Hace un año, Víctor Ariosa salió de Cuba buscando cumplir su sueño de ser artista plástico. Al llegar a la Ciudad de México, recibió apoyo y hospedaje en el Albergue de Arte Coyoacán, donde perfecciona sus habilidades como manejador de marionetas.
Él mismo diseñó y elaboró a “Morionet, una marioneta única en su género”, misma que mientras baila, pinta, plasmando cualquier tipo de imagen que el público, principalmente infantil, disfruta cada semana en el centro de la alcaldía Coyoacán.
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El titiritero cubano asegura que no puede pintar de frente a un lienzo; lo hace observando al revés, desde una perspectiva poco convencional: mira desde arriba del escenario, lo que hace que tenga que manejar hábilmente a la marioneta, algo que logró con la práctica constante.
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Y es que, dice, Morionet tiene vida y disfruta cada día para deleitar a los espectadores: Él pinta a través de su marioneta mientras la música, las sonrisas y los aplausos lo envuelven.
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Ariosa vende sus cuadros, o recibe una moneda o billete en agradecimiento por su arte urbano. Gracias al “trabajo” de Morionet, este hombre puede seguir estudiando para convertirse en artista plástico y solventar sus gastos.
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