Durante la primavera tiene lugar lo que se conoce como la "temporada de ozono", debido a una baja presencia de vientos que provocan acumulación de óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles (COV) y que, ante la alta radiación solar, reaccionan y forman ozono.
De acuerdo con el pronóstico de la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) se prevén entre tres y ocho contingencias ambientales por ozono para esta temporada.
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Para esta temporada, que abarca de febrero a junio, las autoridades capitalinas solicitaron a la población estar informados sobre la calidad del aire mediante el Índice Aire y Salud e hicieron una invitación para seguir las indicaciones de la CAMe y evitar exponerse a la contaminación, pues las partículas de ozono dañan la salud.
Vehículos de diésel, los más contaminantes
La Comisión Ambiental de la Megalópolis indicó que el gas ozono cuenta con una característica irritante que puede tener impacto en la salud, que va desde una simple irritación del sistema respiratorio hasta un daño importante de la función pulmonar.
La susceptibilidad al ozono aumenta entre la población infantil, los adultos mayores y las personas con padecimientos respiratorios o circulatorios, e incluso mujeres embarazadas.
Por ello, las autoridades recomiendan no realizar actividades físicas intensas al aire libre entre las 13:00 y las 19:00 horas, evitar el consumo de tabaco y, preferentemente, realizar todas las actividades que sean posibles desde casa (como hacer el supermercado en línea o trabajar).
Dentro de los factores antropogénicos, el sector del transporte (39.6%) y de tránsito sobre vialidades (24.4%) son las principales fuentes de generación de partículas menores a 10 micrómetros; y, particularmente los vehículos pesados a diésel, son los mayores contribuyentes de partículas menores a 2.5 micrómetros, con el 43% de la emisión de este tipo de partículas.
Reacciones químicas en la atmosfera
En particular, la problemática del ozono impone desafíos relevantes al no depender de manera directa, sólo de la emisión de contaminantes, sino de reacciones químicas que se dan en la atmósfera a partir de "precursores" como los COV que, al reaccionar con óxidos de nitrógeno, provocan la formación del ozono.
Los COV's son los "precursores" más importantes del ozono, y provienen principalmente del uso de productos comerciales y domésticos, como los solventes (31.6%) y las fugas de gas LP (20.0%).
Cada año se generan alrededor de 413 mil toneladas de estos compuestos. Por ello, el control de la emisión de CO-V's en distintos productos, ha sido una de las medidas prioritarias de la política del Gobierno de la Ciudad de México en coordinación con los gobiernos de la Zona Metropolitana y con el Gobierno de México.
La concentración de contaminantes varía de una temporada del año a otra; en invierno, por ejemplo, las temperaturas más bajas y el fenómeno conocido como "inversión térmica", limitan la dispersión de contaminantes.
Condiciones climáticas y orográficas, el origen de la contaminación
La Ciudad de México tiene como uno de sus desafíos centrales, controlar la generación de contaminantes en la atmósfera para mejorar la calidad del aire que respiramos.
El origen de la contaminación, que está ampliamente estudiado desde hace décadas, se encuentra tanto en condiciones naturales (climáticas y orográficas), como antropogénicas, vinculadas a las dinámicas de movilidad, producción y consumo de los seres humanos.
La priorización de las acciones y las estrategias definidas en el Programa de Gestión Ambiental de la Calidad del Aire de la Zona Metropolitana del Valle de México (ProAire) 2021-2030, obedece al diagnóstico sobre el origen de las fuentes y a la tendencia que han mantenido los contaminantes históricamente y a lo largo de los últimos años.
El registro histórico de la calidad del aire a lo largo de más de tres décadas muestra que la concentración atmosférica de los distintos contaminantes ha tenido reducciones de más del 30% y todos los contaminantes, criterio que se encuentran por debajo de los límites establecidos por las normas de salud.
Actualmente, sólo el ozono y las partículas suspendidas menores a 10 y 2.5 micrómetros superan los límites de las normas oficiales mexicanas de salud.
Por otra parte, la cuenca donde se ubica la capital del país mantiene un clima y una orografía que evitan la dispersión de contaminantes en el aire y favorecen su concentración.
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