El Consejo Nacional de Población (CONAPO) estima que para el año 2050 habitarán en el país cerca de 150,837,517 personas, de las cuales el 21.5% (32.4 millones) tendrán 60 años en adelante.
Debido al aumento de la esperanza de vida y a la disminución de la tasa de fecundidad, la proporción de personas mayores de 60 años está aumentando más rápidamente que cualquier otro grupo de edad en casi todos los países.
En el marco del Día Nacional de las Personas Adultas Mayores en México, conmemorado cada 28 de agosto, celebramos la invaluable contribución de los adultos mayores en el campo de la donación y recepción de órganos y tejidos. Contrario a la creencia popular, la edad avanzada no es un obstáculo para salvar vidas. Los adultos mayores son opciones completamente viables y útiles como donadores y casos de éxito como receptores de órganos.
En este sentido, el doctor Andrés Beck Magaña, médico cirujano y gerente médico de Caritas Pharma, subrayó que “es fundamental entender que no existe un límite de edad para donar o recibir un órgano”.
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“Lo más importante es que los órganos cumplan con los requisitos médicos necesarios para el trasplante. Los avances en la medicina han demostrado que los adultos mayores pueden ser donantes y receptores exitosos con una buena calidad de vida”, apuntó el especialista.
Los órganos provenientes de pacientes adultos mayores se destinan a pacientes de la tercera edad por la estimación de su tiempo de vida útil y, en México, hay buenas experiencias con pacientes trasplantados mayores de 60 y 70 años, sector de población donde la demanda de órganos va en aumento, debido al envejecimiento de la población y a la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles.
Los resultados positivos de cada trasplante se deben en gran parte al cuidadoso proceso de selección y a la efectiva terapia con inmunosupresores, esencial para garantizar que el cuerpo del receptor acepte el nuevo órgano. Estas terapias de medicamentos anti-rechazo pueden ser de inducción, de uso intravenoso, para prevenir el rechazo agudo y crónico durante las primeras semanas post-trasplante, o de mantenimiento, de uso oral, que deben tomar a largo plazo para conseguir una buena función del injerto con la máxima supervivencia del receptor.
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“Por la gran necesidad de trasplantes que existe, crece la necesidad de explorar todas las posibilidades de cubrir esa demanda, o al menos, reducir la brecha. En todos los casos de donantes, incluyendo aquellos de edad avanzada, se estudia minuciosamente la función de cada órgano mientras haya posibilidad de salvar al menos una vida”, agrega el doctor Beck Magaña, destacando que la diversidad de donantes puede reducir el tiempo de espera de los receptores.
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Aunque es cierto que el desgaste natural por la edad, en combinación con la acumulación del daño por el estilo de vida de la persona, causa que la función de los órganos se reduzca alrededor de los 50 años de edad, esto no debe alentar la falsa idea de que los órganos de los adultos mayores ya no son funcionales. Mientras se cubran los protocolos de selección y no se ponga en peligro la vida del donador, son aptos y totalmente viables para un trasplante.
Es así que el doctor Andrés Beck invitó a toda la población a reflexionar sobre la importancia de la donación de órganos y a considerar a los adultos mayores como donantes potenciales. “Su valiosa contribución puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para muchas personas que esperan una segunda oportunidad, o lo que es lo mismo, un trasplante”, concluyó.
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