Artesanos del Estado de México elaboran calaveritas de azúcar no sólo en honor a los santos difuntos, sino que también rinden tributo a las mascotas fallecidas a través de “michiveritas” y “lomiveritas”.
Se trata de piezas que recuerdan a los animalitos de compañía, en el marco de las celebraciones de Día de Muertos, donde los artesanos dedican su talento que se exhibe en la Feria del Alfeñique en la capital del estado.
La fabricación de calaveritas en el Estado de México es una actividad heredada entre familias de diversas zonas del territorio estatal, dando identidad a la cultura y costumbres de los habitantes.
En esta especialidad, que gusta tanto a locales y foráneos, trabaja Araceli Elisa López Fernández, cuya familia es la tercera generación de artífices de una gran variedad de piezas de azúcar y de alfeñique.
En declaraciones que dio a medios de información en el taller “Corazón de Alfeñique”, ubicado en Cacalomacán, dijo que “este es un emblema ante todo el mundo, porque eso nos identifica, nos da identidad cultural y el significado es recordar a los que ya no están; sin embargo, también decirlo, que aquí en México se lo damos a los vivos, es un regalo especial para personas especiales”.
“Corazón de Alfeñique”
La mujer artesana compartió las técnicas que sigue para que, tanto en azúcar como en alfeñique, elabore piezas dignas de admiración. “En el vaciado y en el alfeñique buscamos siempre innovar con productos, con cultura, con colores vibrantes, colores de Día de Muertos, simbolismo de este colorido que tenemos los mexicanos”, agregó.
El azúcar se hierve con agua y limón y se vierte en un molde de barro; se espera a que seque, se desmolda y se procede al decorado; del alfeñique, aunque la materia prima es la misma, su proceso de elaboración es diferente. Inicia con el amasado de azúcar glass con agua, grenetina, celulosa y limón, además de claras de huevo a punto de turrón. Con ello se hace una masa hasta que tome la consistencia necesaria y se hace el tendido de la pasta.
Se estira y se le da forma de animales como borregos, puercos, caballos, unicornios, conejos, con moldes a mitades, también de barro; se seca durante varios días, se unen las dos mitades, se elaboran también las cabezas, extremidades y se les adhieren. Finalmente se decoran.
“Trabajo no valorado”
Araceli López Fernández recordó los años en que su abuela materna junto a su madre, la iniciaron en esta noble labor que ha perdurado y que es motivo de unión y orgullo en su familia.
“El reto más grande ha sido ver que nuestro trabajo no está valorado como debe de ser, que tenemos que sensibilizar mucho a las instituciones, a los clientes, a los ciudadanos en que esto es una labor artesanal, que esto es un dulce artesanal y que no estamos hablando sólo de azúcar, estamos hablando de un proceso y de tiempo que metemos y amor, los artesanos a ello”.
La tradición del alfeñique ha evolucionado: “lo he visto evolucionar a través de los colores porque antes eran colores muy pasteles, el alfeñique tradicional era muy pastel y ahorita ya encontramos más colores más vibrantes, otras figuras”, señaló Araceli.
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