Como una ciudad de oportunidades, así describe Nahum Mendoza Roldán, a la capital de México, al desempeñar su cargo en la dirección ejecutiva de trabajo penitenciario, a cargo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México (SSC).
En su posición como servidor público, a Nahum le toca apreciar a la ciudadanía desde diferentes ángulos, "veo una cantidad de talento de personas que no sabían que tenían ese talento, o sea, creo que al ver tantos perfiles, tantos matices, desgraciadamente al ingresar a esta parte o estos lugares donde me toca a mí trabajar, me doy cuenta de que ellos enriquecen no solo aprenden cosas malas".
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A punto de cumplir un año, no deja de sorprenderse del trabajo que desarrolla con las personas privadas de su libertad (ppl), que son 25 mil internos en los diferentes centros penitenciarios, por lo que tienen que hacer una selección para que accedan a un taller y posteriormente, la oportunidad de elaborar y comerciar sus productos, por medio de la marca institucional Hazme Valer.
“Yo veo el caso de muchas mujeres, que desgraciadamente no tuvieron la oportunidad de desarrollar nada, entonces, al interior al menos empiezan con cuestiones básicas, empiezan con el crochet, empiezan un poco con la costura. Algunas de ellas venían como de zonas demasiado urbanizadas y ahora las incluimos en proyectos agrícolas”, comentó.
En sus 12 años de servicio en la SSC, ahora tiene la oportunidad de vincularse con personas con el interés de encontrar un oficio o actividad que les represente una ocupación y un ingreso que también comparten con sus familias.
“Ellos se dan cuenta que en verdad pueden desarrollar algún producto, se sorprenden de ver que tenían esa habilidad o que podían desarrollar esas cuestiones artísticas que llevaban dentro, los sorprende a ellos, entonces, para nosotros ha sido una acción fabulosa”, expresó.
El proyecto le ha dado la oportunidad a Nahum de involucrarse en todas las áreas, como impartir los cursos, como impulsarlos, incluso con empresas extranjeras, así como con instituciones comprometidas con la reinserción de las personas privadas de su libertad, generando un sentido de pertenencia.
El directivo, asegura que estos productos “los pueden comercializar y pueden obtener un beneficio económico, pues funciona como orgullo para nosotros también, nos garantiza de alguna forma la gobernabilidad de los centros”.
Entre las historias que más le han marcado, está la de un joven “dentro de un centro para primo-delincuentes, por delitos no graves no tan graves el chico venía por una cuestión de robo era muy joven, entró aproximadamente a los 19 años, pasó por un programa que nosotros impulsamos, sale, nos busca y nos platica que está estudiando en la UNAM”.
Este tipo de anécdotas son las que inspiran y reafirman el compromiso de Nahum Mendoza, para sumar a sus labores diarias y buscar alianzas que le permitan crecer un proyecto, enfocado a personas interesadas en aprender y obtener un ingreso, en un esfuerzo que repercute también en transformar el estigma social y la auto percepción de las personas privadas de su libertad, haciéndolos valer.
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