigue y es mi única compañía", relató el ingeniero civil por la UNAM.
Explicó que tras el asalto que le cambió la vida nadie le brindó apoyo. Comentó que las instituciones de educación superior le dieron algo.
Estoy agradecido porque sí me dieron algo, una especie de liquidación, pero hasta ahí
Detalló que después del atraco y ante la posibilidad de no tener trabajo, vio en la recolección de residuos la oportunidad de sobrevivir. “Recurrí a la recolección de la basura como algo digno porque estoy contribuyendo a usar residuos reciclables, pero desafortunadamente los tiempos han hecho que las cosas se paguen mal. Estoy en la situación de no ganar como anteriormente.
Citó como ejemplo que hasta antes de la pandemia el kilo de pet lo pagaban en 18 o 19 pesos.
Con un costal lleno yo ganaba para vivir dos días, pero hoy lo están pagando a 3.50 pesos el kilo y pues ya no alcanza
Recordó que antes llegaba a vender hasta media tonelada de residuos reciclables en una semana, entre fierros, latas de aluminio, cartón, pet y demás.
No es un drogadicto ni alcohólico
Antonio Freyermuth Moreno aseguró que contrario a lo que piensa la gente, al verlo desaliñado y sucio, él jamás ha probado drogas ni es alcohólico. “No soy eso que cree la gente; precisamente en una de las materias que yo impartía, la de Valores, enseñaba a los alumnos lo malo y dañino que son las drogas y el alcohol; nunca recomendé que lo hicieran”.
Añadió que “a veces los vecinos me llegaban a traer material reciclable; yo recorría Ciudad Azteca y zonas aledañas y lo llevaba en un diablito, lo metía en un costal, pero luego la gente lo veía mal”.
Ante esto, dijo que mejor optó por salir en la noche, en las madrugadas, de 10 a las 4 de la mañana, recorriendo calles y avenidas, juntando todo lo que veía a su paso.
La gente siempre te ve mal, piensa que eres un drogadicto o alcohólico, y yo nunca lo he sido
Quiere dar clases otra vez
“Tengo el deseo de regresar a dar clases, fue una faceta de mi carrera que me dejó muchas satisfacciones; formar gente y yo considero que cuando uno tiene la experiencia y los conocimientos es bueno poderlos trasmitir”, afirmó tras ser cuestionado sobre el llamado que haría a la UNAM o al Instituto Politécnico Nacional.
Y agregó: “Yo comencé a dar clases en la UNAM hace 18 años, pero en 1978 cuando terminé mi carrera comencé a dar clases a nivel bachillerato hasta que me asaltaron, justo cuando venía de dar clases”.
Con expresión efusiva y seguro de lo que decía, Antonio insistió en el deseo de volver a dar clases. “Yo poder enseñar sería un placer. Lo hago con mucho gusto transmitiendo la experiencia que tengo”, dijo tras mostrar documentos en los que explicaba los diversos proyectos en los que participó como ingeniero civil y profesor universitario.
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Prometen ayudarlo
De acuerdo con el gobierno municipal de Ecatepec, Antonio será trasladado a un albergue o casa de reposo si así lo desea.
Gerardo Morales Ponciano, subdirector de salud pública del DIF, señaló que luego de una evaluación psicológica preliminar y un chequeo médico, se determinó que el ex académico se encontraba lúcido y en condiciones plenas mentalmente, lo que le permitió tomar la decisión de pernoctar con un vecino que le ofreció alojamiento mientras las autoridades realizaban el saneamiento de su casa.
Morales Ponciano adelantó que mantendrán la cercanía con Antonio por si desea ser alojado en algún albergue o casa de reposo. Dijo que el gobierno municipal se encargará de que el señor de la tercera edad reciba atención emocional, además de que continuarán con el desalojo de los desperdicios y el saneamiento del predio para determinar si su propietario puede volver a habitarlo.
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