Ciudad de México.- El verdadero demócrata es el que conoce que se gana o pierde a base de votos, “no se puede ganar desacreditando, vituperando, injuriando o poniendo en duda, tan sólo porque no conviene un resultado contrario a sus intenciones”, manifestó la iglesia católica capitalina. Los perdedores deben aceptar los resultados y someterse a los criterios de la ley electoral cuyas reglas no han sido producto simplemente de caprichos o del azar, indicó.
En su editorial, “y que sigue después de votar”, la Arquidiócesis de México resaltó que es evidente, que los resultados no gustarán a muchos. En una democracia madura, quienes resulten beneficiados por el voto saben que la responsabilidad que asumirán es para todos sin distinción alguna. Destacó que el llamado después de la jornada electoral es claro. Todos, principalmente quienes ahora detentan el poder, deben tener este equilibrio.
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Resaltó que ahora, en un ejercicio cívico, de participación y de responsabilidad, el voto libre y secreto refrendará la lucha por nuestro sistema democrático que ha confiado su fortalecimiento a través de instituciones que no se hicieron de la noche a la mañana. Expuso que este domingo 6 de junio, más de 90 millones de mexicanos están invitados a participar en la elección más grande de la historia al renovarse más de 20 mil cargos, entre ellos lo que la joya de la corona para la actual administración: La Cámara de Diputados donde se estaría decidiendo el rumbo de la llamada transformación impulsada por el gobierno de la República.
Por casi 100 días, los electores fueron impactados por una gama de campañas, encuestas y propaganda electoral que ahora tendrá su consumación en las urnas. La iglesia católica capitalina destacó que llegar al poder no es lo último, es el principio asumido en conciencia de que un cargo conlleva el servicio público.
Destacó que numerosas e importantes reformas electorales se han dado por casi tres décadas para dar disposiciones que alejen, de una vez por todas, lo que era una situación definida como política de estado: la del fraude y manipulación electorales. En este domingo, los ciudadanos, vecinos como cualquiera de nosotros, son los responsables de contar los votos y el Instituto Nacional Electoral (INE) aparece como un árbitro que, si bien es vituperado, es un seguro garante que hasta el último sufragio será tomado en cuenta de manera imparcial.
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Existe la confianza de que, una vez concluido este proceso electoral que irá más allá del 6 de junio, el INE se vea fortalecido como un órgano autónomo que refrendará su capacidad constitucional para la organización de las elecciones. Corresponde a los partidos políticos y a todos los mexicanos defender esa autonomía que ahora nos garantiza la práctica de una democracia electoral sólida y blindada por la participación ciudadana.
Por eso resulta necesario que, en esta madurez, todos los actores asuman los resultados como salgan de las urnas. Serán inevitables los procesos de judicialización para dirimir resultados controvertidos por una votación apretada que requiera de la intervención de las autoridades del Poder Judicial de la Federación.
El llamado después de la jornada electoral es claro. Todos, principalmente quienes ahora detentan el poder, deben tener este equilibrio. El verdadero demócrata es el que conoce que se gana o pierde a base de votos, no se puede ganar desacreditando, vituperando, injuriando o poniendo en duda, tan sólo porque no conviene un resultado contrario a sus intenciones.
Los obispos de México han llamado a ejercer el voto libre. Y ante las polarizaciones, fruto de las contiendas electorales, la Iglesia tiene un mensaje claro para ellos y toda la ciudadanía que irá más allá del 6 de junio: “Los políticos tendrán que recuperar la confianza de los ciudadanos y el verdadero sentido de la política, como esa búsqueda continua del bien común que nos lleva a construir sociedades justas y en paz.
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También los ciudadanos tendremos que saber que la democracia no termina emitiendo nuestro voto, sino que es necesario dar seguimiento a este proceso, exigir el cumplimiento de las promesas de campaña y pedir la rendición de cuentas de manera transparente, deber al que todo político está obligado”.