Las personas deben conocer la importancia de la agroecología y la recuperación de técnicas ancestrales como las famosas chinampas, que no sólo son sostenibles, sino también regenerativas para la tierra; prácticas que ya están en funcionamiento de zonas como Xochimilco, Tlalpan, Milpa Alta y en comunidades de estados como Puebla e Hidalgo.
Adoptar prácticas agrícolas sostenibles son urgentes para el futuro del planeta, manifestó Lucío Usobiaga, fundador y director general de Arca Tierra, organización que trabaja con productores de las zonas antes citadas para fomentar la agroecología.
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Por lo que sugirió que como consumidores podemos llevar a cabo varias acciones prácticas como comprar productos locales y orgánicos, y reducir el consumo de carne y productos lácteos.
Además, visitar mercados orgánicos para aprovechar frutas y verduras de temporada en cuyo cultivo no se usan agroquímicos y, por lo general, son proyectos familiares relacionados con la agricultura más sostenible.
En el webinar organizado por Iniciativa Climática de México: “Tu Vida Cotidiana y el Cambio Climático”, titulado “Cambios en la dieta por el futuro del planeta”, el experto presentó alternativas, que se pueden aplicar, para modificar hábitos alimenticios que pueden disminuir los efectos del cambio climático?
Lucio Usobiaga expuso que “los alimentos agroecológicos apoyan a agricultores campesinos, cuidan el medio ambiente de verdad y, en muchos casos mitigan o revierte el cambio climático”.
Y destacó la relación entre nuestras elecciones alimentarias y su impacto ambiental, y “cómo podemos ser agentes activos de cambio a través de lo que comemos”.
La buena alimentación puede contrarrestar el cambio climático
“Nuestras decisiones alimentarias pueden ayudar a preservar nuestro planeta para las generaciones futuras”, resaltó.
En su página de Facebook se comentó que cada persona tiene el poder de hacer del mundo un lugar mejor con cada comida. Y comenzar a ingerir alimentos más sostenibles
Usobiaga Hegewisch con Arca Tierra, proyecto de agricultura orgánica y regenerativa que impulsa el comercio justo y sostenible de alimentos frescos explicó: “por un lado tenemos una agricultura campesina, una agroecología como se le dice últimamente, que nos da alimentos nutritivos, ricos, sanos, que cuida de la tierra, que cuida a las personas que producen
Y, por otro lado, tenemos una agroindustria que, en su mayoría, es muy demandante en energía, pues necesita muchos insumos, trabaja con monocultivos, erosionando y reduciendo la biodiversidad”, indicó.
En el conversatorio, Mariana Díaz, líder del proyecto Contribución Determinada a Nivel Nacional desde la Sociedad Civil de ICM en el que se enmarca esta serie de conversatorios, manifestó que la producción de alimentos representa más de una cuarta parte (26%) de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
La especialista remarcó que “el sector agroalimentario emite más de la cuarta parte de las emisiones de CO2 y de metano, que es el gas que más calienta al planeta”.
De ahí la importancia de repensar nuestros hábitos de consumo vinculados a lo que llega a nuestra mesa.
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