El proceso electoral que se llevó a cabo el pasado 2 de junio generó alrededor de 30 mil toneladas de basura electoral, lo que representa casi el doble de lo generado en otras campañas políticas, denunció Jorge Carlos Negrete Vázquez, presidente de la Fundación por el Rescate y Recuperación del Paisaje Urbano (FRRPU).
A pesar de que esta propaganda electoral ha sido retirada, prácticamente, en su totalidad, el riesgo es que termine en los rellenos sanitarios de la Ciudad de México, donde podría tardar hasta 100 años en degradarse, lo que es un dato ambiental preocupante, señaló.
Diez mil toneladas de propaganda
En entrevista para LA PRENSA, Jorge Carlos Negrete explicó que un estudio reciente elaborado por la Universidad Iberoamericana estima que en cada etapa del proceso electoral, que va desde la elección interna de los partidos, precampaña y campaña, se pudieron haber generado 10 mil toneladas; “es decir es una locura la cantidad de basura electoral que se produjo este año”.
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Indicó que todo este tipo de propaganda se tiene que elaborar con plásticos reciclables y se supone que así es, “pero la verdad es que no hay una fiscalización, como tal, por parte de los Institutos Electorales para que la población conozca sí efectivamente esto se cumple en la fabricación y compra.
“Nosotros creemos que sí, pero el problema es que además de esto, no hay realmente una fiscalización que permita a la población saber qué cantidad de propaganda colocó cada partido y al final del proceso lo retiró”, señaló Negrete Vázquez.
Además de esto, durante todo el proceso electoral, las campañas internas y las precampañas, la ciudadanía pudo observar que un partido colocaba pendones y mantas, pero llegaban los contrarios a retirar y poner la suya, y viceversa. “Es decir, no es que se colocó una sola vez, sino que se puso tres o cuatro veces y hasta cinco veces en el mismo mobiliario urbano”.
Falta una fiscalización
Negrete Vázquez puntualizó que hoy en día es prácticamente imposible saber qué partido utilizó más propaganda de este tipo, porque no hay una fiscalización por parte de las autoridades electorales.
El presidente del FRRPU destacó que en teoría, deberían ser los partidos los que se deben encargar del retiro y disposición de su propaganda electoral que se colocó en las calles, y aunque retiraron algo, fueron los servicios de limpia de la Ciudad de México que pagan todos los ciudadanos con sus impuestos, los que terminaron realizando esta labor.
Formato caducado
Sobre la eficacia de este tipo de promoción política, Jorge Carlos Negrete consideró que este formato ha caducado y ha demostrado que ya no es un medio eficaz para atraer a los electores, principalmente a los más jóvenes.
“No es un formato que interese a los jóvenes, quienes salen a la calle y están viendo su teléfono en todos lados, por lo que es momento de pensar en otras estrategias y mensajes diferentes”, indicó.
Señaló que la propaganda electoral que se coloca en las calles ya no dice nada a las nuevas generaciones, “es un formato que viene del siglo XIX, es una manera de hacer campaña de hace 100 años”.
Consideró que los partidos políticos deben reemplazar la propaganda electoral que se coloca en las calles y que termina convirtiéndose en basura en rellenos sanitarios por estrategias distintas y modernas.
“Hasta el momento no sabemos de alguien que haya cambiado su intención de voto por haber visto una propaganda en la calle de un candidato o una candidata, por lo que debemos ir pensando en formatos totalmente diferentes”, comentó.
Falta una regulación
Jorge Carlos Negrete Vázquez, presidente de la Fundación por el Rescate y Recuperación del Paisaje Urbano (FRRPU) propuso que la propaganda electoral en mantas y pendones deje de utilizarse definitivamente en los siguientes procesos electorales.
Incluso, consideró conveniente que las campañas, precampañas y campañas internas de los partidos políticos se regulen, ya que esto fue lo que permitió que la Ciudad se inundara de propaganda electoral.
Negrete Vázquez destacó la conveniencia de que se utilicen los anuncios espectaculares, que al cambiar la publicidad se termina reciclando, en cambio en el otro formato no se sabe quién la retira y dónde termina cada una de las mantas y pendones que fueron colocadas.
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